El hardcore o punk-rock de los noventa, especialmente cuando parte de su acepción más melódica y tarareable (el por lo general mal llamado hardcore melódico) tiene dos lecturas divergentes habituales. Los hay quienes consideran que es una música muy esclava de su tiempo y contexto, la cual no envejece todo lo bien que debiera. Por otro lado, están quienes la defienden a capa y espada, considerándola parte importante del underground de las últimas décadas. Probablemente sea mejor no limitarse a un análisis que pone trincheras de por medio, centrándose a cambio en lo más importante: las canciones. Y de eso, de buenas composiciones, tanto los veteranos Lagwagon como los no menos longevos Face to Face, tienen un buen puñado.
Tampoco les andan a la zaga los jerezanos G.A.S. Drummers, en quienes recayó la responsabilidad de romper el hielo cuando todavía faltaba en la sala buena parte de la audiencia. Estos cuatro amigos, a los cuales no les tembló el pulso, justificando con creces su presencia en el cartel, son ya veteranos del asunto. Progresivamente, han pasado de ser una buena banda de directo que, con prestancia, dispara buenas canciones de punk-rock, a hilar un rock-show intenso, en el cual no faltan incendiarias proclamas de street-punk. Su línea compositiva parece consolidarse en esta dirección, reduciendo la velocidad a favor de una mayor intensidad y un mensaje más nítido. Una decisión (o simplemente una consecuencia), que demuestra que su carrera es sólida y honesta consigo misma.
Face to Face no suelen prodigarse por estos lares. Los californianos, como bien anunció su líder Trever Keith, apenas pisaban terreno madrileño por segunda vez en veinticinco años de carrera. Por ello, su pase tuvo ese algo reservado para las ocasiones especiales. Con buen sonido y un Keith en excelente forma vocal, pusieron su maquinaria de himnos punk-rock a funcionar, tocando la fibra de las diferentes generaciones de seguidores que se congregaron en torno a su esperada visita, mérito éste que encuentra explicación en la capacidad de los americanos para sostener en el tiempo un buen ratio calidad/cantidad en lo concerniente a su ritmo de edición discográfica. Con clásicos de los noventa como «Blind» y «Disconnected», unidos a algunos aciertos recientes («Bent but Not Broken», «Say What You Want»), el cuarteto puso la sala patas arriba con un set que se hizo corto, dejando todo presto para el plato fuerte: Lagwagon.
Los de Santa Bárbara han atravesado todo tipo de fases. Por un lado, momentos álgidos de notoria bonanza en plenos años noventa, en contraste con etapas de poca actividad, caso de la pasada década, harto más irregular y desangelada. Por otro lado, han visto como tomaba forma una suerte de tardo-justicia-poética, la cual están disfrutando en la actualidad, a la que se dio inicio con la reedición ampliada y remasterizada de sus obras clásicas, a las cuales se suman recientes giras en las que han visto como el público respondía con creces, tal como hiciera en sus mejores años. Su poso es importante, y eso es algo que pudimos comprobar el pasado viernes ante un público que se entregó sin reservas, cantando cada estribillo, cada punteo, recordándonos que el adn de muchos “jóvenes” de la Generación X (y adyacentes) se entiende mejor con las canciones de Lagwagon como banda sonora.
El repertorio se centró principalmente en su cancionero clásico en general, y Hoss, una de sus mejores obras, en particular. De sus trabajos más destacados, correspondientes a los dorados años noventa, sólo se olvidaron de Duh. El resto de álbumes clásicos tuvieron una nutrida representación, destacando la apertura, con la eterna «Island of Shame», la exhibición de Dave Raun a los parches, emulando al malogrado Derrick Plourde en «Rifle», o la sentida melodía de «Making Friends». También hubo espacio para el material más reciente (algo más endurecido, como en el caso de «The Cog in the Machine»), pero fueron, ya en el tramo final y los bises, «May 16» o «Razor Burn» las que más enardecieron a la incandescente plebe. Así pues, el quinteto californiano demostró que su ecuación, suma de una pulida técnica instrumental y esa intuición para la melodía que caracteriza al pequeño gran Joey Cape, sigue funcionando de maravilla.
Una entrañable tarde-noche de punk-rock que a unos sirvió para quitarse unos años de encima (los viejos fans), a otros para reivindicar la valía de un cancionero perdurable (las bandas), y a otros (las promotoras) para comprobar que, en pleno 2017, este tipo de shows de ascendencia “hardcore-punk 90’s”, son más que rentables, como se pudo comprobar en una sala But en la que no cabía un alma.
Texto y fotos: Daniel González
Que curioso, estoy de acuerdo con el artículo menos en una parte, porque no tocaron may16, pero fue un gran concierto aún así.
Si tocaron May 16, justo antes de after you my friend, al menos en Madrid
Confirmo lo que dice mi compañero, effectivamente tocaron May 16. Pero a Derrick Plourde son pocos los que consiguen emularle y bueno Dave Raun hace lo que puede el pobre hombre. Hay baterias por hay en la red que tocan mejor que él muchas canciones. No le pone tanto empeño en los conciertos, son muchas giras y claro… tampoco tiene la edad que tenía cuando entró en la banda.
Estoy de acuerdo en lo que dice mi otro compañero en lo del gran concieto que fue. En principio yo iba al concierto a ver a Face to Face. Ya había visto a Lagwagon varias veces, muchas veces decepcionado porque el Plourde era muy importante para la banda, la hace sonar como ninguna otra. Sin embargo contento y sorprendido porque esta vez fue la mejor que los vi, muy buena.