Aunque, dada cuenta del bolo degustado el día precedente en el Crazy Horse, veníamos ya bien advertidos por la infatigable promotora bilbaína Undercover Producciones y varios miembros de “la intelligentsia” de aquellos mismos lares, lo experimentado en tan lustrosa y longeva sala de cuan hermoso municipio cántabro devino en un insólito y mayestático recital.
Y, gracias principalmente, a la fina navegación por un crisol de músicas ancestrales que fue capitaneada por la pareja sentimental del gringo y colíder fundador de los renombrados Jayhawks, la noruega Ingunn Ringvold, bajo la ayuda de exóticos y místicos sonidos provenientes del Qanun y el Dulcimer armenios o el Harmonium (que bien popularizara la teutona y “gélida vampiresa” rubia, Nico) o el influjo mental del desierto del Mojave (la pareja convive en Joshua Tree). Intuyo que Quique González -presente el día de autos- gozó al igual que nosotros con los ecos a Sandy Denny en la evocadora “Black Eyed Susan”, la mixtura de Arthur Lee y Syd Barret en “Clifton Bridge”, las reminiscencias al Cale del “Paris 1919” en “You are all”, el vuelo psilocibínico en “Jessie”, o los himnos de la nave nodriza “Jayhawksera”, “Over my Shoulder” (circundando al mejor Waits) y la archiconocida “Blue”. Tras la finalización del set, y ante la celosa mirada de la nórdica, el norteamericano cursó felicitación a la fotógrafa routier por su fiel seguimiento del compás al unísono del sonido del bongo, pero eso es otra historia… Memorable noche.
Texto: Aitor Bakaikoa
Foto: Raquel Ochoa