Tal como se han desarrollado las cosas, el segundo álbum de Kim Gordon y Bill Nace seguramente obedece a cumplimiento de contrato. Ni Lee Ranaldo ni Thurston Moore están ya en Matador y ahora la señora sónica libera un concierto (Big Ears Festival, Knoxville, 2014) que, tal cual, carece del elemento vivencial —o por lo menos visual— necesario para producir el asombro que causó su paso por el Primavera Sound, donde presentaba el debut de Body/Head, Coming Apart (2013), el más audaz de los discos grabados por un ex miembro de Sonic Youth. Previsible: Gordon es una mente alejada de las ataduras rock de sus compañeros y aquella grabación, que mostraba al nuevo dúo de guitarras en modo improvisatorio —noise-rock desatado o atmosférico, letras de carga radicalmente feminista— dejó huella en quienes lograron habitarla más allá de la proyección mediática de la protagonista, ese entorno entre el arte, la moda y el chismorreo en redes. Como todo lo que hacen Body/Head, las tres piezas incluidas («Sugar Water», «The Show Is Over», «Abstract/Actress») fueron creadas in situ y registradas profesionalmente, pero no conjuran el embrujo de su actuación aquel mismo año en el Fòrum, cuando la buena mujer poseyó el escenario con ignífugo empeño y la mitad del público acabó huyendo hacia las salidas del Auditori. Eso sí, el título, No Waves, una risa.
IGNACIO JULIÀ