Sorprende que jóvenes de veintipocos años canten de forma abierta a problemas vitales que deberían tardar en conocer y sufrir: la ansiedad, la depresión, el pánico. Parece que nuestra sociedad tiene un grave problema porque los ejemplos en los últimos años se cuentan por docenas, pero eso no es tema de esta breve reseña. Lo que nos ocupa es el tercer álbum de la norteamericana Liza Anne, publicado con el explícito título de Fine but Dying. Un trabajo repleto de confesiones, de lucha contra los problemas mentales («Paranoia», «Panic Attack») y de relaciones fallidas («Socks», «I Love You, But I Need Another Year», «I’m Tired, You’re Lonely»). Arranca, por cierto, de forma engañosa: «Paranoia» tiene un aire despreocupado y contundente que nos hace preguntarnos si estaremos ante la próxima Courtney Barnett. Impresión que se alarga durante dos o tres canciones más antes de deslizarse suavemente hacia ¿la nueva Sheryl Crow?, ¿o quizás la nueva Alanis Morissette?, y finalmente rendirnos a la evidencia: estamos simplemente ante otra Angel Olsen o Natalie Prass. Lo cual no es necesariamente malo, pero Liza Anne ofrece algunos indicios, tanto en su faceta más enérgica como en los temas acústicos más íntimos, de que puede apuntar más arriba.
FIDEL OLTRA