No es que Dani Nel·lo sea bueno, es que es muy bueno. Demostrarlo, además, parece cosa fácil en sus manos. Inquieto e incapaz de permanecer tranquilo, su último disco en solitario, Los Saxofonistas Salvajes es una maravilla que debía refrendarse en directo. Fue conocer la banda que iba a acompañarlo, con una especie de dream team de la escena rhythm & blues, y empezar a estar seguro de que iba a hacerlo. Y desde el primer momento en que pisaron el siempre impecable escenario del Jamboree confirmaron la mejor de las expectativas. Pero ojo, aunque empezaba esta crítica asegurando que parece algo fácil para el legendario saxofonista implicarse en un proyecto así, analizándolo no lo es tanto. No es sencillo encarar los temas de gente a la que tanto admiras e interpretarlos con respeto, pero también con las ganas de dejar tu huella. Y mucho más complicado aún es que el público entienda que este proyecto es diferente a todo lo que el músico había hecho hasta ahora, incluyendo a Los Mambo Jambo. Pero la música pone a cada uno en su lugar y facilita la cuestión.
Esta reencarnación en vivo de Los Saxofonistas Salvajes es menos briosa pero más dinámica que Los Mambo Jambo. Juega más con las texturas dejando el punk para el otro proyecto matriz de Nel·lo. Y, sobre todo, coquetea con el misterio. Diría que es lo que mejor define lo que se vio anoche en Barcelona. Nunca sabes lo que va a pasar, como si te encontraras metido de lleno en una película de género negro en la que el saxo de Nel·lo ejerce de perfecto narrador. Un film en el que se combina una historia de amor con esos temas que han marcado la vida de su intérprete y las “cruentas peleas” que este entabla con los otros instrumentistas en constantes juegos de pregunta respuesta (sublime el momento «Snake Eyes»). Y es que al señor Dani Nel·lo no le hace falta cantar para contarnos muchas cosas, porque el saxo es su voz.
Texto: Eduardo Izquierdo
Foto: Silvia Beltrán
