En esa órbita en solitario que abunda en meandros, improvisaciones e indagaciones con diferente origen y resonancia, los ‘’discos de canciones’’ del creador de Demolished Thoughts también han escapado de cualquier homogeneidad, bien (en vida de Sonic Youth) encontrando el boquete y la excusa para ejecutar sutiles desvíos del sonido de la banda madre, o persiguiendo (tras la disolución) otro tipo de equilibrio equiparable a la actividad dentro de un proyecto matriz. Que su nueva grabación larga se haya retrasado, tras intermitentes y aparentes adelantos en otros formatos, es significativo, y la colección final evidencia un atento proceso de meditación y criba. Regresa aquí la columna responsable de The Best Day, y a nadie extrañará la satisfacción de Moore con los miembros de esa flamante banda, pues la compenetración con el guitarrista James Sedwards, la bajista y componente de My Bloody Valentine Deb Googe y el fiel Steve Shelley sobrepasa la mera eficacia, y no es aventurado interpretar el sonido de esta obra como un intento de prender lo conseguido por los cuatro en directo. Reducido el repertorio a cinco piezas largas (entre seis y doce minutos) el resultado exhala un radiante vigor que, bien derivando en vehementes capas de electricidad y distorsión, o bien dispensando un espacio para la exhibición ocasionalmente clasicista de un imponente Sedwards, redunda en un inspirado híbrido entre la contundencia roquista de Dirty y la tonalidad expansiva de A Thousand Leaves. No será indiferente a todo ello la contribución del cotizado Paul Epworth (que grabó el material en Londres) ni de Randall Dunn (que lo mezcló en Seattle), pero debe enfatizarse así mismo cómo el férreo entendimiento de Googe y Shelley sirve unas bases escuetas y durísimas que en la infecciosa y vernal «Cusp» llegan a bordear el terreno de My Bloody Valentine. Escrito en parte con el poeta y artista londinense Radio Radieux, Rock n Roll Consciousness se escora hacia una lírica que excluye, inesperadamente, toda referencia política evidente en favor de dilatados ensueños místicos. Rock n Roll, sí, pues la música de Moore se muestra esta vez exclusivamente contagiosa y transparente, certera y física, nunca opaca; y Consciousness porque su autor entiende que jamás se lograrán ensanchar las posibilidades de esa forma artística sin el conocimiento, la sensibilidad y exigencia que esa pretensión demanda.
JOSÉ LUIS TORRELAVEGA
