La nueva grabación de la cantautora de Vic no hace más que ratificar que se trata de uno de los más firmes valores de la música nacional. Su voz seduce y su método de trabajo denota seguridad en si misma y la clara convicción de cuál es la dirección correcta en la que remar. Alabada a nivel interno y externo, su reputación a nivel internacional no para de crecer, Joana escribe canciones que ponen pausa y poesía al trajín de la vida diaria de aquellos que habitamos en el vértigo. Canciones ideales donde refugiarse o simplemente encontrar reposo. Perfectas para esos instantes en que recuperar el aliento es tan necesario como respirar. El tan buscado efecto terapéutico de la música. Y no solo enamora como artista, su discurso fascina, así que lo mejor será que dejemos paso a sus respuestas. Inteligencia y clase.
El pop / rock hecho en Catalunya se mueve en unas coordenadas muy características. Artistas como tú sois una rara avis. No solo por cantar en inglés si no por el tipo de música que interpretáis. No es lo habitual. ¿De dónde proviene Joana Serrat? ¿Cuáles son tus raíces musicales? ¿Qué artistas te han marcado más como interprete?
Me marcó mucho Neil Young, crecí con él. A los 11 años empecé a escucharle a través de los recopilatorios que mi padre se hacía en casete. Escuchaba su música haciendo los deberes, cuando dibujaba, escribía en mis libretas o al meterme en la cama. Me ponía el walkman y me iba a dormir con su música. Neil Young fue mi primer hogar y mi primer refugio. A los 22, Dylan me fascinó. Me obsesioné con su obra y su personaje. Empecé a escuchar sus discos en orden cronológico hasta llegar a Blood On The Tracks. Luego salté a Oh, Mercy y a Time Out Of Mind. Me quedé atrapada en este disco durante meses. De ahí mi fijación por Lanois durante un tiempo y su uso de la reverberación en la ambientación. Leía, compraba, miraba todo aquello que apareciera de Dylan. Con el tiempo, he vuelto a Neil Young. Al escuchar su discografía me siento como en casa.
Con tu primera grabación ya obtuviste eco en medios internacionales. Eco que ha continuado con la edición de cada nuevo disco. También has recibido premios y atención dentro de nuestras fronteras pero… ¿Crees que tus canciones son más apreciadas o quizás mejor entendidas fuera de aquí?
No, para nada. A mis conciertos, aquí o allá, siempre ha venido público muy variopinto. La gente que ha venido a verme, o que ha comprado alguno de mis discos, nunca ha seguido un patrón muy concreto. Y si ha existido uno, ese es que mis canciones le han llegado dentro por algún motivo, tenga referentes musicales como los míos, o no. A veces, en lo que se refiere a canciones, todo es muy sencillo. Llegas o no llegas. Creo en el tópico de que la música es un lenguaje universal y sobretodo es comunicación. Podemos discutir si el público de ‘Americana’ es más numeroso en Inglaterra, Alemania o en Holanda que en Catalunya y en España. Pero, aparte de esto, no creo que mi música se aprecie ni más ni mejor. Y del reconocimiento de la prensa aquí, estoy realmente contenta y agradecida.
Bueno, vayamos a por la actualidad…El disco anterior, Cross the Verge, surgía de la sensación de pérdida y de cambios que atravesabas en aquellos momentos. ¿Cuál es el punto de partida de este nuevo trabajo? Las letras van cargadas de melancolía y de un ensueño casi onírico… El punto de partida de este disco era escribir ya desde el otro lado de la orilla, una vez cruzado el umbral. En Dripping Springs ya no hay espacio para la ingravidez. Creo que el nuevo disco habla de un renacer, como el florecer de la primavera después del largo invierno. Aunque «The Garden» todavía tiene esa herencia de Cross The Verge, el resto de temas son premeditamente todo lo contrario. Buscaba canciones y sonoridades que tocaran el suelo. En el estudio, en plena grabación, aprecié que en que cada una de las canciones de Dripping Springs me estaba despidiendo. Melancolía hay, es marca de la casa, pero no veo este disco para nada triste. Al contrario, creo que es un canto a la libertad y al amor propio. Creo que es el disco más optimista que he hecho hasta la fecha. Como te decía, para mí es un despertar y es un nuevo inicio lleno de fuerza y una reivindicación de mí misma, sobre quién soy y lo que quiero, y sobre aquello que no me gusta y que señalo para no formar parte de ello.
También está muy presente en ellas la naturaleza. Tormentas, ríos, montañas, viento, niebla… ¿El entorno natural que te envuelve te condiciona a la hora de escribirlas?
Pienso que forma parte de mi estilo. Si miro mis primeros textos, cuando de adolescente escribía poesía, ya encuentro en ellos referentes de nieve, lluvia, desierto y viento como elementos para describir mis sentimientos y ubicarme en mi entorno de entonces. Utilizar la naturaleza es algo que me surge de forma natural. Crecí en un entorno privilegiado y tuve una infancia idílica. Mis padres decidieron llevarnos a mí y a mis hermanos a una escuela en la cual nos enseñaban a ser críticos, a crear nuestra propia visión de las cosas, a relacionar en vez de empollar sin más, a aprender a través del entorno, a amar y a respetar la naturaleza, nos enseñaron a reciclar y hacíamos adobo para el huerto que teníamos y las disciplinas artísticas tenían un papel importante en nuestra escolarización. Además, mis padres nos llevaban muchos fines de semana a Can Font (en Ciuret, Osona), a la casa rural de unos amigos que son como familia y que crían sus ovejas y sus corderos. Nos pasábamos el día jugando al aire libre en ese entorno rural. Tengo muy buenos recuerdos de ese tiempo. Supongo que estos años de niñez moldearon (también) lo que soy. Luego están las influencias literarias, de poetas como Robert W. Service y William Blake. Siempre me he sentido muy propensa al uso de la falacia patética.
Para grabarlo te has ido hasta Texas y te has puesto en manos del músico Israel Nash como productor tras dos discos con Howard Bilerman a los controles. ¿Necesitabas cambiar? ¿Qué razones te llevaron hasta allí?
Sí, sentí que la etapa con Howard había llegado a su fin. Quería cambiar la metodología de trabajo. En un inicio, quería alguien tomara mis canciones e hiciera con ellas lo que quisiera. Howard nunca fue intrusivo, nunca dijo como tenían que ser las canciones ni como debían sonar, y ahora buscaba a alguien totalmente opuesto. Quería que hiciera que mis canciones sonaran a través del filtro de un gran artista en el cual confiara ciegamente, que interviniera de pleno en la sonoridad y la estructura de las canciones. Pero mira, con Israel tampoco ha resultado ser así (Risas). Es cierto que ha aportado ideas, pero él mismo me dijo durante las sesiones de grabación que era yo quién estaba guiando a todos los músicos, que yo tenía muy claro a dónde quería ir y que, al final, mi forma de trabajar era la misma a la que él y toda su banda estaban acostumbrados a hacerlo en sus propios discos.
Siempre has tenido acompañantes de lujo pero en esta ocasión la alineación es de órdago. Además de Israel están Joey McLellan, Eric Swanson, Aaron McLellan, Josh Fleischmann, Dave Simonett (líder de Trampled By Turtles) y Dennis Love (pedal steel guitar en Futurebirds) ¿Qué tal la química y el trabajo con ese elenco de musicazos?
Ha sido una de las experiencias más bonitas de mi vida. Trabajar con ellos fue alucinante. Tanto a nivel musical como personal fue muy fácil conectar con ellos. Son tíos muy relajados y siempre dispuestos a hacer bromas y a pasarlo bien. Como profesionales me parecen impecables. Desde el momento en que me conocieron en la fiesta que organiza anualmente Israel Nash durante el SXSW, hubo mucho respeto mutuo. Que alguien como Joey McClellan (guitarra de BNQT, Midlake, John Grant, Elle King y el propio Nash) se siente una noche junto a mí en la hoguera mientras estábamos relajándonos y me pregunte si estoy contenta con su trabajo, y que me confiese que quiere estar a la altura de lo que espero de él, y de lo que necesitan mis canciones… Además de entrañable y humilde, me parece de un trato exquisito. Todos y cada uno de ellos venían y me preguntaban: Josh sobre sus ritmos en la batería, Aaron sobre el bajo, Eric con el pedal y los teclados. Con Ted Young, el ingeniero de grabación y mezclador, tuve química pura. Estábamos en total sintonía, hablábamos el mismo lenguaje sobre las canciones y las sonoridades. Surgió una comunión entre todos nosotros alucinante, una comunión que yo antes no había sentido. Tuve la sensación que siempre había estado allí y que formaba parte de aquel lugar y de aquel grupo de personas.
Por cierto, el álbum lleva por título Dripping Springs. El lugar donde lo grabasteis. ¿Qué te ha llevado a titularlo así?
Cuando escribí la canción «Newsom Song», incluida en mi primer disco The Relief Sessions (2012,) lo hice guiada por la escritura automática. Con el paso del tiempo, en los escenarios, esta canción se presentaría de forma clara e inequívoca plasmando un momento muy concreto de mi vida. Tuve la sensación que había predicho mi futuro a través de una canción (aunque no era más que una manifestación de mi subconsciente). Con casi todas las canciones de Dripping Springs me ha sucedido lo mismo. De repente, aquello sobre lo que había escrito meses atrás estaba sucediendo durante la grabación. Revivía y, por tanto, reescribía lo que había plasmado meses antes en un papel. A su vez, la grabación en Plum Creek Sound -el rancho estudio de Israel- resultó ser toda una revelación, casi una epifanía de mí misma y de mi vida. Me sentí muy libre, ligera de equipaje. Creo que nunca antes me había sentido así. Sentí que pertenecía a aquél lugar, a aquellas personas que me estaban acompañando en ese viaje. El vínculo que surgió entre todos nosotros fue realmente muy bonito y creo que eso se refleja en el disco, en su ejecución, las dinámicas, el sonido de las canciones. Tuve que nombrarlo Dripping Springs como homenaje, recuerdo y agradecimiento a uno de los momentos más felices de mi vida.
Escuchado a fondo no me cabe ninguna duda de que es tu disco más “Americana”. Las influencias de la música norteamericana siempre han estado ahí pero creo que aquí es donde se muestran de manera más diáfana… ¿Ya estaba pensado así el disco o el hecho de grabarlo en Texas ha influido en el resultado final?
Era algo que tenía pensado. Eso es algo que la gente no suele pensar de mis discos, pero tanto Dear Great Canyon (2014), como Cross The Verge (2016) y, ahora Dripping Springs, suenan como he imaginado antes de grabarlos, durante los meses de composición de las canciones y la pre-producción de cada uno de ellos. Por eso he escogido para cada uno de ellos el productor, el estudio y los músicos que he creído convenientes. Mirando mis discos anteriores, observando sus luces y sus sombras, tenía claro que me apetecía un disco más homogéneo. Y bueno, las canciones que iban saliendo y la necesidad esta vez de que el sonido de mis canciones, como he dicho antes, tocara tierra firme, me llevaban a querer grabar un disco más rock, más Americana. De hecho, y como precepto, la única condición que le puse a Israel y a la banda el primer día de grabación fue “no pop”.
Cuatro discos en apenas cinco años. Un ritmo de trabajo muy poco habitual en estos tiempos…La inspiración viaja contigo de la mano, ¿no?
Supongo que la inspiración me pilla trabajando… También es verdad que son años en los que mi vida ha ido cambiando constantemente. Han sucedido muchas cosas tanto a nivel personal como profesional. Me doy cuenta que estoy moldeándome y que voy tomando partido por ciertas cuestiones. Mis 20 fueron años convulsos, de mucho contraste, de gloria y miseria, de muchas experiencias y agitación. Digamos que un tanto raros. Al terminar esa década, aquel “suflé” se desinfló y el río fue encontrado su cauce. De hecho, creo que parte de mi inspiración proviene del contraste entre quien fui y quien soy. De esa lucha que es, también, aprender a perdonarse a uno mismo. No es agradable mirar atrás y no reconocerte. La canción «Unnamed» por ejemplo, habla de esto.
Has actuado en diferentes países, una discográfica británica (Loose Music) edita tus discos en Europa y en el momento de publicarse esta entrevista habrás actuado en el Americana Fest que se celebra en Nashville tras haberlo hecho anteriormente en el SXSW de Austin. Paso a paso vas asentando tu carrera a nivel internacional. ¿Qué objetivos tienes en ese sentido?
Mis objetivos son metas reales, a la vez que ambiciosas. Me gusta hacer giras y lo que eso conlleva (aunque alguna de estas cosas que acarrea no siempre sea apetecible), adoro grabar discos y poder trabajar con todas esas personas a las que admiro. Tengo toda una vida (espero) y soy paciente (en este campo).
Hablando de actuaciones, te presentas en solitario, dúo, con banda completa… ¿En qué formato te encuentras más cómoda?
Me gusta presentarme en todos los formatos posibles. Aunque yendo sola veo que tengo control total de lo que pasa sobre el escenario. Si algo no me gusta puedo cambiarlo, depende de mí. Me pruebo y veo qué puedo hacer. En ese sentido estoy contenta, veo un cambio en mí, como intérprete, a mejor. Tanto Brett Sparks como Gary Louris me mostraron su admiración y respeto por girar sola por Europa defendiendo mi repertorio. Siempre he dicho que es como cualquier otra profesión: se necesita ejercitar para aprender y mejorar. Es evidente que el formato banda aporta otro tipo de adrenalina, dinámicas y te lleva a tener otra comunicación con el público. Me gusta ofrecer diferentes recorridos musicales en un directo y esto, en una actuación en solitario, me cuesta más que haciéndolo acompañada de mis The Great Canyoners.
Fundaste el sello Great Canyon junto a David Giménez. Da la sensación que habéis creado una pequeña comunidad de artistas afines tanto a nivel creativo como de filosofía. Autogestión, compañerismo, complicidad. ¿Ese era el espíritu que os llevó a meteros en ese embolado?
Digamos que nos encontramos en un cruce de caminos en el cual confluyeron varios artistas casi al mismo tiempo. Comenzábamos a trabajar en el disco de Roger Usart Songs From a Twisted Neck (GCR, 16), y nos dio mucha pereza tener que empezar a llamar a las puertas de las discográficas para ofrecerlo. Queríamos evitar los ‘me gusta pero…’, ‘este año me va fatal, igual para el año que viene’ o simplemente, nunca recibir una respuesta. Pensamos que nadie mejor que nosotros mismos para mimar un proyecto que adoramos. Trajimos desde Canadá a nuestro amigo Ryan Boldt (The Deep Dark Woods) para que le produjera el disco. Cuando nos estábamos haciendo a la idea de que tendríamos que formar una discográfica ‘algún día’, David encontró a Marta Delmont y entonces todo se aceleró. Su debut, Silver Blaze (GCR, 16), fue nuestra primera referencia. GCR es un sello modesto, muy limitado económicamente, en el que queremos agrupar los discos de aquí que nos encantaría escuchar como oyentes y compradores habituales. También nos metemos de lleno en las decisiones artísticas de cada álbum. En septiembre hemos publicado el álbum de debut de Matthew McDaid, Off The Beaten Track. Se trata de un cantautor nacido en Belfast que vive en Rupit, y que ha grabado un excelente álbum de folk-rock y psicodelia. Un par de semanas más tarde, ha salido el mío (la discográfica Loose lo edita en el resto de Europa). Y para el año que viene nos gustaría publicar el regreso de Partido, ya como proyecto en solitario de Víctor, aunque grabado con banda. Hemos oído algunas nuevas canciones y suenan de lujo.
Hablando de Great Canyon. Creasteis un súper grupo de artistas de la casa para abrir en Barcelona para Band of Heathens. Roger Usart, Víctor Partido, Marta Delmont y tú misma. Dejasteis al público boquiabierto en poco más de media hora… ¿Tendrán continuidad los Riders of the Canyon?
Eres muy amable. Fue divertido. No tuvimos demasiado tiempo para ensayar. Algunas canciones salieron muy bien, otras no tanto. A todos los que formamos Riders of the Canyon nos encanta la idea de repetir la experiencia, claro. Somos amigos ante todo, colegas de sello, y nos tenemos mucho respeto los unos a los otros a nivel artístico y personal. La anécdota de todo esto es que Ted Young, el ingeniero que ha grabado y mezclado Dripping Springs, me dijo en Nueva York – mientras estábamos en su estudio con las mezclas y comenzamos a colgar audios en las redes- que si grabamos un disco, él quiere estar ahí. Y algunos músicos de Band of Heathens nos vinieron a buscar tras su concierto para felicitarnos y preguntarnos por el grupo. Que volvamos a tocar dependerá de que nos llamen para hacerlo, básicamente.
Ha habido polémica este verano con el tema de la poca presencia femenina en los carteles de algunos festivales. Un tema que no es nuevo ya que el dominio masculino en el rock siempre ha dado para debate. Siendo una mujer que se dedica a este negocio me gustaría saber cuál es tu opinión… ¿Sigue siendo un mundo de hombres?
Sí, sigue siendo un mundo de hombres mayoritariamente. Te puedo contar una anécdota que me pasó en un festival. El regidor de escenario me dijo que un canal de televisión quería conectar en directo durante mi actuación. Cuando le pedí si sabría en qué momento del programa conectarían, me dijo “Ah, para que puedas irte a retocar y estar bonita, ¿eh?”. Me pareció que dio por hecho que (como soy mujer) quería tener tiempo para ir y mirarme al espejo para salir luego bien en televisión cuando, en realidad, mi pregunta tenía una finalidad obvia: quería ser yo quien decidiera qué canción iba a sonar en directo durante esos instantes de conexión y quizá eso me obligaría a hacer algún ajuste en el setlist. ¿Ese regidor le hubiera contestado lo mismo a un hombre? Seguro que no. No sé, para mí, el enfoque es otro. Creo que si queremos que de verdad haya total igualdad de género, ante todo, tenemos que creer en la profesionalidad de nuestro oficio y dignificarlo. Quiero que se me trate como a un profesional, no como una mujer. Quiero que, si me contratas, sea porque crees que encajo en tu sala, festival, etc. Cuando voy al médico, no me pregunto si mi especialista es una mujer o un hombre, lo que quiero ante todo es que sea un buen médico, que me atienda bien y que me diagnostique correctamente.
Texto: Manel Celeiro
Foto bandera usa: Joan Alsina
Versión completa de la entrevista publicada en el número 352 correspondiente al mes de octubre 2017
Fantástica entrevista