Ganas tenía de escuchar nuevas canciones del autor de Dolls of Highland (2016), un álbum que describí como sorprendentemente maravilloso. Que no era un fichaje prometedor, sino una realidad —dije—, y lo ratifico ahora continuando donde lo dejé. Este es otro puñado de buenas canciones donde manda la armonía, todas impregnadas de Bowie y Dylan. Su voz sigue sonando peculiar pero sincera, y aunque exageradamente dramática, resulta convincente, ya sea por la intensidad de su interpretación, por sus letras, o por… lo que sea. Pero convence. Y, sin embargo, ha perdido —eso sí— algo de frescura, aunque no la capacidad de sorprender. Haber abandonado la solitud de su cuarto y el portátil para grabar en un estudio de grabación hace que las canciones suenen algo más ricas y llenas. «Fever Dream Girl» es un tifón que se prolonga hasta «The Rager», una balada sureña sin desperdicio. Pero si afirmo que mantiene la capacidad de sorprender es por piezas como «Belmont (One Trick Pony)», un enérgico corte de rock’n’roll que parece querer demostrar que también sabe sonar contemporáneo. «Slick & Delta Queen» es otro folk erizante que, con todo, confirma la increíble capacidad que tiene este joven para construir melodías con letras desde lo más sentido. No me tiembla el pulso si escribo que Kyle Craft tiene talento para escribir MÚSICA. Con mayúsculas.
BORJA FIGUEROLA