Con un núcleo formado por Kima Thompson —hija de Richard y Linda— y su marido James Walbourne —guitarrista de Pretenders, Ray Davies y otros cuantos primeros espadas— ya vamos bien. Además, tras la batería se sienta durante todo el álbum Cody Dickinson, al cual creo que ya conocemos y sabemos que no toca con cualquiera y que es garantía de una base sobria a la par que creativa . El segundo elepé del matrimonio fue grabado en directo en el estudio, como Neil manda. El hecho de inmortalizarlo en Nashville no camufla el origen londinense de la banda. Las referencias a la ciudad son abundantes y las sonoridades tienen mucho más que ver con el folk rock británico que con las americanadas tan en boga hoy en día. Los genes tiran, pero no suena derivativo en absoluto, no está hecho con plantilla, aquí hay canciones y tanto James como Kima tienen una personalidad muy marcada. James, en concreto, es un guitarrista muy original, lo cual es de agradecer en un campo en el que das una patada a una piedra y te salen siete corrededos que se saben todos los riffs del diccionario. En disco alcanzan un notable muy alto, pero es en directo donde son sobresalientes. Los padres de ella pueden estar bien orgullosos. Bueno, los de él también, supongo.
JAVIER H. AYENSA