Ya estamos acostumbrados, por desgracia, a que los nuevos discos que surgen en el ámbito del rock norteamericano adelanten sin rubor a los trabajos de un Bruce Springsteen que un día fue un artista en estudio igual de imbatible que en directo, y del que llevamos demasiado tiempo esperando un álbum grande. Lo que ya no es tan habitual es que sus propios compañeros en la E Street Band lo hagan, y eso es lo que sucede con el nuevo disco de Little Steven. Además, lo hace con un álbum valiente, arriesgado incluso. Porque el amigo Van Zandt no se conforma con facturar ese rock de toda la vida que lleva décadas tocando al lado de su jefe sino que, en una evolución de sus anteriores —e inferiores a este— discos, deja caer toda esa música que semanalmente demuestra en su recomendadísimo programa de radio que forma parte de su manera de entender de qué va esto. Llámese rock clásico, como ese «I Don’t Want to Go Home» que se ha cansado de interpretar al lado de Southside Johnny o el propio Springsteen, doo-wop como el que aporta «The City Weeps Tonight», blues de Chicago en ese «The Blues Is My Business» tomado prestado a la eterna Etta James, o incluso blaxploitation puro como «Down and Out in New York City», cuya versión original a cargo de James Brown se incluía en la película de género Black Caesar. Así logra un disco comprometido con su propia esencia. Con el alma que transmite su guitarra y su forma de interpretar. Logrando que las neuronas del oyente se conecten para recorrer las doce canciones que integran un trabajo magnífico. Como debe ser.
EDUARDO IZQUIERDO