Discomático

Spectre Folk – Vol. 4 (Vampire Blues)

Ya antes de tocar la batería en Magik Markers, fundados en Connecticut en 2001, Pete Nolan registraba de modo doméstico sus excursiones psych-rock en Cdr. El sugestivo nombre Spectre Folk solidificó al unirse al opaco cantautor instalado en Brooklyn el batería Steve Shelley (Sonic Youth) y el bajista Mark Ibold (Pavement), quienes junto al guitarrista —y técnico de sonido de SY— Aaron Mullan dieron falsa apariencia de supergrupo al invento. Su nueva entrega abre con los efusivos, fulgurantes once minutos que tarda «Begin the Mothership» en elevar al oyente hacia ignotas galaxias de guitarras desbocadas y expansión sensorial, y ya no baja de nivel hasta la consecución de ocho temas que nutrirán sobradamente a aquellos exploradores de los desbrozados márgenes del indie-rock más agreste. Escuchar la pegajosamente melódica «Action Ray», los dorados arpegios de la instrumental «Bremsstrahlung» o la extrañamente optimista «Build a Raft», es acceder a un sonido orgánico sin sobregrabaciones, captado prácticamente en vivo, donde la experimentada sección rítmica galopa enérgica, las guitarras rememoran el eje Velvets/Galaxie 500/Spacemen 3 y la voz de Nolan planea sobre el oyente sin que entendamos media palabra, ni falta que hace. Pero no es Vol. 4 —que luce una portada del olvidado Gary Panter— un nostálgico regreso a los noventa, sino una colección que tiene en su condición de espontáneo vehículo para ensoñaciones narcóticas, en su acuciante flujo musical, su máxima recompensa. Y ya que el último álbum de Magik Markers, Surrender to the Fantasy, data de 2014, parece que Spectre Folk es ya el único juguete de Nolan. Una grabación que, sin apenas pretenderlo, acaba hipnotizando.

IGNACIO JULIÀ

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