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Diario de grabación del disco Almería Gone Guy de Mario Cobo (Parte 1)

En esta casa siempre hemos prestado especial atención a los movimientos de Mario Cobo, así que cuando Marco Antonio López nos propuso escribir un diario de grabación de su nuevo EP, no pudimos resistirnos. Este es el resultado.

Día 1

2 de octubre

 

Son las ocho de la tarde. Es de noche. Me he apeado del tren en Lorca-Sinuella, Murcia. Mario aún no ha venido a recogerme. Perdona bro, tardo unos minutos, me dice. El bar de la estación es como todos los bares de estación, padece de otoño. Y el humo del café se eleva espeso quizá para reconfortar al destino que como las hojas de los árboles en esta época del año cae al suelo mecido pero lento. En los cristales de las ventanas se suceden las hidalgas sombras de los viajeros. Curiosamente suena Men in Black de Johnny Cash y yo voy de riguroso negro, incluso el sombrero. El camarero es amable con los forasteros. Me pregunta cómo me gusta el café americano, si vengo de Barcelona y si vengo por placer o por trabajo. Sé que por estos lugares si me pido un americano me puedo encontrar con un combinado elaborado a partir de nuez de cola y nada menos que con treinta grados de alcohol.  ¿Por qué no pregunta, ya que regenta una cafetería a orilla de las vías, si vengo sencillamente por alejarme? Hago una foto del andén y la cuelgo en Instagram. Vengo a grabar un disco.

El viaje ha sido largo. Me duele el culo. Porque a pesar que, al menos en su interior, no he visto grandes diferencias entre este Talgo y el Ave, los dos disponen de cafetería, ochos horas me siguen pareciendo demasiadas. Las he ocupado leyendo la prensa, las barbaridades que cuelga la peña en el Facebook tras la jornada calentita de ayer (con lo del referéndum y eso), poemas sueltos del Entre las doce y las cinco de Maite Doñágueda y un par de capítulos del Probaréis el frío acero de mi venganza de mi compi Pascual Ulpiano. También he aprovechado para estudiar un poco. No he escrito nada. Últimamente me cuesta pero la buena noticia es que me acabo de poner.

Mientras viajaba, Mario me ha enviado un nuevo tema, solo el boceto, o la idea, para añadir a los otros dos que ya nos envió tanto a mí como a Alfonso, el bajista que completará la banda. Esto me ha permitido aparcar la lectura un rato. Me dolía la vista. El tema en cuestión todavía se llama Love you more y suena a Pop Corn. Estamos buscando las referencias rítmicas en el Funnel ol love de Wanda Jackson o en el Monalisa de Carl Mann. En el tren intenté visualizar un posible ritmo. Los cientos de pasajeros de los trenes, metros, aviones, barcos y demás medios de locomoción con los que me he cruzado durante mi vida aún me miran perplejos cuando interpreto nuevos ritmos con las palmas de mis manos sobre mis muslos o repiqueteo con los dedos en cualquier superficie que se precie.

Mario ha llegado. Hoy dormiremos en Almería.

 

Día 2

 

El sol es espléndido. Vamos en dirección a Vera, concretamente a las afueras, un no tan pueblo de unos 15000 habitantes. Durante el trayecto hablamos de música. Iba a decir que nos ponemos al día pero no hace falta ya que Mario fue el artista invitado el pasado viernes con motivo de la segunda presentación en Badalona de mi Versos Jugados, mi último libro. Y dado que él actuó en el pasado Azkena le pregunto por Chris Isaak, por su puesta en escena, y sobre qué opina de su First come the night. Coincidimos, cuando hablamos del panorama actual, en Pockey LaFargue aunque sigo sin comprender porque el Live in Holland carece de batería. También me habla de un disco de Link Wray, de título homónimo, del 71 y que desconocía. En Vera pasaremos un par de días antes de marchar a Granada donde nos espera el estudio de grabación.

Después de comer y de sestear bajo un sol amoscado, Mario me ha mostrado las diferentes opciones para completar el EP. Han de ser cuatro los temas y nos falta uno. Una de las opciones sería el Down Tools que ya grabamos para un programa de televisión y que este año volvimos a hacerlo para un posible single bajo la voz de Agustí Burriel. Al final nos hemos decantado por una instrumental que se ha sacado de la chistera. Una instrumental a medio tempo cuyo mérito radicaría en mantenerlo. Mario dispone de infinidad de propuestas, de ritmos que aún no han llegado a ser del todo canciones guardaditos en sus clasificados archivos, El último Soul twist, podría llamarse la escogida. Ahora estamos mirando posibles riffs que le vayan bien. ¿Un toque de surf? ¿Dick Dale? Es una cuestión de cadencias. Por otro lado estoy empapándome de los ritmos de Dick Balridge, baterista del primer George Barnes. Ya puestos también me he tirado la tarde escuchando a Cliff Leeman ¡por Dios! que manera de caminar. Mario insiste en que me empape del ritmo de Spooky del propio Barnes. Yo escucho, quizá por el amor a las huidas, el I´m a lonesome fugitive de Merle Haggard.

Es más de media noche y hace una noche americana magnífica que invita a pasear por el campo. Me han explicado qué es la noche americana. Recuerden esta expresión. Me ha parecido fascinante. La luna, en lo alto, provoca un efecto de plateada luz sobre la yerba como si de un gigante foco se tratara, no necesitando ningún chisme eléctrico para poder ver e incluso pasear. Como si se fuese a rodar un exterior y los focos ya estuvieran preparados. Bajo este fenómeno lumínico puedo estirar las piernas, desperezarme de los últimos restos urbanitas aún impregnados en la tejana tela de los levis. Aquí, en este rincón escogido, repaso una vez más, con el oído, las cuatro canciones que hemos de grabar. Y no sé cuanto hace que no escribo verso alguno. Apenas nada. Pero desde ayer, aunque de momento solo en mi cabeza, ya se gesta el poema que seguro tratará sobre esta luna.

Día 3

 

I´m walking through streets that are dead… Desayuno un café americano en una taza promocional del último concierto de Loquillo en Las Ventas. A su vez, escucho el Love Sick de Dylan. Mario se ha ido al pueblo a cortarse el pelo ya que aparte de la grabación también tenemos sesión fotográfica. Me he quedado solo en el rancho. Mientras miro al techo como quien busca inspiración, escucho otra vez la demo con los cuatro temas que vamos a grabar.

Después de la siesta y de ser pasto de las moscas (están pesadísimas, como dice Machado, devoran todas las cosas), Mario me ha citado en su estudio. Ha cambiado el ritmo del From underground, uno de los cuatro temas. Quiere darle, seguramente movido por la temática de la letra, un toque más siniestro. Hemos cuadrado un ritmo de batería en el ordenador y lo damos por bueno a la espera de ver cómo sonará mañana con el instrumento real. Vamos a quitarle la bordonera a la caja. Que suene un poco Cramps. Oscuro. En este tipo de composiciones hay que ser cuidadosamente escrupuloso a la hora de aplicar los breaks con tal que no alteren la propia esencia de la misma. Hemos repasado el resto de las canciones. Al no estar del todo cerradas, por más que ahora busquemos ritmos, no quedará otra que completar el trabajo directamente en el estudio. El reto a mi juicio es embriagador.  Más tarde y para matar el rato hemos echado la vista atrás y hemos escuchado viejas canciones del Good luck, good friends and good rocking, primer larga duración de Nu Niles. El año que viene se cumple el veinte aniversario de este disco. Y nos miramos callados ¿Quién sabe? Le pido que me deje escuchar el último trabajo de Red Rombo Push&Play y el Summer Camp Blues de Malacara&Wilson, ambos muy recientes y producidos por el propio Mario.

A través del messenger se ha puesto en contacto conmigo la periodista barcelonesa Alejandra Conejo. Me quiere proponer algo. Le digo que le contesto en unos días. Apago el móvil.

 

Día 4

 

Las seis y media de la mañana: ducha, café, más café para el camino (Mario tiene dos tazas térmicas e individuales que son la ostia), y carretera. La carretera que tira hacia Granada pasa necesariamente por el desierto almeriense. ¡De película! Todo son anuncios de poblados: Texas Hollywood, Río Bravo, Poblado Leone y no sé cuantos más. Según Mario este último poblado lo hizo levantar el propio Leone en vistas al negocio. Paradita, bocadillo, Coca-Cola, una dosis rural de carretera secundaria que nos recuerda cuando recorrimos la mítica ruta 66, y continuamos. Como banda sonora escogemos el On the go de Big Sandy and the Fly Rite Trío, el recopilatorio de tomas desechadas So why didn´t do you that de firts time? de Dion, el Moody blue del Rey y el Funhouse de Danny Gaton. El sol nos dibuja el paisaje hasta amarillearlo y el desierto deja paso a la piedra caliza de Guadix. Luego, una variedad enérgica de diferentes aromas penetran orientales e insolentes por la ventanilla, la frondosa vegetación del legendario reino. Entramos en Granada.

Sin tiempo para pasar por el hotel nos desplazamos directamente al estudio situado en Pinos Puente, un pueblecito pegado a la ciudad. Nos recibe Alberto Chamorro, el técnico de sonido. Descargamos. Y al poco llega Alfonso Alcalá, el bajista que  grabará el disco y  compañero de Mario en la banda de Loquillo. Alfonso, a pesar de su juventud, tiene a sus espaldas una carrera sólida donde además de con Loquillo ha tocado y grabado para Kenny Wesley, Leiva, Ariel Rot o incluso para el mismísimo Enrique Morente. Retoño de un antiguo miembro del patronato de García Lorca, creo que me voy a hinchar a hacerle preguntas sobre el tema. Me gustan sus camisas western y siempre luce una barba perfectamente recortada. Sonobalance, el estudio de grabación, está situado en la primera planta de una pequeña nave industrial y la sala de grabación es amplísima. Vamos a estar cómodos. Mario coloca su set de guitarras: Tele Bull Skull Custom, General Vintage TV Yellow, Fender Bass VI, Telecaster etc A mí me ofrecen una batería Yamaha Maple custom absolute pero a pesar que los parches Evans me gustan me decanto por una Dw de la gama Collector´s series (Gold galaxy finishply), con bombo de 22 ¡Ou yeah! Lo primero que quiero hacer es destensar el parche del bombo para comenzar a buscar el sonido que el pedal (también Dw, el modelo 5000, un clásico), ha de sacarle. Ha de sonar grande. Mucho más aún debido al montaje que tenemos preparado puesto que para la batería tan solo vamos a utilizar dos micros y es posible que en la mezcla sacrifiquemos incluso uno. Hay que tener en cuenta que uno de estos micrófonos es un Rca 77dx.

Tras las primeras pruebas Mario envuelve la maza del bombo con un trapo. ¡Habemus sonido! De platos utilizo un juego de la serie K de Zildjian y me siento afortunado al poder usar por vez primera el Cusstom Flat Top Ride de la también Zildjian. ¡Dios! Cómo suena. Alfonso utiliza un contrabajo alemán contrachapado con cuerdas de tripa (excepto la cuarta, de núcleo sintético y entorchado metálico), una pastilla K&K y un previo Fishmann Platinum Pro. Dos micros: un Neumann U47 y un Altec 639ª (años 50´s). Como la grabación también requiere de bajo eléctrico se ha traído su Fender Mustang con cuerdas planas, Epiphone Jack Casady semihueco.

Ha llegado Iuli, la fotógrafa que convivirá con nosotros durante la grabación y que inmortalizará lo que esperamos sean los mejores momentos. Mientras escribo esto no paro de escuchar el disparador. Dispondremos de bastante material gráfico.

Mientras Antonio prepara la microfonía, el trío hemos ensayado para ver cómo quedaban los últimos arreglos del From the underground. Mario nos ha puesto el Restless de Johnny Kidd para que cojamos la onda.  Listos ¡A grabar! Claqueta a 140 y en cuatro tomas ya la tenemos. Hemos empezado con buen pie. Nos vamos a comer.

Distendidos, Mario bromea y delante de Alfonso me dice que éste es el chico de las opciones, que siempre tiene otro plan por si acaso. Y como buen anfitrión en vez de elegir por todos ofrece alternativas. Al final nos hemos sentado a la mesa de la terraza interior ornamentada con motivos arábicos del restaurante Montserrat. Bromeamos sobre que nos hemos tenido que venir a la otra punta de España para acabar en un sitio de nombre Montserrat. La comida bien. La tertulia, ya se sabe: el monotema que domina estas fechas todas las tertulias, no somos marcianos.

Regresamos al estudio y nos proponemos arriesgamos. Vamos a sacarnos de encima la que creemos más difícil de ejecutar que además de ser la más lenta es la que tenemos menos arreglada. La vamos tocando. Nos vamos haciendo con el groove y vamos cambiando arreglos según la toma que vamos dejando atrás. Camina. Y cada vez camina mejor. Yo he descartado unos redobles base y a Mario le gustaría que los incorporara aparte con mazas y en el goliath como si se tratase de un timbal de pie de 22´ para que tenga un cariz orquestal. En éstas que escuchamos a Roy Orbison en su etapa MGM. Mario se encuentra ahora grabando la guitarra solista. Va a quedar fantástica. Aún no tiene nombre.

Es tarde. Llevamos muchas horas en el estudio pero el cuerpo nos pide más. Estamos óptimos. Enchufadísimos. Es por esto que vamos a probar la instrumental que está bastante abierta, sin estructura y arreglos pero, venga va, a por ella.

— ¡Recordad! —Mario está de subidón y se le nota—. Paramos después de la intro, en la segunda estrofa no y ya no paramos hasta después del solo. ¿Oído?

Llevamos este estilo en el adn. De algo servirá que hayamos tocado durante más de una década en Surfones. Y de hecho el tema está caminando de puta madre. Lo dejamos aquí.

Alfonso nos conduce a Granada. Debe ser las nueve de la noche. Primero Mario y yo iremos al hotel donde nos hospedamos para al menos dejar las maletas. Nos veremos con Alfonso más tarde. Vaya cola que hemos tenido que hacer. Hemos tenido la mala suerte de llegar a recepción justo después que llegara una excursión de una veintena de portugueses que además se han registrado, en lugar de como grupo, uno a uno. Y a pesar que hablamos de un cuatro estrellas solo dispone de una recepcionista, simpática ella, con ese acento gracioso que usa la hache fricativa (común en la Andalucía oriental), pero vamos, una. Desde el Hotel nos desplazamos caminando por el Bulevar de la constitución hasta la zona estudiantil, ocasión que he aprovechado para sentarme en el banco donde el escultor Juan Antonio Corredor erigió su Lorca. Para cenar, las famosísimas tapas. Se nos suma María. La conversación en la cena ha sido distendida. Y para desconectar de tanta música, y como estamos saturados de la política que estos días lo envuelve todo, la hemos derivado hacia la alimentación y costumbres de la tierra. Por poner un ejemplo hasta hemos hablado de la cultura y folclore que rodea al atún, en especial de la almadraba.

De vuelta al hotel, paseíto nocturno, de nuevo por la acera de granito del antes citado bulevar, con sus inclinados parterres donde crecen los rosales y flanqueado a ambos lados por los típicos laureles y por otro árbol que desconozco pero que según me cuentan ocupan el lugar donde antes se alzaban majestuosos los álamos. Lo que sí reconozco son ejemplares de lo que llaman el árbol del amor. Cuentan que las flores de este árbol crecen en las ramas antes que las hojas y que su manifiesto color lila es toda una bienvenida en primavera. Y todo bajo mi obsesiva luna de Granada. Una paradoja: al árbol del amor también se le llama de Judas, y que fue en una de sus fuertes ramas donde el Iscariote se ahorcó. Una vez escrito esto último, a dormir.

 

Texto: Marco Antonio López Vilaplana

Fotografía: Iulana Dragoi

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