Encuentros

Club 44, música con conciencia

 

Juan Soroeta es uno de los fundadores del Club 44 en Donosti: un grupo de amantes de la buena música, que cada mes paga una cuota para poder ver en directo a los mejores artistas nacionales e internacionales. La lista de músicos que ha pasado por el Altxerri Jazz Bar es impresionante. No contentos con esto, han publicado un disco excelente lleno de canciones preciosas y redondas para apoyar al pueblo saharaui. Si no sabéis que regalar estas navidades, haceros un favor y comprad Singing through the wall, songs for Western Sahara. Una joya de principio a fin con canciones de gente como David Wilcox, Malcolm Holcombe, Martha Fields o Lynn Drury entre muchos otros. En esta entrevista Juan nos habla de todo ello, de música y de la situación que vive el pueblo saharaui.

Explícanos un poco qué es el Club 44 y cómo nace la idea de crearlo. Es una magnifica idea para traer a artistas que quizás de otra manera no sería posible ver en directo. ¿Cómo se juntan unos cuantos amantes de la música y deciden formar un club para traer a los músicos que les gustaría ver?

Hace cinco años, tomando unas cervezas en Altxerri Jazz Bar, el local de conciertos con más solera de Donosti, un par de amigos pensamos que si conseguíamos juntarnos unas 80 personas dispuestas a pagar 15€ al mes podríamos organizar conciertos con esa misma frecuencia. En dos semanas, a través del boca a boca, ya éramos 90 socios. Desde entonces algunos socios se han ido dando de baja porque por sus obligaciones familiares les hacía perderse demasiados conciertos, pero han ido ingresando nuevos socios cada vez más exigentes con la calidad de los músicos que traemos.

¿Cómo funciona el Club 44 y qué hay que hacer para ser miembro?

Cada mes pasamos por el banco un cargo de 15€ y con esa garantía podemos contratar a músicos con meses de antelación. Para ser miembro solo se requiere que te guste la buena música y estar dispuesto a pagar esos 15€. El límite de socios lo condiciona el local donde celebramos los conciertos, que es de 110 personas. Pero muchas veces los propios músicos cuelgan la información del concierto en su web y sus fans aparecen preocupados en busca de entradas y, claro, les dejamos entrar, pagando la entrada. No es que no hagamos publicidad porque sea algo elitista, sino porque tenemos esa limitación de espacio.

 ¿Con qué dificultades os encontráis a la hora de traer músicos para tocar en el club?

Nuestras limitaciones son económicas, porque nos autofinanciamos; no recibimos ningún tipo de ayuda. Pero nuestra sorpresa ha sido comprobar que son los propios músicos que vienen a nuestros conciertos quienes nos hacen publicidad. Además, Donosti se vende sola. En cuanto conocen un poco la ciudad ya quieren volver al año siguiente.

Los músicos salen siempre encantados de los conciertos, porque el ambiente es magnífico. Durante las semanas previas a cada concierto los socios escuchan la música de nuestros invitados y durante los conciertos hay un silencio exquisito, algo que los músicos agradecen enormemente, ya que están acostumbrados a que le gente hable, moleste con las bebidas,…

Procuramos dividir el concierto en dos sets y dejar un descanso de 20’ para que la gente consuma a gusto y que nuestro excelente anfitrión, Tony, pueda rentabilizar nuestros conciertos. Tony ha conseguido recuperar para la ciudad un local de conciertos y de copas que yo he frecuentado desde que se inauguró hace cuatro décadas y que parecía que tenía sus días contados. Nosotros aportamos nuestro granito de arena para mantener vivo este estupendo local.

¿Quién es el artista o la artista que más ganas tenéis de traer y aún no habéis conseguido? Debe ser fácil convencerlos, los tratáis muy bien. Tim Easton hablaba maravillas de como le tratasteis en su concierto hace poco.

Quizás lo más complicado fue al principio. Nuestro primer invitado, Tony Hazzard, aceptó inmediatamente la invitación, aunque hacía tres décadas que no actuaba en público. No pudo acabar el concierto porque el ambiente que había era tan íntimo que se le terminaron escapando unas lágrimas de emoción. Luego fue más sencillo, porque ya teníamos alguna referencia que dar a los músicos que invitábamos.

Cuando nos dirigimos a ellos para ofrecerles dar un concierto en nuestro club, tenemos ya las referencias de los grandes que ya han pasado por aquí. Tony Hazzard, Matt Harding, Lynn Drury, Richard Buckner, Nick Garrie, Barzin, Madison Violet, Bap Kennedy, John Wesley Harding (ahora Wesley Stace), Josh Rouse, Prelude, Doug Paisley, Willy Vlautin, Bart Davenport, David Wilcox, Gordon Haskell, Alan Tyler Band, Chris Smither, Daniel Martin Moore, David Wilcox, Malcolm Holcombe, Marty Fields, Gordon Haskell, Jared Tyler, A.J. Croce, Piers Faccini, Christine Bovill, Howe Gelb, Peter Bruntnell, Guy Davis, Otis Gibbs, Erik Voeks, Alann Tyler, David Phillips, Grant Lee Phillips, Eleni Mandell, My Darling Clementine, The Mastersons, The Rails, Tim Easton, y españoles como los Deltonos, Aurora Beltrán, Carmen Paris, María Berasarte, los Fakeband…. Ya tenemos un importante recorrido que hace que entre los propios músicos corra el boca a boca. Saben además del ambiente en el concierto y que luego les llevamos a cenar a un muy buen restaurante donostiarra, donde ya la relación pasa a ser de amistad.

En el club hay mucho nostálgico de los 70, entre los que me incluyo, y nuestro sueño es traer a gente como Jimmy Messina, Graig Fuller, Janis Ian… con los que hemos contactado ya. Si hay suerte en 2019 tendremos al menos a dos de los grandes, Steve Forbert y John Gorka. Mi sueño es traer a Ralph McTell, pero nuestra economía no da para tanto, aunque no perdemos la esperanza.

Si hubiera dos clubes más como el nuestro en cualquier parte de la geografía española sería relativamente sencillo traer a casi cualquier músico (bueno, Tom Waits y Bruce Springsteen quizás no estén a nuestro alcance).

Eres especialista en Derecho Internacional Público y has seguido la situación en los territorios ocupados saharauis desde hace muchos años. ¿Cómo nació tu interés por esta situación?

Hace ya 30 años que defendí mi tesis doctoral sobre el derecho a la libre determinación del pueblo saharaui. Desde entonces he continuado dedicando gran parte de mi investigación universitaria al conflicto, siempre desde la perspectiva del Derecho internacional. Una vez que pones ojos a una cuestión que en principio abordas como puramente técnico-jurídica ya no puede separarte de ella. Además de mis publicaciones sobre el conflicto, participo siempre que puedo como observador internacional en juicios que se celebran, tanto en los territorios ocupados saharauis como en Marruecos, contra activistas de derechos humanos saharauis. El factor humano de esta gente te desborda. Y más desde que conozco de cerca a quienes viven bajo la ocupación militar en su propia tierra y la combaten siempre por medios pacíficos.

En una de las canciones Matt Harding habla de tres de los cuatro abogados saharauis (sí, sólo cuatro) que se encargan de la defensa de todos los activistas de derechos humanos saharauis ante los tribunales de ocupación. Pasaron 16 años desaparecidos en cárceles secretas marroquíes. Tras ser liberados estudiaron Derecho (uno de ellos incluso acaba de defender su Tesis Doctoral) y ahora se dedican a defender a los suyos. Son gente pobre, pero con una dignidad que te desarma. Nunca hablan de venganza, sino de solución pacífica. He aprendido mucho de ellos.

Explícanos un poco cómo está la situación en la actualidad. Para el público que no conozca que hace muchos años que el pueblo saharaui reclama un referéndum y que vive en condiciones lamentables sufriendo numerosas violaciones de los derechos humanos por parte de Marruecos y el abandono de España y de la Unión Europea que parecen mirar para otro lado.

Lamentablemente España y la Unión Europea no solo no miran a otro lado, sino que miran precisamente al Sahara Occidental para explotar ilegalmente sus recursos naturales. España no solo tiene una obligación moral de defender a la población saharaui, como se suele oír, sino que tiene una auténtica obligación jurídica de hacerlo, porque aunque desde el punto de vista del Derecho Internacional es algo obvio, la propia Audiencia Nacional ha afirmado ya en tres ocasiones que España sigue siendo la Potencia administradora.

Los sucesivos gobiernos de la democracia han apoyado de forma palmaria la ocupación del territorio. Los discursos sobre el Sahara Occidental de Felipe González, José Luis Rodríguez Zapatero y Pedro Sánchez o de Aznar o Rajoy están llenos de palabras amables, porque conocen la sensibilidad de la sociedad civil española respecto del conflicto y las excelentes relaciones existentes con el pueblo saharaui. Pero la realidad es que apoyan al Estado que ocupa militarmente el territorio y viola gravemente los derechos humanos. Sin ir más lejos, cabe recordar que España ha participado en el procedimiento ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea para defender la legalidad de los acuerdos de libre comercio, defendiendo la posición de la Unión Europea, que viola conscientemente el Derecho internacional, y enfrentándose al pueblo saharaui, que en estos procedimientos está representado por el Frente POLISARIO.

La situación actual es muy complicada. Desde que se inició la guerra en 1975, parte importante del pueblo saharaui vive en los campamentos de refugiados de Tinduf en el sur de Argelia, en la parte más inhóspita el desierto, mientras el resto vive bajo la ocupación militar, sufriendo la violación sistemática de sus derechos fundamentales. Como es lógico, la situación en los campamentos de refugiados se va deteriorando con el paso del tiempo; son ya dos generaciones las que han nacido allí y las perspectivas de futuro no son muy halagüeñas. Allí se respira una gran desazón. En los territorios ocupados la situación es aún peor porque sufren el día a día de la ocupación.

Aunque teóricamente las Naciones Unidas tienen en su mano la resolución del conflicto, el veto permanente de Francia en el Consejo de Seguridad a cualquier solución que no cuente con el visto bueno de Marruecos hace imposible que la ONU resuelva el conflicto. España y la Unión Europea no son más que comparsas en el proceso de paz, y siguen a pies juntillas lo que diga el gobierno francés.

Sin embargo, la decisión en 2014 del Frente POLISARIO de recurrir a los tribunales para denunciar la explotación ilegal de sus recursos naturales ha abierto una puerta a la esperanza. Desde que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea dictara su primera sentencia en diciembre de 2015, innumerables empresas han abandonado el territorio saharaui ante el temor de reclamaciones de indemnizaciones por parte de los representantes del pueblo saharaui. La vía jurídica es muy larga y solo acaba de empezar, pero es evidente que está suponiendo un grave contratiempo para las relaciones existentes entre Marruecos y la Unión Europea. A nadie se le escapa el permanente chantaje de Marruecos con el problema de la inmigración y de la posición europea en relación con este tema. Desde que se dictó aquella primera sentencia, el número de inmigrantes procedentes de las costas de Marruecos y el Sahara occidental se ha multiplicado de forma exponencial. El rey Mohammed VI maneja el grifo de la inmigración a su antojo.

Este disco es otra manera más de ayudar a la causa. Dando a conocer la situación y es una iniciativa del Club 44 también. ¿Cómo nace la idea de este disco Singing through the wall, songs for Western Sahara?

Hace un par de años, con ocasión de la visita de David Wilcox, que pasó una semana en nuestra casa, se me ocurrió plantearle la posibilidad de pedirle que grabara una canción sobre el conflicto (fue él quien propuso este título para el disco). Me dijo inmediatamente que sí. Pero dudaba mucho de la respuesta de otros músicos, porque es un conflicto de un pueblo pequeño que está muy lejos de los EEUU. Pero la mayor parte de los músicos que han venido son gente sensibilizada con las cuestiones sociales (algunos de ellos, como Malcolm Holcombe o David Olney participan en proyectos de ayuda a los refugiados que llegan a los Estados Unidos), y la respuesta ha sido impresionante. El objeto de este doble CD es difundir la situación que atraviesa el pueblo saharaui, sensibilizar a los seguidores de la buena música con ello .

Malcom Holcombe

¿Cómo fue la selección de los músicos que participaron en el disco?

Como comentaba, la mayor parte de los músicos no conocían el conflicto del Sahara Occidental. Les envié un par de documentales que explican muy bien lo que ocurre en el territorio, y no dudaron en escribir una canción, alquilar un estudio e ir a grabar a veces incluso con su banda. No hay más que leer las letras para entender que son canciones hechas con verdadero amor, pero también con mucho dolor. Incluso hay dos temas instrumentales, de David Philips y Barzin, que me dijeron que el conflicto les había parecido tan duro que no eran capaces de ponerles letra. La canción de Daniel Martin Moore, por ejemplo, me resulta sobrecogedora. Con muy pocas palabras y unas notas de piano te transmite una inmensa tristeza.

¿Cada artista compuso un tema para el disco expresamente?

La mayoría de los artistas hicieron un tema expresamente para esta grabación, pero algunos de ellos, que tenían ya escritos temas relacionados con los refugiados, prefirieron enviarme esas canciones previamente grabadas.

¿El proceso de montar el doble CD fue complicado?

La verdad es que para mí ha sido un auténtico aprendizaje, porque yo no me dedico a la música, y casi se puede decir que el diseño lo he parido yo solito en el ordenador en casa. Ha sido complicado, por novato, pero muy agradecido. Además, conocer la calidad musical y humana de quienes han participado en el proyecto ha hecho todo mucho más fácil. Un lujo. Sin duda habrá quien compre los CDs por solidaridad, pero es que la música es de primera. Sí quiero aclarar que no es música saharaui, sino básicamente americana (country-rock-blues-folk-pop), aunque Aziza Brahim participa en una de las canciones haciendo un dúo con el británico Piers Faccini.

¿Qué puede hacer alguien que quiera ayudar en este conflicto y no sepa como hacerlo? Aparte de comprar el disco en vuestra web: http://www.westernsaharasongs.com/

En estos momentos yo creo que lo importante es presionar a los partidos políticos para que apoyen los derechos del pueblo saharaui. Pero no se trata de un apoyo económico, no se trata de que aumenten la ayuda humanitaria, que si bien es imprescindible para la mera supervivencia de la población en los campamentos de refugiados, no deja de ser un parche en el proceso de paz que sirve para tranquilizar conciencias. Se trata de que nuestros políticos apoyen en los órganos de decisión (Parlamentos autonómicos, Parlamento nacional y Parlamento europeo) el derecho del pueblo saharaui a su libre determinación, para que se celebre un referéndum en el territorio que ponga fin al conflicto. Ya está bien de buenas palabras y de decir públicamente que apoyan a la población refugiada. En enero de 2019 el Parlamento Europeo va a decidir si da o no su visto bueno al acuerdo de libre comercio entre Marruecos y la Unión Europea, que violando el Derecho internacional se aplica en los territorios ocupados del Sahara Occidental. Un rechazo a la propuesta del Consejo supondría un importante espaldarazo para las pretensiones del pueblo saharaui, y para que la Unión Europea respete de una vez el Derecho internacional. Es ahí donde se juega el futuro de los saharauis.

¿Tenéis pensado más iniciativas como esta para apoyar a pueblo saharaui?

Claro. Ya tenemos en mente otro proyecto de un doble CD, pero ahora con músicos españoles

 

Texto: Anabel Vélez

 

 

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