Jason Molina siempre fue un misterio, un ser hermético que apenas concedía entrevistas, renunciaba a incluir demasiada información en los créditos de sus discos y dejaba intuir a través de su música los demonios que terminaron por matarlo. Cuando su enorme voz desapareció comenzaron las reediciones necesarias y los merecidos homenajes, pero faltaba luz sobre la persona y su esquiva trayectoria. Por eso el libro de Osmon es tan necesario, en él se mapea un cancionero casi inabarcable y una biografía muy poco conocida. Pero lo que es más de agradecer es la calidad de la prosa y la documentación que lleva a cabo la periodista de cara a la difícil tarea de retratar a Molina, una personalidad que, gracias al minucioso cotejo de testimonios y entrevistas a familiares y compañeros de profesión, se perfila poco menos que contradictoria. A través de estas doscientas páginas conocemos a un músico que se mueve por impulsos, casi en secreto, que mentía y desdibujaba la realidad que lo rodeaba a la vez que construía con mano firme una de las obras más valiosas y emocionantes de los últimos veinte años. Fascinante y esencial.
SAÚL IBAÑEZ