Encuentros

Forastero, buceando en sonidos de las profundidades

Javier Gallego es, por supuesto, la voz radiofónica del programa Carne Cruda. Su nuevo proyecto musical plantea las virtudes de estar fuera de lo predecible para volar alto. El Submarinista en el Tejado (Lovemonk, 2016) es el primer disco de Forastero, aunque no lo parezca. Será porque llevan ya cinco años —desde el otoño del 2011— gestando, buceando y maquetando un sonido que muestra la desubicación como principal seña de identidad. Un disco intergeneracional —con integrantes metidos ya en la cincuentena, como Javier Colis, y otros treintañeros, como Dani Niño—, transgenérico —imposible de definir sino con el abstracto adjetivo de “instrumental”— y profundamente subversivo, a tenor de títulos como «El Dolor del Dinero» o «Dormíamos, Despertamos», una de las consignas del movimiento 15M.

No es fácil encontrar una formación que incluya un theremin, un saxo, órganos y sintetizadores. Tampoco es fácil hacer que todo este cóctel suene bien. Pero, será quizás por todos los nombres que arrastran a sus espaldas estos muchachos —que si Ginferno, Demonios Tus Ojos, Ogun Afrobeat, Cosmosoul, y tantos otros—, o tal vez por su espíritu de forasteros sinvergüenzas, ni prejuicios, Forastero ya suena como uno de los grupos más grandes a nivel nacional.

Hablamos con Javier Gallego, detonador de este grupo situado en tierra de nadie. Allí donde mejor suena la música.

 

¿Cómo os unisteis?

En 2011 salgo de Dead Capo, y no quería dejar de hacer música. Llamé a personas que estaban cerca de mí. Abraham Boba había pasado por un programa, Javier Díez Ena es mi hermano del alma musical, Dani Niño, fui profesor suyo de radio. Y con Javier Colis toqué un tiempo. Son gente de mi entorno, pero también son gente que se conoce entre sí. El concepto inicial de Forastero es como “juntémonos, y a ver qué sale”. El nombre lo propuse de inicio porque en el pueblo de mi madre, siempre que vas, eres el forastero. Me hace mucha gracia esto del forastero. Pero me parecía que iba muy bien con el interés de hacer una música que se salga de los géneros, que no esté en territorio claro de nadie. Esa idea de deslocalizar, desubicarse…

Al escucharos, me daba la sensación de estar asistiendo a una jam session.

Es verdad que el grupo comienza siendo un grupo muy de improvisación, de buscar… por eso hemos tardado tanto en arrancar. Cuando ya empezaba a armarse incluso una maqueta, coincidió el éxito fulgurante de León Benavente. Abraham tenía que aprovechar ese tirón. Ahora, tenemos dos teclistas, Xavi Antoria, que es más rítmico, lleva la parte más soulera, más negra. Luego está Sergio Salvi, que es quien mete los sintetizadores.

¿Por qué el submarinista…?

Pues jugando con El violinista en el tejado. No sé quién comentó esto, e hicimos algo mucho más surrealista. ¿Qué coño hace un submarinista en un tejado? Nosotros nos consideramos buceadores en sonidos, en la búsqueda de las profundidades, en lo que no está en la superficie, pero al mismo tiempo tenemos esa aspiración en subir hacia arriba. Por ejemplo, tenemos un espíritu muy de baile.

Resulta reivindicativo ese aire de desubicación. Que os llaméis Forastero ahora que ha ganado Trump.

El disco estuvo a punto de tener esa vía política en la portada y en el título, pero pensamos que podía parecer un tanto oportunista. Creo que es importante la preservación de las culturas locales ante la invasión globalizadora, pero también creo que toda la cultura se ha construido siempre por la inmigración. Creo que Forastero es una tierra muy extraña, de miscelánea, “transgenérica”. Somos un grupo “queer”.

También se añade que lo hayáis grabado en varios estudios.

Ha sido un parto largo. Lovemonk, que apostó desde el principio por este grupo, se ha volcado en intentar mejorar el producto cueste lo que cueste. Ha habido un trabajo de producción, de confrontación con el grupo, de ponernos al límite, sacarnos de nuestras casillas para intentar mejorar. No ha venido nada mal que alguien desde fuera… alguien forastero… llegue al disco y diga “y esto, ¿por qué?”. Que nos haya puesto en cuestión. Y eso ha hecho que nosotros mismos pensemos mucho sobre quiénes somos y lo que hacemos. Las canciones han cambiado radicalmente en el proceso de grabación y en el proceso previo a la grabación. Ha habido un proceso de renuncia, de ir quitando. Ha sido muy interesante. Y doloroso. Y yo soy una persona que soy difícil de autosatisfacer, y estoy muy satisfecho. Incluso orgulloso.

¿Hasta qué punto se puede llevar la protesta a un disco instrumental?

Es muy sutil, pero creo que el concepto de grupo y el concepto musical tienen algo subversivo. No es cómodo, no es previsible. Es un disco inquieto, que trata de conmover los cimientos estilísticos. Cuando yo hablo de política, no estoy hablando solo de los discursos de un partido. Cuando haces música, puedes ir por el camino que está marcado, puedes intentar vender a toda costa, y hacer algo que suene comercial porque lo que te importa realmente es el dinero, o puedes intentar hacer un discurso honesto, en el que trates de ofrecer una vía diferente. Creo que el concepto de libertad política también tiene que estar en la libertad artística.

 

Texto: Elena Rosillo

Foto: Lucía Ybarra

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