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Mr. Big + The Answer + Faster Pussycat, Sala Razzmatazz (Barcelona)

 

Acercarse a un triple cartel de estas características en una Barcelona de ambiente ciertamente enrarecido, era casi como presenciar la llegada de una nave espacial extraterrestre a tu ciudad. Tres bandas cuyo concepto musical está en el extremo opuesto del clima serio y apesadumbrado de la capital catalana, pero que confirmaron que el poder evasivo y en cierto modo curativo de la música es infalible. No en vano Faster Pussycat y Mr. Big encarnan perfectamente el espíritu de una era hedonista y superficial que, tras quedar sepultada sin dejar casi rastro por el grunge, se muestra como una feliz anomalía en la actualidad. Con un horario más propio para escolares, Faster Pussycat abrieron la noche con buena respuesta y una más que digna encarnación para unos veteranos cuya gloria pasada aún se vislumbra en su actitud. Los irlandeses The Answer, llamados hace una década a algo grande en el rock europeo, tuvieron más espacio para lucir su fiable directo y, aunque han quedado en una posición de teloneros de lujo y de giras propias por pequeños espacios, cuentan con un repertorio y una personalidad propia muy destacable. Cuando acometieron el “Come follow me” final, la sala ya presentaba un magnífico aspecto y el ambiente propicio para que Mr. Big tomaran el escenario con un potente “Daddy, brother, lover, little boy”, coreado apasionadamente por el público.

No faltó el clásico de las Makitas para los solos finales de guitarra y bajo, y la certeza de que la diversión estaría asegurada durante toda la noche, ya que los miembros de la banda, con un Eric Martin especialmente alegre, afrontaron el concierto con actitud desenfadada y relajada. Poco a poco, con un repertorio que no olvida ningún trabajo en estudio de los de San Francisco, fueron cayendo temas potentes como “American Beauty”, “Alive and kicking”, “Price you gotta pay”, “Everybody needs a little trouble” o “1992”, con canciones más sosegadas, en las que el bueno de Pat Torpey, aquejado de Parkinson, apoyó en la percusión a la banda, e incluso, en el momento más emotivo de la noche, se puso tras los parches para tocar “Just take my heart”.

Apoyados en la infalible técnica de Gilbert y Sheehan, y la más que notable forma vocal de Martin, Mr. Big fueron conformando un concierto cada vez más sólido y compensado, fresco y dinámico, en el que las miradas a “Lean into it”, “Mr. Big” y “Bump head”, de la que rescatan una acelarada “Wild World”, dieron la medida de la absoluta grandeza de esta banda. Solo hay que escuchar “Colorado Bulldog”, “Addicted to that rush” o “Temperamental” para verlo, y el público, entregado y feliz al final de la noche, así lo reconoció. Mr. Big siguen siendo grandes, y pese a que no son la banda incendiaria que a principios de los 90 no tenía rival en su género, en estos tiempos extraños, siguen volando por encima de sus coetáneos, a una altura inalcanzable.

Texto: Sergio Rodríguez

Foto: Xavi Mercadé

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