Conversamos con Dani García El Twanguero una semana antes de que presente en el Café Berlín de Madrid su nuevo disco «Carreteras Secundarias Vol. 1». Un concierto intimista donde se presenta solo con su amada guitarra. Fantástica oportunidad para disfrutar de ese bien preciado que le ha otorgado la madre naturaleza. Apunta bien en la agenda el sábado 25 de marzo.
Eres un valenciano que ha vivido en diferentes sitios: Madrid, Nueva York, Buenos Aires, L.A… ¿cuál te ha influido más a la hora de sentarte a escribir música?
L.A. me influyó mucho porque es donde más tiempo estuve, cerca de dos años. Buenos Aires desde luego que también, sobre todo esos sonidos mestizos que se producen allí. Pero quizá la ciudad que más me ha influido como músico ha sido Nueva York. Fue muy importante porque guitarrísticamente pasan muchas cosas y yo tenía 30 años… Aprendí mucho en esa etapa y no cierro la puerta a volver a instalarme allí.
Acabas de publicar el disco «Carreteras Secundarias, Vol. 1». Me gustaría que nos contases cómo se gestó este trabajo.
El disco salió de un viaje después de una gira con Calamaro por Estados Unidos que terminamos en Chicago. Estábamos en un momento en el que aquí en España, en 2010, no había mucho curro y decidí quedarme en el continente americano, cual hippie, durante seis meses. Volví a Nueva York a ver a un amigo, me fui a Nashville, a Memphis, Nueva Orleans, Austin. Fui al DF (a ver a una amiga que tenía allí) y bajé hasta Argentina. Llevaba un ordenador conmigo (que en cierto momento me robaron) e iba grabando sonidos que me llamasen la atención. Al tiempo, iba tocando en garitos para sacarme un dinero y también iba componiendo temas. De la primera parte del viaje, por Norteamérica, ha salido este álbum.
El hecho de que el título incluya la referencia «Vol. 1» ¿quiere decir que habrá más?
Claro. Me queda Centroamérica y Sudamérica.
¿Cómo fue el proceso de grabación del álbum?
Cuando volví, hablé con mi amigo José Nortes y me dijo «vente aquí que tengo el estudio nuevo» (tiene menos de un año) y nos pusimos manos a la obra. En realidad grabamos el disco en tres horas. Fue un poco diferente de lo que había hecho hasta el momento por la aparente sencillez de los temas del disco, ya que estaba acostumbrado a grabar con mucha gente, ritmos muy movidos y en esta ocasión estoy yo solo con mi guitarra. Las canciones ya me las sabía. Sin embargo, la simpleza aparente creo que se compensa con el sentimiento de los temas. Yo no pienso en tocar notas, pienso en lo que quiero transmitir. Diría que fue como hacer un huevo frito de puta madre. Como si te hace un huevo frito Ferrán Adriá o… ¡tu abuela! (carcajadas)
El disco es fundamentalmente instrumental, aunque en ocasiones te animas a cantar…
La verdad es que hasta el momento no había encontrado la necesidad de cantar demasiado porque siempre he ido acompañado de muchos músicos. Ahora lo que me apetecía era sentarme yo solo con mi guitarra y cuando me ha salido utilizar la voz pues lo he hecho. Desde luego, creo que sabría incluir más letras en mis composiciones pero siendo sincero he hecho lo que me salía en ese momento. En cualquier caso, no descarto para nada cantar más en el futuro. Además, este repertorio me sirve para otros proyectos en los que estoy inmerso. La música instrumental es una gran desconocida para el gran público.
Diego, has estado mucho tiempo acompañando, en discos y giras, a muchos de los artistas más importantes del rock en castellano, ¿ha pasado esa etapa para siempre o volverás a hacerlo?
He acompañado a otros artistas durante diecisiete años de mi vida y eso ya lo he vivido. No siento la necesidad de repetirlo. No creo que lo vuelva a hacer. He aprendido a hacer otras cosas para sobrevivir. Otra cosa es que me llamen para grabar un disco. A mí me llama, por ejemplo, Juan Perro para ayudarle con su disco y allá que voy.
¿Te queda la espinita clavada de no haber tocado con alguno?
Me hubiera gustado tocar con Sabina. También con grandes americanos.
He leído que has hecho bolos por Escandinavia, Francia, que vas a Canadá…
Sí, lo cierto es que con mi guitarra me creo imparable. Quizá esa sea una de las ventajas de interpretar mayoritariamente temas instrumentales. Si cantase en español (porque si canto lo hago en mi idioma, no en otro) todo el tiempo quizá sería más difícil abrirme a esos países. Piénsalo, ¿funcionaría si envías un cantautor español a Finlandia? Sería complicado. Sin embargo, yo con la guitarra tengo ese doble arma. La guitarra genera un lenguaje internacional. Mira Ry Cooder, o Santana, o Paco de Lucía, o Vicente Amigo…
¿Qué tal han ido los últimos conciertos que acabas de terminar cerrando la gira de tu disco anterior, Pachuco, con la banda?
La verdad es que muy bien. Hemos tenido bastante asistencia de público y estoy muy contento. Llevábamos un año y medio girando y hemos cerrado una etapa muy bonita.
¿Ahora vas a tocar tu solo?
Sí. Ahora lo que quiero es encerrarme con el público que venga a verme y comunicarnos a través de la guitarra. Me apetece tocar en un ambiente íntimo. Así pasaré la primavera y el verano y luego a preparar el siguiente disco que será otra vez con banda. Me gusta mucho ir saltando: ahora solo, ahora con banda.
¿Cómo te definirías como músico?
Ante todo como un guitarrista que intenta unir las músicas del norte y del sur. Me gusta pensar que soy un nexo, como era, por ejemplo, Compay. Lo que hay que hacer con esas influencias es desarrollar una carrera, pero sin prisa. Yo no tengo prisa. Esto es una carrera de largo recorrido. Yo no soy Pablo Alborán (que es un capo, dicho sea de paso), pero lo mío es otra carrera. Yo me apoyo mucho en el directo porque soy un guitarrista muy explosivo con el que, aunque no entiendas de guitarra, vas a ser capaz de sentir cosas. Intento que mi música sea muy visual, que siempre haya una imagen detrás.
Texto: Pepe Maza