A sus cuarenta y una primaveras el currículo del cantante y guitarrista californiano es de impresión. Ha ganado premios a cascoporro, ha tocado al lado de grandes nombres de la escena y fue durante tres años el guitarra solista de toda una institución de la música norteamericana como los Fabulous Thunderbirds. Así que se plantó en el escenario del Rocksound, acompañado por una precisa y muy eficaz banda de músicos locales, para dar toda una lección de blues contemporáneo. Su estilo a la guitarra destaca por un toque seguro y sobrio y por esa aparente sencillez con que lo hizo todo esa noche. Una sencillez que le da hasta un punto de sobrado. Y es que esa es la sensación que desprende, que no le cuesta esfuerzo alguno, que sin poner toda la carne en el asador es capaz de ofrecer un concierto de tanta calidad como el que firmó el sábado en el local de Poble Nou. Durante noventa minutos se sumergió en las profundas aguas de la música de raíces de su país natal con una seguridad aplastante y con una amplitud de miras no demasiado frecuente en el género. No exprimió solamente su pedigrí y su buen hacer como bluesman de raza si no que dejo que el soul metiera baza, que apareciera el juego de muñeca a la clásica manera del shuffle tejano y dejó vía libre a la inspiración en pasajes instrumentales en que la banda y él se metían a fondo en unos desarrollos de profundo calado sureño al estilo de bandas como Wet Willie o Little Feat llegando, incluso, a recordar en algunos momentos puntuales a los Allman Brothers. Acaparó vítores y ovaciones con muchas de sus intervenciones solistas, permitió el lucimiento de sus escuderos y dejó el listón muy alto en cuanto a conciertos del género en la presente temporada. El público lo pasó en grande y los músicos también así que poco más se puede pedir. Todos contentos.
Manel Celeiro
Foto: Antonia Robles