No han pasado ni diez años desde la publicación de Únete a Kokoshca (Birra y Perdiz, 2008) y los pamplonicas ya han reunido una discografía considerable y llena de elementos nada habituales del underground nacional, como un recopilatorio de rarezas (Y vienen cromos en el pegamento) o un disco en directo (Gernika). Ahora acaban de publicar Algo real, su cuarto LP, con el sello madrileño Sonido Muchacho, pero ellos prefieren quitarle importancia a su aparente prolificidad: «No nos consideramos prolíficos, siempre podíamos serlo más».
Lo cierto es que no corren y no hacen las cosas a la ligera, han tardado tres años en darle continuación a Hay una luz (2013): «Ni siquiera sabemos decirte realmente a qué se ha debido la espera. Las vicisitudes, los cambios de formación, y las propias realidades de cada uno. Sólo decirte que cada día de estos tres años nuestra cabeza ha ido barruntando canciones, o ideas que probablemente han desembocado en Algo real», un álbum compuesto y arreglado en preproducción, en el local de ensayo y en los estudios Lúnula mano a mano con el productor Íñigo P. Artieda. Con las ideas muy claras se fueron a los estudios K, un lugar de gran tradición punk y rock donde han grabado gente como Lehendakaris Muertos o El Drogas (que escribe la hoja promocional y que ya colaboró con ellos en «Las flores del fin del mundo», de su anterior trabajo), para hacer una grabación a destajo: «El disco se grabó en prácticamente tres días. Todos los procesos de Algo real han sido muy rápidos. Mezcla, máster, grabación, lo que (para bien o para mal) se ve reflejado en el sonido».
Todo indica que para bien, el disco contiene diez canciones concisas, de estructuras mucho más sencillas que las acostumbradas en la banda y con ritmos contagiados de punk-rock, aunque «no existe una premeditación para ese tipo de estructuras nítidas y sencillas, ha salido así». Pero en ningún momento Algo real es un disco de manual, también cabe el surf, el pop, ciertos aires de copla en la inicial «Mi consentido», un punto a lo Ana Curra en «Laberinto», todo esto quizás se debe a que, para componer, Kokoshca «muchas veces busca algún sonido específico, algún estilo de canción concreto y lo consigue, pero siempre con mucho de espontáneo. Componemos a menudo desde la espontaneidad».
Otra muestra de su visión heterodoxa del punk está en la personalísima versión de «Born on the Floor» de los estadounidenses The Make-Up. Nos comentan cómo cambian la CIA y el magnicidio de Dallas por Buñuel y el garrote vil sin que rechine en ningún momento: «Nos gustaba la idea y estructura de la canción pero quisimos traerla a nuestra realidad como país. Que eso es algo que siempre nos ha parecido importante. Está claro que mucha de nuestras referencias son extranjeras, rock and roll y tal, pero lo menos que puedes hacer si te interesa aportar algo, es acercarla a tu realidad, mediante el idioma, la temática o a través de fonemas u acordes propios de tu cultura». Esto no es gratuito, dado que es probablemente la letra más político del disco: «Decidimos ponernos manos a la obra y adaptarla a la política española. La idea principal de adaptar esta canción viene porque nos dimos cuenta que, bajo nuestro punto de vista, España apenas tuvo s. XX. El franquismo duró demasiado tiempo y su sombra es alargada». En la misma línea encontramos el tema «No queda nada», en el que se retrata a un personaje de fiesta constante, sin ningún otro aliciente en el horizonte: «Es un dejarse llevar por la ola que les arrastra, algo que nos parece muy conservador y nos entristece, así que por eso, la canción tiene ese tono un poco lánguido de la voz».
Ante este panorama de rebufo tardofranquista y alienación, Kokoshca presentan «Serengueti» a modo de punto de referencia, tema central y canción de guerra, y cantan que «la gente busca algo real entre los golpes» y que «Kokoshca siempre tocan algo real». Evidentemente, el título del álbum salió de aquí, ellos lo resumen rápidamente: «Algo así como el masoquismo, como encontrar algo real aunque sea a base de hostias».
Texto: Saúl Ibáñez