Encuentros

Joana Serrat, la voz que viene de la niebla

Joana Serrat participa esta semana en el ciclo Curt Circuit junto a Marta Delmont, otra promesa de la música tradicional y de raíces impulsada por el gusto americano, el folk-rock y country-rock en la mejor onda. Joana interpretará temas de su último gran álbum hasta la fecha, «Dripping Springs», y Marta nos introducirá en el mundo de «Landlords», un segundo acierto en su carrera. Recuperamos esta entrevista que hicimos a Joana cuando apareció el álbum y que aporta una idea de la claridad que impone su música. Palabras mayores. Viernes 23 en la sala Barts de Barcelona.

La nueva grabación de la cantautora de Vic no hace más que ratificar que se trata de uno de los más firmes valores de la música nacional. Su voz seduce y su método de trabajo denota seguridad en si misma y la clara convicción de cuál es la dirección correcta en la que remar. Alabada a nivel interno y externo, su reputación a nivel internacional no para de crecer, Joana escribe canciones que ponen pausa y poesía al trajín de la vida diaria de aquellos que habitamos en el vértigo. Canciones ideales donde refugiarse o simplemente encontrar reposo. Perfectas para esos instantes en que recuperar el aliento es tan necesario como respirar. El tan buscado efecto terapéutico de la música. Y no solo enamora como artista, su discurso fascina, así que lo mejor será que dejemos paso a sus respuestas. No dejen de leer próximamente la entrevista completa, ya saben, la implacable dictadura de los espacios, en nuestra web. Inteligencia y clase.

¿De dónde procede Joana Serrat? ¿Qué artistas te han marcado más como interprete?

Me marcó mucho Neil Young. A los 11 años empecé a escucharle a través de los recopilatorios que mi padre se hacía en cassette. Me ponía el walkman y me iba a dormir con su música. Neil Young fue mi primer hogar y mi primer refugio. A los 22, Dylan me fascinó. Me obsesioné con su obra y su personaje. Empecé a escuchar sus discos en orden cronológico hasta llegar a Blood On The Tracks. Luego salté a Oh, Mercy y a Time Out Of Mind. Quedé atrapada en este disco durante meses. De ahí mi fijación por Lanois durante un tiempo y su uso de la reverb. Leía, compraba, miraba todo aquello que apareciera de Dylan. Con el tiempo, he vuelto a Young. Al escuchar su discografía me siento como en casa.

Con tu primera grabación obtuviste eco en medios internacionales. Eco que ha continuado con cada nuevo disco. Has recibido atención dentro de nuestras fronteras, pero… ¿Crees que tus canciones son más apreciadas o quizás mejor entendidas fuera de aquí?

No, para nada. A mis conciertos, aquí o allá, siempre ha venido público muy variopinto. La gente que ha venido a verme, o que ha comprado alguno de mis discos, nunca ha seguido un patrón concreto. Y si ha existido uno, ese es que mis canciones le han llegado dentro por algún motivo, tenga referentes musicales como los míos, o no. A veces, en lo que se refiere a canciones, todo es muy sencillo. Llegas o no llegas. Creo en el tópico de que la música es un lenguaje universal y sobre todo es comunicación. Podemos discutir si el público de ‘americana’ es más numeroso en Inglaterra, Alemania o en Holanda que en Catalunya y en España. Pero, aparte de esto, no creo que mi música se aprecie ni más ni mejor.

Foto: Joan Alsina

Vamos al presente. El disco anterior, Cross the Verge, surgía de la sensación de pérdida y de cambios que atravesabas. ¿Cuál es el punto de partida de este?

El punto de partida de este disco era escribir ya desde el otro lado de la orilla, una vez cruzado el umbral. Ya no hay espacio para la ingravidez. El nuevo disco habla de un renacer, como el florecer de la primavera después del largo invierno. Aunque «The Garden» todavía tiene esa herencia de Cross The Verge, el resto de temas son premeditadamente todo lo contrario. Buscaba canciones y sonoridades que tocaran el suelo. En el estudio, en plena grabación, aprecié que en cada canción me estaba despidiendo. Hay melancolía, es marca de la casa, pero no veo este disco nada triste. Al contrario, creo que es un canto a la libertad y al amor propio. Creo que es el más optimista que he hecho hasta la fecha. Como te decía, para mí es un despertar y es un nuevo inicio lleno de fuerza y una reivindicación de mí misma, sobre quién soy y lo que quiero, y sobre aquello que no me gusta y que señalo para no formar parte de ello.

También está muy presente la naturaleza. ¿Te condiciona el entorno natural que te envuelve a la hora de componer?

Pienso que forma parte de mi estilo. Si miro mis primeros textos, cuando de adolescente escribía poesía, ya encuentro en ellos referentes de nieve, lluvia, desierto y viento como elementos para describir mis sentimientos y ubicarme en mi entorno de entonces. Utilizar la naturaleza es algo que me surge de forma natural. Crecí en un entorno privilegiado y tuve una infancia idílica. Mis padres decidieron llevarnos a mí y a mis hermanos a una escuela en la cual nos enseñaban a ser críticos, a crear nuestra propia visión de las cosas, a relacionar en vez de empollar sin más, a aprender, a amar y a respetar la naturaleza, nos enseñaron a reciclar y las disciplinas artísticas tenían un papel importante en nuestra escolarización. Además, mis padres nos llevaban muchos fines de semana a la casa rural de unos amigos. Nos pasábamos el día jugando al aire libre. Tengo muy buenos recuerdos de ese tiempo. Supongo que estos años de niñez moldearon (también) lo que soy. Luego están las influencias literarias, de poetas como Robert W. Service y William Blake.

Para grabarlo te has puesto en manos del músico Israel Nash como productor tras dos discos con Howard Bilerman. ¿Necesitabas cambiar?

Sí, sentí que la etapa con Howard había terminado. Quería cambiar la metodología. En un inicio, quería alguien tomara mis canciones e hiciera con ellas lo que quisiera. Howard nunca fue intrusivo, nunca dijo como tenían que ser las canciones, y ahora buscaba a alguien totalmente opuesto. Quería que hiciera que mis canciones sonaran a través del filtro de un gran artista en el cual confiara ciegamente, que interviniera de pleno en la sonoridad y la estructura de las canciones. Pero mira, con Israel tampoco ha resultado ser así (risas). Es cierto que ha aportado ideas, pero él mismo me dijo durante las sesiones de grabación que era yo quién estaba guiando a todos los músicos, que yo tenía muy claro a dónde quería ir y que, al final, mi forma de trabajar era la misma a la que él y toda su banda estaban acostumbrados a hacerlo en sus propios discos.

Siempre has contado con acompañantes de lujo, pero en esta ocasión la alineación es de órdago. Además de Israel están Joey McLellan, Eric Swanson, Aaron McLellan, Josh Fleischmann, Dave Simonett y Dennis Love ¿Qué tal la química con ellos?

Ha sido una de las experiencias más bonitas de mi vida. Trabajar con ellos fue alucinante. Tanto a nivel musical como personal fue muy fácil conectar. Son tíos muy relajados y siempre dispuestos a hacer bromas y a pasarlo bien. Como profesionales me parecen impecables. Desde el momento en que me conocieron, en la fiesta que organiza anualmente Israel Nash durante el SXSW, hubo mucho respeto mutuo. Que alguien como Joey McClellan se siente una noche junto a mí en la hoguera mientras estábamos relajándonos y me pregunte si estoy contenta con su trabajo, que me confiese que quiere estar a la altura de lo que espero de él y de lo que necesitan mis canciones… Además de entrañable y humilde, me parece de un trato exquisito. Todos y cada uno de ellos venían y me preguntaban sobre su aportación. Con Ted Young, el ingeniero de grabación y mezclador, tuve química pura. Estábamos en total sintonía, hablábamos el mismo lenguaje sobre las canciones. Tuve la sensación de que siempre había estado allí y que formaba parte de aquel lugar y de aquel grupo de personas.

Escuchado a fondo no me cabe ninguna duda de que es tu disco más “americana”. Esas influencias siempre han estado ahí, pero creo que aquí se muestran de manera más diáfana… ¿Ya estaba pensado así o el hecho de grabarlo en Texas ha marcado el resultado final?

Era algo que tenía pensado. Eso es algo que la gente no suele saber de mis discos, pero tanto Dear Great Canyon (2014), como Cross The Verge (2016) y, ahora Dripping Springs, suenan como he imaginado antes de grabarlos, durante los meses de composición de las canciones y de la preproducción. Por eso he escogido para cada uno de ellos el productor, el estudio y los músicos que he creído convenientes. Mirando mis discos anteriores, observando sus luces y sus sombras, tenía claro que me apetecía un disco más homogéneo. Y bueno, las canciones que iban saliendo y la necesidad esta vez de que el sonido de mis canciones, como he dicho antes, tocara tierra firme, me llevaban a querer grabar un disco más rock. De hecho, y como precepto, la única condición que le puse a Israel y a la banda el primer día de grabación fue “no pop”.

Para finalizar. Ha habido polémica este verano con el tema de la poca presencia femenina en los carteles de algunos festivales. Siendo una mujer que se dedica a este negocio me gustaría saber cuál es tu opinión… ¿Sigue siendo un mundo de hombres?

Sí, sigue siendo un mundo de hombres mayoritariamente. Te puedo contar una anécdota que me pasó en un festival. El regidor de escenario me dijo que un canal de televisión quería conectar en directo durante mi actuación. Cuando le pedí si sabría en qué momento del programa conectarían, me dijo “Ah, para que puedas irte a retocar y estar bonita, ¿eh?”. Me pareció que dio por hecho que (como soy mujer) quería tener tiempo para ir y mirarme al espejo para salir luego bien en televisión cuando, en realidad, mi pregunta tenía una finalidad obvia: quería ser yo qui,o que si me contratas es porqueen decidiera qué canción iba a sonar en directo durante esos instantes de conexión y quizá eso me obligaría a hacer algún ajuste en el setlist. ¿Ese regidor le hubiera contestado lo mismo a un hombre? Seguro que no. No sé, para mí, el enfoque es otro. Si queremos que de verdad haya total igualdad de género, ante todo, tenemos que creer en la profesionalidad de nuestro oficio y dignificarlo. Quiero que se me trate como a un profesional, no como una mujer. Quiero que, si me contratas, sea porque crees que encajo en tu sala, festival, etc. Cuando voy al médico, no me pregunto si mi especialista es una mujer o un hombre, lo que quiero ante todo es que sea un buen médico, que me atienda bien y que me diagnostique correctamente.

Texrto: MANEL CELEIRO

 

+ INFO

Interrogada sobre la razón de titular el disco con el nombre de la ciudad donde fue grabado responde: “Me sentí muy libre. Creo que nunca me había sentido así. Sentí que pertenecía a aquel lugar, a aquellas personas que me estaban acompañando en ese viaje. El vínculo que surgió fue realmente muy bonito y creo que eso se refleja en el disco. Tuve que titularlo así, Dripping Springs, como homenaje, recuerdo y agradecimiento a uno de los momentos más felices de mi vida.”

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