Estupendo plan el que se presentaba en la barcelonesa sala. Tres bandas nacionales que bajo la heterogénea bandera del metal extremo se disponían a corroborar (una vez más) que la escena extrema es una de las que mejor salud goza en este país.
Los primeros en subir al escenario fueron los locales Onirophagus, a los que ya había podido ver sobre las tablas en alguna otra ocasión. Y nuevamente volví a disfrutar de su propuesta; doom metal vieja escuela con muchas reminiscencias de Paradise Lost o My Dying Bride por poner dos ejemplos. Con una puesta escénica sobria pero con dominio de las tablas descargaron sus extensos, lentos y densos temas captando sobradamente la atención del público. Sigue llamando la atención que una banda de estas características se sirva de tres guitarristas, pero la verdad es que la cosa funciona, ya que consiguen crear una base óptima que mezcla técnica y agresividad para que el vocalista Paingrinder pueda dominar todo el cotarro con sus registros guturales. Soberbios tanto en la ejecución de temas de su primer disco Prehuman («Baikal» o «Ceremonial Swamp») como en las nuevas tonadas que presentaron que se incluirán en su próximo álbum a editarse en 2018. La cosa llegó a su fin con dedicatoria a Chiquito de la Calzada, ya que no todo va a ser oscuridad y drama en el género.
Los siguientes en tomar las tablas fueron los sevillanos Womb. Y lo suyo fue por otros derroteros, death, doom y black metal permeable a diversas influencias, entre ellas la psicodelia. Mucha intensidad en su propuesta, pero que genera que su puesta en escena sea un poco estática, imagino que queriendo dar toda la preponderancia a la música y a las atmósferas. Solventes, interesantes y con ganas de decir muchas cosas gustaron pero creo que lo suyo es de recrearse más en el estudio que en el escenario.
Y finalmente llegó el turno de las cabezas de cartel; los gallegos Lóstregos. Black metal en el idioma galaico y con textos paganos sobre meigas y los bosques de su tierra. Y lo cierto es que lo petaron. Su potente imagen aunada con una energía infinita y su black metal con sobrada influencia del metal más clásico puso las pilas a todos los presentes. Sin apenas pausas fueron cayendo temas de su última referencia discográfica Lendas Baixo a Luar como «Señor Dos Oscuros Dons» o «Gallaecia» que no paraban de agitarnos la mente y el cuerpo. Fueron sólo sesenta minutos, pero de tal intensidad que nos dejaron anonadados, y sin saber cómo reaccionar tras su abandono casi punk del escenario.
En resumidas cuentas otra velada a recordar, y es que nada mejor para desintoxicarse de tanta vieja gloria venida a menos que un poco de metal extremo, género en constante movimiento y renovación.
Texto: Xavi Martínez