Encuentros

Nick Tosches: Empatía con el diablo

Fuego eterno. La historia de Jerry Lee Lewis (Contra) es una obra fundamental para regresar a los orígenes del rock’n’roll y aspirar sus ponzoñosos vapores y jubilosa genitalidad.

El rock, en un principio negocio antes que cultura, siempre se alimentó de su propia mitología. Es la razón de que Nick Tosches (Newark, New Jersey, 1949) intuyese que, al enfrentarse a una figura ‘’larger than life’’ como Jerry Lee Lewis, el camino idóneo era ficcionar la realidad, y quizás por ello consigue en las doscientas sesenta páginas de Fuego eterno lo mismo que Peter Guralnick lograba, tras una exhaustiva documentación y muchísimos años de arduo trabajo, en las mil páginas de su definitiva biografía de Elvis Presley publicada en dos volúmenes.

La diferencia está en esa babilla que rezuma de la comisura de los labios de Elvis mientras este duerme en el prólogo de Tosches. El rechoncho cantor sufre una terrible pesadilla cuando le despierta el teléfono y un guarda anuncia que el Killer, borracho y enaltecido, está en las puertas de Graceland y ha chocado su Lincoln Continental contra la verja. Pistola en mano, insiste en verle. Llaman a la policía y detienen al merodeador, que detesta ser el eterno segundón y se la tiene jurada al chico de Tupelo porque se mete más pastillas que él. Sabe también que las esposas que le retienen no tardarán en abrirse y que, seguro, no le caerá babilla ninguna cuando se hunda en el reparador sueño del bellaco sin escrúpulos.

Como explica Tosches, autor de biografías de Dean Martin o Sonny Liston y de novelas históricas como El manuscrito de Dante: ‘’Jerry Lee era uno de los contadísimos personajes vivos que me intrigaban, estaba más allá del bien y del mal en el más verdadero sentido del término. Y el libro trata tanto de los demonios del rock’n’roll y los demonios del alma como del hombre único al que forjaron con su magia negra’’.

 ¿Qué te empujó a escribir sobre Jerry Lee Lewis a principios de los ochenta, cuando faltaban todavía años para el biopic protagonizado por Dennis Quaid que relanzaría su carrera?

Mi decisión no tuvo nada que ver con la época, ni con nada que no fuese mi fascinación por él y los misterios que esconde en su interior. El mundo le había olvidado, pero para mi él era, y es, un personaje único y duradero que comandaba, y era comandado, por fuerzas que eluden la comprensión.

 Al elegir al Killer como sujeto protagonista, ¿eras consciente de que estabas palpando la esencia del sueño y la pesadilla americanos, el país de la Biblia y la Pistola, el Sur mítico?

Sí. En cierto modo, sí. La prosa y los ritmos del libro fueron moldeados y guiados por la Biblia del Rey Jaime y por William Faulkner.

 

Las raíces de Jerry Lee provenían de una saga de ‘’bebedores y jugadores desaforados’’. ¿Es posible escapar a nuestra herencia genética? ¿Luchó Lewis con esos orígenes o realmente los abrazó como testimonian su vida y obra?

No creo que eso sea cierto, que las naturalezas íntimas de cada uno puedan reducirse o ser explicadas por la bioquímica. Si bebemos demasiado, lo achacamos a nuestro historial genético. Si queremos creer que vamos a vivir muchos años, decimos que está en nuestra herencia genética. Todo eso es una tontería. No es nuestra llamada herencia genética lo que nos tiene atrapados, sino las mentiras y miedos en los que vivimos inmersos lo que no nos deja escapar. Creo que Jerry Lee Lewis ha vivido más honestamente y sin miedo que la mayoría de nosotros.

Adoptaste la ficción para contar su historia. ¿Es a veces la ficción más verdadera que una aproximación más documental?

No lo sé. Nunca me han preocupado estas cosas.

 Greil Marcus sugiere en el prólogo que la clave de Fuego eterno es que adopta un lenguaje nuclear en la experiencia americana: el sermón. ¿Fue difícil ese ejercicio literario?

No pensaba en sermones al escribir el libro. Excepto por el epígrafe de Pecadores en manos de un Dios airado de Jonathan Edwards citado al inicio y un sermón del primo de Jerry Lee, Jimmy Swaggart, que fue cortado del libro por razones legales, no pensaba en sermones. El lenguaje del libro se proclamó a si mismo con la primerísima frase que se me ocurrió: ‘’El Dios de los protestantes veló porque aquellos fieros galeses, que iban en busca de una vida nueva en tierra nueva, llegaran sanos y salvos y a toda vela a la colonia de los deudores’’. Y a partir de ahí seguí adelante.

¿Cómo calificarías a Lewis entre los pioneros del rock’n’roll? ¿A la altura de Little Richard… o ser blanco fue una desventaja en ese sentido?

Sí, está ahí arriba junto a Little Richard y tantos otros. Al infierno con el asunto de blancos y negros. Quienes inventaron el rock’n’roll en los años cuarenta eran negros. Después, el rock’n’roll fue como un dólar tirado en la calle: las manos que pugnaban por cogerlo eran de todos los colores.

¿Crees que el libro juzga a su protagonista? Es decir, ¿lo pasaste por un filtro moral?

No, jamás impondría estándares morales a nadie. La moral es el dominio de la hipocresía.

‘’La Biblia nunca habla de religión; solo habla de salvación’’, te dijo en una ocasión Lewis. ¿Era esta idea en el seno de su persona lo que le hizo un carácter tan irreprimible?

Fue él quien me lo enseñó, que la Biblia no menciona la religión. Lo dijo y no le creí. Consulté varias fuentes y tenía razón. No hay ni una palabra en la Biblia sobre religión. Ni en la hebrea, ni en la aramea, ni en la griega. A su modo, es un hombre de gran cultura. Pero no creo que dijese ni insinuase que vamos a ir todos directos al infierno. Puede que creyese en el infierno, que pensase que él iba a ir allí, incluso es posible que intentase crear el infierno él mismo para así poder condenarse y acabar en él. En cuanto al resto de nosotros, no se puede ir a un lugar que no está ahí a no ser que exista en tu mente. Si está en tu interior, puedes ir allí.

¿Ves algún paralelismo entre Lewis y Dean Martin, otro sujeto del que has escrito una biografía?

No hay similitudes entre ambos. Ambos son misterios, eso es todo. Puede que fuesen enigmas incluso para ellos mismos.

Tu última novela, Under Tiberius, reescribe la historia de Jesucristo como si hubiese sido un estafador. Explora de nuevo la idea de que el hombre inventó el bien y el mal, y a Dios, para paliar sus miedos. Hay una línea directa ahí que enlaza con Fuego eterno, ¿no?

Podrías estar en lo cierto. Sin embargo, cuando miro atrás y observo los últimos treinta y pico años, no veo líneas rectas por ninguna parte. Pero, quién sabe, podrías tener razón.

 

Texto: Ignacio Julià

 

Publicado en Ruta 66 nº 337, mayo de 2016

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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