Es habitual que bandas populares sufran cambios de formación debido a causas mayores, y mucho más que estos sean mal valorados por el público. En parte, es el caso de Alice In Chains, pues para todos los oídos la voz de Layne Staley será siempre insustituible. Pero con Rainier Fog, William DuVall empata en cuanto a discos de estudio se refiere, y es sin duda el mejor de los tres que la banda ha lanzado en este segundo episodio. DuVall ya no es ‘’el nuevo’’, y su guitarra y voz han cuajado definitivamente con las de Jerry Cantrell, cerebro real detrás de las canciones. Grabado por primera vez en Seattle desde su reunión, el elepé se sustenta en los pasajes de guitarra para generar atmósferas crudas y pesadas, donde «Rainier Fog» es el corte más acelerado, y brillan las seudo baladas como «Fly» y «Maybe». Hay espacio para la inspiración y el homenaje a Chris Cornell en «Never Fade», y «All I Am» despide el álbum en una tonada creciente, como lo es el disco en su conjunto. Porque Rainier Fog es de esos discos bien producidos, que crecen en tu imaginario tras sucesivas escuchas, despacio, para acabar dándote cuenta de que Alice In Chains por fin se sienten en paz con su pasado, a gusto con su presente, y confiados con su futuro. Se gustan, y nos recuerdan que, pese a las desgracias, la vida continúa. Pero no basta con que continúe, sino que también hay que vivirla y disfrutarla.
BORJA FIGUEROLA
