Puesta en escena minimalista con una mesita con zumo de frutas, micro vintage y Micah P. Hinson solo con su guitarra acústica, decorada con varios slogans como “This machine kill fascists” y su nombre en el lomo. Así, cual trovador, el tejano abordó con su profunda y expresiva voz la presentación de su último álbum The Holy Strangers, lejos del glamour de anteriores visitas como la del Palau de la Musica y las de Apolo. Con sus habituales introducciones y monólogos nos introdujo en las historias familiares de su moderna opera folk, según su propia descripción, con su dicción a veces arrastrada y ante un público sorprendentemente atento y respetuoso. Sencillos rasgueos en The Great Void y en otros temas del disco que salpicaron su escueta y algo breve actuación en la sala mediana de Razzmatazz. Momentos estelares con Lover´s Lane y Oh Spaceman! (compuesta para su hijo) y en la que se dirigió al público para averiguar si había algún niño presente.
Prescindió de los instrumentales y del spoken word de Micah Book One , con puntuales recuerdos a su obra anterior como God Is Good , Take Off That Dress For Me y She Doesn’t Own Me. Repitiendo el estribillo de The Last Song cerró el bloque central de su emotivo concierto que no superó los 70 minutos. Se despidió con un breve bis de unos escasos 5 minutos en el que versionó This Old Guitar, registrado en su disco de covers All dresses up and smelling of strangers.
Texto: Joan Corbera
