Más de veinte años han tenido que pasar para que Velibor Colic haya escrito la que perfectamente puede ser entendida como la continuación de su novela Los bosnios. Si en aquella reflejaba a través de su propia experiencia, como miembro y su posterior deserción del ejército bosnio, los sucesos vividos durante la guerra en aquella zona de la extinta Yugoslavia, la actual se traslada hasta su vagabundeo por las tripas de Europa en su condición de refugiado-inmigrante. Una cuestión sin duda convertida en uno de los mayores bochornos de las políticas comunitarias contemporáneas y que el autor aborda desde una peculiar forma narrativa. Afrontado como el diario personal de un hombre derrotado, solo con la literatura como único asidero, su verbo toma una forma poética -en consonancia con lo rimbombante de la actitud del protagonista- peculiarmente irónica. A pesar de ofrecernos una sonrisa como subterfugio al horror, eso no oculta lo que es en esencia el radical y dramático dibujo de toda una población de olvidados, tratados como apestados cuando no, peor todavía, directamente utilizados como blanqueamiento de una inexistente moral occidental.
KEPA ARBIZU