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Glenn Hughes – Sala BBK (Bilbao) – BBK Music Legends

 

Glenn Hughes hace lo que quiere, cuando quiere y como quiere con su garganta. Podríamos debatir durante horas y horas sobre si es que es un privilegiado por la naturaleza, si es de otro planeta o es que ha hecho un pacto con el diablo (y si hablamos de Rock, es lo que procede y apetece). Y es que, a sus 67 años (cumple uno más el 21 de agosto) el británico es una de las voces más importantes de la historia (si no la que más, pero esto es ya una opinión muy personal) y en plena Gran Vía bilbaína lo demostró con creces. Tocando clásicos de Deep Purple (etapa 1973 a 1975), algo que ya hizo en el festival BBK Music Legends el 30 de junio del año pasado y volviendo a demostrar que lo suyo es una barbaridad.

Ante un auditorio sentado y ordenado (sigue pareciendo raro en conciertos de este pelo) Glenn Hughes saltó a las tablas de la Sala tras sonar una auto intro de presentación y acometiendo con “Stormbringer”. Problemas iniciales con el sonido de su bajo no impidieron que la primera ovación del concierto animara al cuarteto a ofrecernos lo que vino después. Sonido limpio, banda ensamblada perfectamente y cada uno en su papel y con su momento de protagonismo aunque el bajista centraba todas las miradas. Con “Might just take your life” Jesper Bo Hansen tiró de solo de teclados (durante todo el concierto estuvo más que enchufado, muy activo a los coros, emocionándose con los pies encima de su instrumento y rockeando duro) y en el siguiente tema ya era cosa de todos el sentirse protagonista. Riff intenso para empezar con “Sail away” y Hughes jugueteando con las cuatro cuerdas, se le notaba cómodo y contento al líder de la banda. Tema muy largo que nos recordó mucho al ambiente que vivimos en Sondika en el festival anteriormente citado.

Ash Sheehan, el batería que está asistiendo a Hughes en esta gira comenzó su especial show con los parches. Quizás demasiado espectáculo malabarístico de baquetas, quizás demasiado sabor latino (cuando huele a batucada, malo…) y quizás demasiado querer recordar el “Made in Japan” con un solo que nos retraía a décadas pasadas. Gustó y no tanto a partes iguales, pero no se le puede negar la pericia en lo suyo.

Un medley en el que sonaba “High Ball Shooter” entre otras dio paso a “You fool no one”, con su característico ritmo machacón tocado a la perfección por el guitarrista Soren Anderson. Y problemillas con los teclados no deslucieron “You keep on movin´”, tema en el que la exhibición vocal llegaba a un punto superior provocando exclamaciones de incredulidad incluso entre los más veteranos del lugar, porque por muchos conciertos que hayas visto (incluso al mismo Hugues), lo que hace sigue siendo extraordinario.

Un momento de recuerdo a Tommy Bolin (que fallecía con 25 años nueve meses tras la disolución de los Purple en 1976) nos mostró al Hughes más sentido, el que lleva décadas recordando su memoria y su música, antes de tirar de pedal para atacar el maravilloso “Gettin´ Tighter” y, a continuación, otra barbaridad suprema como es “Mistreated”. Ahí ya el ambiente estaba más que caliente, él haciendo barbaridades con su garganta, casi todo el auditorio moviendo la cabeza al unísono y con momentos muy místicos porque Glenn es un hombre entregado al amor y aquello de fundirse con el cosmos, psicodelia pura y dura como estilo de vida.

La canción que todos estaban esperando (en realidad dos, pero “Highway Star” no sonó) llegaba aunque con un inicio un tanto acelerado. Señoras y señores, uno de los riffs más reconocibles de esto que amamos, si no el que más, “Smoke on the Water”, historia del rock tocada y escuchada por millones de personas. El momento de entrada del bajo sigue siendo de poner los pelos de punta (más si es el de Hughes) y el cambio radical empalmándola con “Georgia on my Mind”, sólo con los teclados y su voz fue algo místico.

Así acababa el concierto aunque el esperado bis (esperado porque es el habitual de la gira) “Burn”, otra de las clásicas de los Purple, nos dejaba con ganas de más, mucho más, porque este hombre podría estar cantando y tocando durante un día entero y haciéndolo magistralmente. Fueron hora y treinta y siete minutos de comunión rockera de alto nivel. Y es que lo de este hombre es un espectáculo en toda regla y una bendición para él y para los que podemos presenciarlo.

Texto: Michel Ramone

Fotos: Dena Flows

 

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