Mucho es como la vida misma, un proyecto mutante que aboga por la transformación, como necesaria estrategia para existir. En ese marco, Martí Perarnau IV se refugia en solitario bajo este nombre que una vez fue una escuadrón. No es de extrañar que él mismo califique ¿Hay Alguien en Casa? como una celebración y a la vez una introspección, como algo sanador y autobiográfico. En torno a este espectro, que luce trono y guillotina, Martí vehicula un disco que es centrifugador y circular, ascendido a rave íntima de puro gospel discotequero. Así, como nuevo mesías, librepensador de lo sintético y con la complicidad de sintetizadores y programaciones, el músico elabora un sonido viscoso, enmarañado por un paisaje de ecos selváticos y efectos que acentúan una afilada y evidente arista psicodélica. Hay épica, hay vacío, hay colchones, hay éxtasis y hay paz. Y aunque parezca que se esconda en la distante opereta de lo digital, es todo lo contrario. Para Perarnau IV, los sintes y los efectos no son más que otra herramienta para conquistar almas. Es tecnología bio, bits asíncronos al pistoneo de un corazón caliente que aspiran a la belleza orgánica. Ceros y unos llenos de barro y paja. Él sabe provocar y sabe amar y lo que más me gusta es que sus canciones piden permiso para gustar. Un primer paso para poder saborear esa deseada soberanía musical.
ANDREU CUNILL CLARES
