Si algo deja claro esta reedición ampliada de The Healing Game, es el cuidado que pone Van Morrison en elegir la mejor versión de cada canción, la que va a permitir aparecer en sus discos. Aunque dé la impresión de que no presta demasiada atención a sus grabaciones, parece que el proceso es más lento de lo que se percibe a primera vista. Las versiones previas y alternativas, aunque no sin encanto propio, no añaden a las definitivas más que la confirmación de que lo que el gruñón de Belfast andaba buscando todavía no había aparecido. Si algo así ya es palpable en «Fire in the Belly», en «The Healing Game» resulta más que obvio. Ninguna de las dos que aquí aparecen se acerca a la solemnidad imponente de la versión final, un contenido tour de force que culmina por todo lo alto uno de sus mejores discos en los últimos veinte años. La ejecución instrumental es impecable, esa clásica y sobria amalgama de R&B, jazz, soul y pizcas de folk, pero ejecutada con un brío sin duda contagiado por la intensidad de un muy inspirado Van Morrison, capaz de dejar unas cuantas canciones que añadir al canon de su etapa adulta, y de escoger el momento exacto en que romper la voz y dejar salir una pasión agazapada. Los completistas disfrutarán de algunos temas inéditos, un directo de la época y una animada sesión con Carl Perkins, pero The Healing Game no necesita de añadidos para reclamar su lugar en la discografía de Morrison, probablemente el último disco en acercarse mínimamente a su leyenda.
CARLOS REGO
