Con la cantidad de lanzamientos del prolífico guitarrista de New Hartford, es fácil pasar por alto alguna de sus novedades discográficas. Pues no debería ser el caso con Redemption —su decimotercer álbum de estudio lanzado con su propio nombre—, ya que pese a estar lejos de su cresta particular, es una de las mejores adiciones a su catálogo personal. Como si se presentara dispuesto a contarnos una historia de redención, las canciones se suceden en el orden de sus estados emocionales, aparentemente tras un proceso de ruptura, pues en la recta final, recoge sus trocitos y reconoce que el amor es una apuesta en la que a veces se pierde y otras se gana. En lo estrictamente musical, Bonamassa toma partido de sus habituales recursos: suficiente blues para ser reconocido por los puristas, y adecuadamente comercial para los que no lo son, agregando a la coctelera sus habituales pizcas de soul, funk y orquestaciones con vientos a la big band. Se le reconoce la influencia de Led Zeppelin y Deep Purple, así como los detalles de su productor habitual, Kevin Shirley. Por lo demás, Joe sigue siendo capaz de obras magnas como «Self-Inflicted Wounds», pero también de ser pasado por alto con otras tantas fácilmente digeribles. Y, sin embargo, nunca deja de ser música de una inmensa calidad.
BORJA FIGUEROLA