A veces, una canción es suficiente para definir a un artista, para situarlo donde merece. Y a este indomable llamado Arturo Rodríguez, la pieza que le hace justicia es “Exploradores”. Seis minutos en los que la acústica ruge y también te acaricia, la letra palpita escupiendo desafíos, mientras los arreglos te elevan hasta lugares desconocidos como por arte de magia. El parón a media canción para tomar aire, con ese misterioso crujido te mantiene aún más alerta. Sin embargo, y a pesar de que este tema marca en parte el recorrido que tiene el disco, en Incondicional e imperfecto cada secuencia es distinta, cada canción tiene vida propia. Con el concepto asimilado del músico que se vale por sí mismo para tocarlo todo (guitarra, bombo, armónica…), este gallego da forma a ocho piezas canciones que tienen un denominador común; son historias que le acercan a la figura del cantautor, pero él rompe con esa idea del perdedor que te machaca con sus desilusiones (si bien en la inicial “Ignota” se empeña en pensar en negro). En “La banda sonora” suena luminoso, el tramo instrumental en “Tregua y Calderón” desahoga y finalmente, en “Demasiados interrogantes” las dudas vitales, preguntarse si ese rumbo es el correcto. Lo dicho, aquí prima la imperfección, pero más como virtud que como defecto. Toni Castarnado
