Pese a que no soy un devoto de Eli ‘’Paperboy’’ Reed, como músico y compositor sí creo que puede dar razonablemente la talla, su voz, aguda, un tanto nasal, muy blanca, la vivo como una barrera para el disfrute total de un repertorio que, con otras cuerdas vocales, daría mucho más. Dicho esto, mentiría si dijera que este disco —suerte de experimento que combina el repertorio de Reed con la contundencia de una big brass band— nos regala algunos momentos por los que vale la pena echarle la oreja. Es el caso de «Walkin’ and Talkin’», a medio camino entre un Willie Tee primerizo y una línea armónica a la Chi-Soul pero cuyos disruptivos arreglos de viento nos catapultan, en un momento dado, al jazz de big band que bebe de Basie y Ellington. Salvando, claro está, las debidas y largas distancias. «I’m Gonna Get Back at Cha», es un buen tema de funk que fácilmente recuerda las producciones más sincopadas de un André Williams o Jon KaSandra y, nuevamente, los metales funcionan de maravilla. Lo que chirría, aquí mucho, es la voz de Reed. «Name Calling» es, sin duda, mi momento favorito del álbum, con su aroma a Memphis crossover a lo Willie Mitchell, y el tema grabado para la ocasión, «As I Breathe», nos retrotrae al Stevie Wonder de 1966: ese sonido Motown fresco, positivo y entusiasta. El resto del álbum oscila entre temas que funcionan más o menos bien, como «Take My Love for You», hasta temas que combinan pero la inclusión de los vientos, como «WooHoo». Lo más olvidable de esta colección de canciones es la terrible versión de Beyoncé, «Love on Top», que marca el eslabón más bajo dentro de un disco desigual pero a momentos notable cuya ejecución en directo sin duda merecerá mucho la pena.
ALBERTO VALLE