Pese a que el rastro de las huellas de Nad Sylvan pueda llevarnos hasta finales de los setenta, tanto sus intentos con One by One en la década siguiente como los tres discos que lanzó a su nombre entre 1995 y 2003 solo recabaron la atención de los más estudiosos, y no sería hasta 2008 con Unifaun y posteriormente con The Agents of Mercy cuando su apellido empezara a circular más asiduamente en el mundo del progresivo. El espaldarazo definitivo, empero, vino en 2012 tras ser reclutado como vocalista por Steve Hackett, participando activamente en su banda y en sus Genesis Revisited.
Con la confianza renacida tras participar en tales lides, entregaría –de nuevo bajo su propia firma- Courting The Widow (2015) y The Bride Said No (2017), las dos primeras y notables entregas de un proyecto llamado The Vampire Trilogy que ahora cierra de forma brillante con este nuevo título.
Cimentado sobre su estupendo registro vocal y flanqueado por escuderos de primera – Guhtrie Govan a la guitarra y una sección rítmica con Jonas Reingold y Nick D´Virgilio como núcleo del grupo-, Sylvan se despide de su personaje The Vampirate con siete canciones (más dos bonus tracks fuera del hilo argumental) que van del aliento épico de la inicial «I Am The Sea» hasta los doce minutos del tema que titula el disco, clásica suite compartimentada que lleva el álbum, de ahí hasta el final, a sus mejores momentos. Algunos de ellos, por cierto, punteados por invitados del calibre de Rob Townsend, Tony Levin o el propio Hackett.
Tal como él mismo comenta -“definiría el sonido como pop evolucionando al progresivo, con elementos de r’n’b”- The Regal Bastard lima las aristas más heavys en comparación con sus predecesores, con una propuesta en la que no es disparatado advertir el espíritu de It Bites sobrevolando en más de una ocasión. Un broche perfecto a una trilogía, en lo conceptual, de innegable marchamo clásico.
Eloy Pérez