Reposición del clan básico, no hay en lo nuevo de los holandeses colisiones directas entre su recia, sobria y electrizante lectura del punk más avanzado y fortificante con el aporte de creadores externos al intrínseco núcleo de Andy Moor, Katherina Bornefeld, el fundador Terrie Hessels y un Arnold de Boer que, voz y guitarra, complementa sin fisura alguna a las guitarras barítono de los dos primeros y a la batería de la tercera. Tan bueno como lo mejor de su pasada y prolífica trayectoria, muestran estas nuevas canciones-documento —significativamente completadas con un libreto con fotos de Moor— las huellas de aquellos chispazos hallados al entrar en contacto con algunas de las más intensas células del jazz libre —la colaboración con Mats Gustafsson, Ken Vandermark, Roy Paci y Wolker Weirbos en el proyecto The Ex & Brass Unbound— o la música etíope más convulsa y vital, de cuya presencia en el imaginario rock de este siglo son, en buena medida, responsables. Grupo poroso, abierto a las influencias ajenas, el funcionamiento de The Ex excluye de manera natural lo parasitario; su método, estricto, exigente, loablemente jubiloso e impregnado de una generosa vocación humanista y popular que restituye la belleza y esplendidez de esos conceptos ya casi olvidados, muestra su plenitud en un conjunto de diez canciones que, extendidas hasta casi una hora de duración, se muestra singularmente conciso, dinámico y febril.
JOSÉ LUIS TORRELAVEGA