Encuentros

El Palacio de Linares, neuróticos, desconfiados, entusiastas y sonrientes

Grupo orgullosamente pop, si bien reacio a toda épica festivalera, hueca y afectada, se sitúa El Palacio de Linares en las felices antípodas de lo que en estos días se califica como indie en España. Tres años han pasado entre Ataque de amor y Largos agotadores, los dos en Pretty Olivia Records, y sorprende, a la luz de su alabeada trayectoria, el advertir por fin una continuidad entre estos dos formidables discos, ambos producidos por Yon Vidaur. Nos lo aclara Gonzalo Marcos, batería, letrista y alma de una trayectoria enigmática y azarosa.

“Solo repetimos Raúl Bernarte (música y voz) y yo. Carlos Madrid (guitarra) se incorporó para presentar Ataque de amor y Javier Lorente (bajo) es relativamente reciente. Estando repartidos entre Madrid, Pamplona y Berlín, no somos de esos grupos que quedan para ensayar y piensan mucho. Ojalá siga habiendo continuidad, aunque desafortunadamente es complicado huir de la evolución”.

El Palacio de Linares es un grupo realmente peculiar en la actual escena indie española, tanto por su manera de funcionar como por el tono de su música y letras.Tampoco es muy habitual que el batería sea el, por así decirlo, responsable de la banda (sin desmerecer de la labor musical de Raúl Bernarte) y que se ocupe de las letras. ¿Qué crees que opinaría del grupo el Gonzalo de los comienzos de haber visto en una bola de cristal su curiosa trayectoria, llena de parones y bruscos cambios, o de su existencia actual en 2019, una consolidación que comenzó a llevarse a cabo… al poco de anunciar la disolución del proyecto?

El Palacio empezó cuando éramos adolescentes, tocábamos en un sótano lo que nos salía, y todos éramos demasiado tímidos como para hacer letras o cantar. No sé cuántos cambios de formación después se incorporó Ángel Román, empecé a escribir y hasta ahora. Ha habido varios puntos de inflexión, pero el más claro es el de que Elefant decidiera sacarnos un EP cuando no existíamos para nadie. Me sigue pareciendo un misterio que eso sucediera, o que nunca hayamos tenido problema para encontrar sello para editar nuestras sucesivas canciones. Tampoco es que hayamos triunfado en el sentido habitual, pero sí que me parece una marcianada que sigamos funcionando, que, al menos yo, cada vez me sienta más seguro con lo que hacemos, que nos llamen para tocar, que se nos escuche…

¿Por qué han pasado tres años entre “Ataque de amor’ (Pretty Olivia Records, 2016) y “Largos agotadores” (Pretty Olivia Records, 2019)? Sorprende ese largo tiempo, teniendo en cuenta que casi se repite la formación, lo que no era muy previsible, dada la trayectoria de la banda, y que por primera vez se advierte que hay una lógica continuidad en el trabajo de la banda en ambos discos. Sin olvidar el trabajo de Yon Vidaur produciéndolos.

En realidad la banda es completamente diferente, solo repetimos Raúl y yo. Carlos se incorporó en 2016 para el concierto de presentación de “Ataque de amor” y Javi es relativamente reciente. Dicho esto, sí es la primera vez que entre dos discos nuestros se nota esa continuidad. Tres años ha sido lo que hemos tardado Raúl y yo en tener listas las canciones, y eso que no desechamos casi nunca nada de lo que sale.

¿Cómo se lleva a cabo el proceso de composición dentro del grupo, teniendo en cuenta la dificultad que tenéis para ensayar y actuar en directo?

Generalmente escribo una letra, se la mando a Raúl y, pasado un tiempo, Raúl me devuelve una demo casera. Eso se deja macerando y nos vamos imaginando cómo podría ir arreglada la canción. Luego ya en el estudio, con Yon Vidaur, me quedo yo un poco de maestro de ceremonias y los chicos me dejan añadir y quitar cosas.

Una característica bastante inusual de El Palacio de Linares es la manera como introduces incontables referencias y citas en las canciones, cosas tan aparentemente distintas como Alain Resnais o Jerry Lewis, pasando por Maggie Chascarrillo, la protagonista de LOCAS de Jaime Hernández, que aparece en una canción llamada como uno de los grandes westerns de la historia, Cielo amarillo de Welllman… Admiro mucho esa capacidad de integrar todo eso en un contexto cotidiano y de manera natural, lo que contrasta con esos horrendos grupos que hablan de “ver a Bowie flotar” y cosas parecidas, cantando con los ojos en blanco… Te mueves en un terreno muy complicado, y al mismo tiempo muy sugerente para el oyente, pues no todas las citas son tan obvias como las de Vashti Bunyan y Robert Forster en la última canción…

Me apunto lo de “ver a Bowie flotar” para el siguiente disco. Es un tema peliagudo el de las referencias, porque deja a oyentes fuera. También es cierto que toda decisión musical o sonora también lo hace. A mí me molestan un poco los grupos que llenan todo de referencias sin mucho contenido, pero otros lo hacen que da gusto: desde Airbag a Los Planetas. Yo no puedo evitar meterlas, dedico mucho tiempo a escuchar música, ver películas, leer, y no tendría sentido coartar todo eso.

¿De dónde sale esa constante de piscinas, baños y natación que otorga tanta unidad al disco, y sobre todo tanta melancolía? ¿Surgió por azar, o lo pensaste de antemano para que el disco tuviera cierto cierre? ¿Propusiste esa idea la la ilustradora Kate Peebles a partir del título del disco? Portada magnífica, por cierto…

En momentos algo convulsos a mí me relaja pensar en enormes montañas, en ríos, en árboles, animalillos, en el verano. Imagino que viene de ahí. El olor a piscina climatizada me parece de lo más sugerente y, de hecho, intenté que la carpeta del disco oliera a cloro. Al final, por presupuesto, no se pudo hacer. También me encanta ver natación en la tele, hay algo ahí. A Kate, que no nos conocía de nada, le pasé una demo de “El Estilo” y algunas referencias de piscinas, y nos devolvió esa portada tan sugerente.

Llama mucho la atención en las letras de tus canciones el advertir una ligera misantropía, la necesidad de proteger un espacio cotidiano, incluso la ansiedad (citada literalmente), o el miedo. Y también cierta aceptación sin fatalismo de las circunstancias (Las cosas están bien hasta que dejan de estarlo, dominamos el partido pero vamos a perderlo en “Este rato (Contigo)”), o la necesidad de valorar lo importante para sobrevivir. ¿Mantienes cierta distancia al escribir o te sientes reflejado de manera íntima al escuchar el resultado? Porque, aunque en estas letras a veces se leen entre lineas cosas un tanto terribles, nunca adoptas una pose dramatizada; como si las propias canciones fuesen una natural prolongación de lo cotidiano… donde intuyo que para ti están las cosas realmente importantes para sobrevivir, como se canta en “Piscinas naturales”. A veces pareces el guardián de esos momentos en los que no pasa nada y de los que nadie se acuerda, como se explica en “El estilo”.

Sí que me veo reflejado, claro. Vamos, con matices, no pretendo “planear un atentado” como canta Raúl en “Robert y Vashti”, pero, sí, soy fundamentalmente yo. Las historias nunca son estrictamente biográficas, pero siempre te tocan tangencial o directamente. Y eso, yo soy un poco así, gruñón, neurótico, desconfiado pero entusiasta y sonriente.

Existe una curiosa tradición en la música pop-rock (se me ocurre al azar un clasico como “Chain Letter” de Todd Rundgren o una reciente como “Sunny Love Song” de Bob Mould, pero hay decenas) de centrar el contenido de la canción en la propia canción. Creo que hicisteis algo muy hermoso en “Senteemienties”, de Ataque de Amor, con la particularidad fascinante de que lo hacíais utilizando (que no haciendo una versión) “The High Road” de Feelies. Las dos son, conscientemente, la segunda canción del disco. Eso expresa muy bien la preocupación que le pones a la secuenciación de las canciones en cada disco, por cierto. También en Ataque de Amor se hacía algo muy parecido con Los Caramelos de Charlie Mysterio en “Los peces”, otro tema memorable. ¿Llegaron a escuchar esos artistas estas canciones?

Los Feelies seguro que no, ¿te imaginas que sí? Llegué a escribir a Dave Weckerman a ver si me pasaba las letras del Shore Leave de Yung Wu para un proyecto de adaptar el disco al castellano, pero nunca me contestó. Charlie tampoco sé si escuchó “Los Peces”, no sé por qué intuyo que no le gustaría mucho la canción.

No puedo resistirme a pregunta, ¿ese concierto-fatal de Vashti fue real?

Sí, pero no en el contexto de esa historia. La canción va de algo que me pasa mucho; que tengo infinitas ganas de algo, como ese concierto, y luego, por lo que sea, no consigo estar tranquilo y disfrutarlo.

Otro aspecto clave que os hace destacar sobremanera es la reconocible personalidad de vuestros magníficos videoclips, siempre dirigidos por el notable cineasta Pablo García Canga.

Siempre se ha encargado de nuestros vídeos Pablo, que además es amigo. La inmensa mayoría de los videoclips que se ven por ahí me dan bastante grima, y con Pablo por lo menos conseguimos hacer cosas que resuenan algo con lo que nos gusta. Para este disco hicimos vídeo mano a mano de “El Estilo”, uno con un proyector al hombro proyectando imágenes de nadadores sobre una piscina vacía y otro con la cámara al hombro rodando el resultado. Luego Pablo hizo un montaje exprés bastante alucinante y así salió.

¿Qué nos puedes contar de tu otro grupo actual, esos sorprendentes The Boys with the perpetual nervousness que han recibido elogios de la mismísima Mary Lou Lord?

Pues otra bendita sorpresa. Había traído alguna vez a Dropkick a tocar a España y trabé amistad con Andrew. Estuve hace un par de veranos en Edimburgo y me invitó a enseñarme su local de ensayo. Ahí, en cosa de una hora, escribimos y grabamos “Nervous Man”, que luego saldría en un 7” en Pretty Olivia Records. La canción gustó mucho y, en un paso de Andrew por Madrid para tocar, reservamos un estudio para grabar 4 canciones. Al final registramos 10 en una tarde y eso conformó Dead Calm, LP que recientemente editó también Pretty Olivia.

Tu labor musical se extiende así mismo a la edición con un sello propio, BOBO INTEGRAL, en el que has recuperado y editado discos recientes tan extraordinarios y poco conocidos entre nosotros como el primer LP de Dumb Things.

Sí, Bobo Integral es la marca bajo la que llevo ya tiempo organizando conciertos y editando discos, principalmente en vinilo. He tenido la suerte de poder editar a grupos de aquí que me fascinan como Los Caramelos (de Charlie Mysterio), Nuevos Hobbies o Los Carradine, y también de rescatar discos que habían pasado muy desapercibidos como los debuts de Lachlan Denton (de The Ocean Party) y Dumb Things, ambos australianos y ambos discos que a mí me parecen maravillosos en lo suyo. Estos próximos meses lanzaremos discos de Blue Jeans, un súper-grupo americano, Butcher The Bar, una delicatessen pop desde Manchester y más que aún no puedo desvelar. Este verano seguramente grabemos otro LP con los Boys, y El Palacio deberíamos de tocar algo en directo. Como comenté, el sello me va a tener también bastante ocupado. Y, para no aburrirme, y aprovecho para hacer un poco de promoción y proselitismo del buen Pop, he montado una tienda online, Shore Leave Store, donde me traigo discos cuidadosamente seleccionados y que no tienen distribución en España.

Texto: José Luís Torrelavega

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Contacto: jorge@ruta66.es
Suscripciones: suscripciones@ruta66.es
Consulta el apartado tienda

Síguenos en Twitter