Un largo muy esperado el de los gallegos, ya que sus anteriores singles iban revalidando las expectativas. Una intro gótica a lo banda sonora de Mario Bava nos pone en guardia, «Gazing at My Grave» ya expone galones, freakbeat y ortodoxia sixties encontrarán aquí. Qué les hace relevantes, pues que no necesitan el pacto de la tribu para su disfrute, sino que se extienden fuera de su distrito a base de algo tan necesario como son buenas canciones. Y aquí, es lo que más hay. «Eternal Promise» replica al «Magic Potion» de The Open Mind en lo que mejor se les da, el encuentro entre pop y dureza pre hard-rock. Pretty Things, los Amboy Dukes más psych, The Attack o Wimple Winch son aquí nuevamente revividos, devolviendo fluidez a una lengua que parecía muerta. Cerrando cara con el delicioso pop technicolor de «Whimsical Girl», turgente filigrana de melodía ectoplasmica. Llega la cara B y lo contenido aquí aún es mejor, ni un segundo de irrelevancia encuentro aquí, desde «Edward Devine» a «Imagine the End», todo va sucediendo con milimétrica prestancia. Esa pieza tallada bajo la guía de Ron Wood, época The Move, que es «Arrogant Splendour» confirma su ductilidad a la hora de sintetizar el arrebato hormonal y llevar el cirio del deseo en procesión hasta la cúspide. Obligatorio su disfrute ahora mismo porque, cuando falten, todos ustedes lamentaran no haber estado allí como fans histéricos e histéricas viviendo el fenómeno en el presente.
IVÁN LÓPEZ NAVARRO
