Parecía que Thalia Zedek estaba totalmente inmiscuida en su carrera en solitario y que había dejado los sonidos más ruidosos y agresivos para las puntuales reuniones de Come —su más celebrada banda— y los momentos álgidos de sus conciertos, pero nos equivocábamos. En 2013 unió sus fuerzas con Jason Sanford (Neptune) y ambos comenzaron a confrontar sus dos estilos heterodoxos a la guitarra; después de un single en 2014 y la posterior llegada de Gavin McCarthy, batería de los legendarios Karate, el trío —eso es, sin bajista— presenta su primer y homónimo disco. E no se van por las ramas, ya desde la inicial «Great Light» las dos guitarras se enzarzan con ritmos encontrados, entre la armonía y la disonancia. Zedek y Sanford también juegan con las voces: ella con la desolación y emotividad a la que nos tiene acostumbrados, y él con un hieratismo —se desata en la descarga punk «Candidate»— que recuerda por momentos a Michael Gira. El tenso diálogo de elementos se palpa a lo largo de todo el álbum, sobre todo en temas como «Silo», «Regatta» o la instrumental «Treeline», para terminar la explosión de «Water», una canción que, como las demás, se mueven en muchas direcciones a la vez y siempre hacia un final inesperado. Una joya.
SAÚL IBÁÑEZ