Encuentros

Carolina Otero, un secreto a voces

Lo de la Valenciana Carolina Otero no tiene nombre. Me sorprende que no suene su música por todos lados, porque es de lo mejor que se hace en este país. Incansable creadora, musical y poéticamente, ha lanzado dos discos que han coincidido en el tiempo. El primero es Superfruit junto a Mike Grau y el segundo As I Fade Out con su banda Carolina & Lil’ Knife. Junto a Mike Grau también prepara el próximo disco de Mad Robot. Entre la música y la poesía, Carolina lleva 20 años picando piedra en el mundo de la cultura, ya es hora de que abráis vuestros oídos a lo que tiene que cantarnos. De todo ello hablamos con ella en esta entrevista.

Primero de todo, ¿dos discos a la vez? Supongo que no era algo planeado y que ha surgido así. ¿Cómo acabaste teniendo dos discos casi publicados al mismo tiempo?

El disco con Mike Grau, Superfruit, se compuso en medio de otros trabajos: es un disco que comenzamos entre los dos poco a poco, enviándonos audios vía correo electrónico, al tiempo que cada uno trabajaba en sus proyectos propios. Inicialmente iba a ser un EP y a final, como nos gustó tanto trabajar a medias, terminamos haciendo un álbum de 8 temas (incluyendo la versión de «Lovesong»). Sucedió, sin embargo, que acabamos antes As I Fade Out (Carolina & Lil’ Knife), así que lo lanzamos primero, en octubre de 2018. Seguramente deberíamos haber espaciado más los lanzamientos pero salió así: en verdad, editamos los álbumes cuando están listos porque no nos debemos a presiones de casas discográficas.

¿Qué diferencias sonoras ves entre tu proyecto con Lil’ Knife y Superfruit?

Creo que Superfruit es más melancólico y oscuro (de ahí el título extenso: Supermelodicmelancholicendogamic fruit), y contiene unas guitarras muy sui generis, del propio Grau. Dado que Mike trabaja en su estudio en casa, tiene mucho tiempo también para probar distintas aproximaciones a la labor de producción de cada tema. La voz, por mi parte, y las melodías vocales (y letras), se han adaptado a un molde: Mike me enviaba las canciones prácticamente cerradas y yo componía mi parte para que encajara en ello: puede que la voz también tenga, entonces, ese deje tristón, oscuro a veces. Creo que As I Fade Out suena distinto porque lo he compuesto yo, y lo he arreglado con la banda. Si bien trata temas también grises (medios de comunicación de masas, desamor, fracaso en la música, etc) creo que su sonoridad es más optimista. Aunque, de nuevo, aparece Mike como productor.

¿Qué tiene Mike Grau que ha conectado tanto con tu música? Toca la batería en tu disco, hacéis juntos Superfruit y tu tocas en su banda. ¿Cómo os conocisteis y como nació Superfruit?

Conocí a Mike hace un lustro. Estaba llevando a cabo un proyecto de poesía y fotografía de la escena valenciana (“Portrait Sounds”). Él era uno de nuestros retratados como integrante y fundador de Furious Planet y habíamos quedado en casa del fotógrafo (Juan Terol). Tras ese encuentro, le invité a tocar la guitarra en un concierto con The Someone Elses y a partir de entonces ya empezamos a colaborar más estrechamente: me incorporé en Mad Robot como guitarra, hice algunos coros para su álbum acústico Pig… compusimos el Superfruit, y acabó tocando la batería en Carolina & Lil’ Knife (fue baterista en sus comienzos) así como dirigiendo la producción de mi último disco. Digamos que se ha convertido en un buen amigo con el que me une la música sobre todas las cosas.

¿Por qué Superfruit como título?

El título que yo quería era muy largo: Supermelodicmelanchociendogamic fruit (tal y como aparece en la galleta del disco pero con tachadura) pero llegamos a la conclusión de que tan largo no quedaba bien en portada. Muchas veces elegimos títulos solo por su sonoridad, este tiene algo de eso: juego, y un poco de ironía (¿es malo que los músicos de distintas bandas se junten? He oído mucho hablar de “endogamia” cuando yo creo que es muy natural y pasa en muchas bandas foráneas). Una fruta es vitamínica, y esto es una “superfruta”; modesta pero auténtica a la vez.

¿Han sido muy diferentes los procesos de grabación de ambos discos?

Absolutamente: en Superfruit toda la grabación es de Mike, salvo si yo sugería coros o palmas, pequeños detalles. En As I Fade Out, dado que yo compongo, dirigía más, sin embargo, en la labor de producción intervino él; la producción es suya aunque en un tiempo más limitado pues pagábamos estudio y había que ser operativos. Ahí hay, también, coincidencias.

As I Fade Out parece un título un poco desesperanzador, más cuando lees la letra de «20». ¿Qué ha pasado en estos 20 años para provocarte ese sentimiento?

A menudo, los que hacemos cosas (seguro que te pasa) tenemos la sensación amarga de que no sirve, que no obtenemos la repercusión que quisiéramos. El disco trata mucho de esto, frustración, sobre las grandes expectativas, de un lado (también aparece esto en la canción «Miguel»). Por otro lado, aunque es un disco que habla de desaparecer como un fade out musical, el álbum acaba saliendo a lo público y habla también de lo bonito que es la música y la amistad (canciones sólo por el hecho de hacerlas, digo) o como canto en «The hummers»: “necesitamos un ritmo, un sonido, una palabra, refugio para el alma”. La música, aunque como diminuto triunfo personal, gana, y este es un disco que usa continuamente la jerga musical (fade out, soldiers march, bugle, hum, hummers, beat, sound, etcétera) para, tal vez inconscientemente, reivindicar mi amor gratuito a la música.

La portada del disco es muy significativa, es una niña con toda la inocencia de su vestidito rosa y su peluche pero ese gesto como diciendo, la que me espera. ¿Qué querías señalar con ella?

La foto la hice yo: tengo muchas pruebas descartadas con esa niña como protagonista (mi sobrina). Me decanté por esa en concreto porque creo que tiene un gesto ambiguo, pensativo, entre triste y enfadada. Antes, por cierto, pensé otras portadas, como la de unos monarcas boca abajo. Me gustan mucho ciertas portadas de los 90 con imágenes de niños/as, creo que irradian fuerza siempre y, en todo caso, nuestra melomanía es muy de niños, bastante intensa.

Parece que este disco ha dado un paso más allá respecto al excelente Diastema Girls, el sonido es mucho más duro. ¿Es algo buscado o te salió así?

Es buscado; tenía necesidad de hacer un pop más duro, rocoso. La producción de Diastema a cargo de Paco Loco fue estupenda, pero yo necesitaba ahora algo distinto, otra pegada en la batería, otras guitarras, más crudeza. Hay que ir haciendo según necesidades propias.

¿Quiénes son esas estrellas de las que hablas en «Searching for the Spanish Stars»?

La letra de esa canción fue a elaborada para ser, también, ambigua, jugar con una doble lectura: “me he sentado a ver las estrellas con una copa de vino”, “el cielo parece que se va a caer”, “todas las estrellas brillan tan cegadoramente, ¡oh, dios, qué deleite!”… Luego, se puede inferir que todas esas estrellas son las que sólo han venido a brillar en bonitas portadas de revistas, pero que, al final, no tienen canciones.

Me encanta la letra loca de «Mango Chutney», es una de las recetas de salsa más conocidas de la cocina india, se presta a muchas interpretaciones. Hablas de Trump, de Marte, de dinero. ¿Sobre que nos hablas realmente en ella?

Quería hacer letras distintas en este disco y, precisamente, abrirlas a diferentes interpretaciones. Me salió algo surrealista, creo, lúdico, pero también crítico con la realidad: “el mar está cayendo en el cielo/quiero involucrarme pero todos sujetan una bandera”. Habla de la imaginación y del desastre del mundo. También hay un poco de “epatar al burgués”.

¿En qué te inspiras a la hora de componer? ¿Qué viene primero la música o la letra?

Normalmente, la música me viene primero, sin embargo, nunca me viene aislada, apoyada en una vocal o consonante, o un sonido puro: me llega con palabras clave, y frases, que voy usando provisionalmente y que siempre acabarán por formar parte del texto final. Por ejemplo, la frase clave de «An Arrow to your mind» me vino así, esa frase que usé de pie de estrofa. Luego me siento con un boli y un papel y desarrollo las letras, para que entren bien en las frases musicales. No podría cantar cualquier cosa, de hecho, hay canciones de otras bandas (consagradas o no) que no me gustan porque la letra es pobre o manida.

Eres un culo de mal asiento creativo. No sólo en lo musical, sino que también publicas libros de poesía. ¿Qué diferencia ves entre escribir una letra para un disco o escribir una poesía? ¿Y qué te aportan ambas si te aportan cosas diferentes?

Un poema ha de tener música dentro (con o sin rima, con otros recursos rítmicos). Una canción tiene una letra para acompañar (en el sentido etimológico, “ir junto a”, “comer del mismo pan”) la melodía, a menos que se haga música instrumental. Comparten muchos recursos pero creo que, en mi caso, mis poemas son más herméticos y mis letras de canciones son más pop. A pesar de esto, creo que es cierto que hay trasvases, mismas preocupaciones, mismos dejes: por ejemplo, en el libro Balada del rímel corrido hay un poema que se llama «Diastema Girls» (el título se inspiró en otro de un poema de Pedro Salinas, «Underwood Girls», por cierto). Tanto mis poemas como mis canciones tienen intertextualidad, homenajes (Emily Dickinson, Sylvia Plath, Nick Cave…). Las letras de este disco han salido para ser más fieles a mi poesía (por ejemplo, la que hemos comentado para «Mango Chutney»).

El mundo de la poesía también es difícil y cerrado. Parece además que a la poesía no se le da tanto espacio como a otras formas de literatura. ¿Es difícil hacerse una voz propia en la poesía?

En verdad los mundos poético y musical en los que me muevo se parecen bastante. Siempre hay editoriales que se llevan todo el apoyo institucional (basta mirar cuáles reciben dinero público en las convocatorias de premios literarios); estas editoriales, además, suelen recibir toda la atención de los medios de comunicación. Luego, en la música, sueles transcender únicamente si vas con un sello o promotora que invierte tu propio dinero en publicidad. Pocos cazatalentos quedan ya. Fíjate, entonces, que a menudo el éxito (no el personal sino el público) va vinculado al dinero.

Como decía, me muevo en lugares muy alternativos, pequeños; en ambos mundos ya llevo 20 años, como sugiere esa canción de As I Fade Out que hemos comentado. Quiero seguir creando. Ojalá interesara más, pero ahí yo no puedo hacer nada.

Con una filosofía DIY, ¿es difícil intentar ganarse la vida dentro de la música?

Yo no me puedo ganar la vida con discos ni poemarios; habrá gente que sí. Para mí esto no es una afición pero tampoco me da de comer. Últimamente, soy muy consciente de lo que hago y me disgusta tener que clasificarlo: para mí hacer música y poesía es un modo de vida, no es una cosa que haga un ratito para entretenerme y ya está. No es como ponerme a hacer unos ceniceros de barro medianamente bien o acuarelas los veranos, no estoy haciendo “los deberes” que me pone un terapeuta: simplemente me levanto pensando en qué es lo próximo, y cómo lo voy a acometer; es pasarme la tarde garabateando hasta que salga algo, o escuchar discos para seguir formándome (soy autodidacta en todo), es casi como levantarse para ponerse a crear. Prefiero hablar de pasión a afición.

https://www.youtube.com/watch?v=PHQkjbK1Utk

No sé si has notado que te tratan diferente por ser mujer. Aún hay mucha gente que dice que las mujeres no roquean. Y es increíble porque hay muchísimas mujeres haciendo grandes discos que no tienen visibilidad. Ahora los festivales se están poniendo las pilas incluyendo a más mujeres en sus carteles pero se les ha tenido que dar el toque para que se pongan las pilas. ¿Crees que en eso las redes sociales e internet han ayudado a que las mujeres tengan más presencia musical?

Creo que ha llegado un momento en que el feminismo debía eclosionar (o los diferentes feminismos). Es el momento de que nos hagan caso. Por fortuna, tenemos muchos compañeros que nos quieren tender la mano, y quieren arremangarse para trabajar con nosotras. Pero la mayoría de los festivales tienen tanta pose… ¿Que las mujeres no roquean?! No sé tú, yo estoy cansada del roquero trasnochado con la chupa, el pie en el monitor y el “nena, nena”. Hay tantas mujeres arriesgando… más que hombres. En poesía pasa igual. Por ejemplo, mientras hay escritores que siguen prolongando el canon, hay escritoras que inventan lenguajes nuevos y continúan, valientes, con la herencia de la vanguardia más surrealista.

Para acabar, yo llevo tres años coordinando un ciclo de música en la Facultad de Filología, Traducción y Comunicación de València, el Cuatrópodo, que cuida la paridad escénica: puedo afirmar que no me ha costado nada encontrar bandas con mujeres y hombres y, sin embargo, el ciclo apenas ha trascendido. A los festivales, con más recursos, parece que les cuesta mucho que haya una presencia natural de mujeres.

¿Cuáles son tus proyectos de futuro? ¿Nuevo libro de poesía en ciernes?

En breve sale Piscina fuera de temporada con la editorial Trifaldi (Colección Ay del Seis): una antología personal que me tiene muy ilusionada. Será un libro que recopila textos ya prácticamente inencontrables e inéditos en una edición muy cuidada, prologada por la estupenda María Bastarós y con portada del gran Miguel Cerro. Pensada para ese puñadito de lectores/as que deseen tener lo más relevante desde 1998.

Luego, con Mad Robot sacamos pronto nuevo disco: Punch Me. Kiss Me. Fuck You. De nuevo, una producción auténticamente DIY de Mike Grau y que ya en la maqueta suena tremenda.

 

Texto: Anabel Vélez

 

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