Que el amigo Delbert McClinton calce ya 76 años no evita que disco tras disco muestre que es uno de esos grandes probablemente injustamente tratado, al menos en lo que se refiere a repercusión mediática. Y este Prick of the Litter lo pone una vez más de manifiesto. Nos tenía bastante secos el de Lubbock. Eso sí. Desde 2013 no teníamos noticias discográficas suyas pero la espera ha merecido la pena. Y además había un motivo. En 2014 fue intervenido de una dolencia cardíaca de la que afortunadamente se ha recuperado y de qué manera.
Acompañado de buenos amigos como Jimmie Vaughan o Lou Ann Barton, excelsa en la inicial «Don’t Do It», el tejano se muestra en un estado de forma espléndido y su banda habitual, Self-Made Men, tan engrasada como siempre. Se nota, y mucho, que el grupo y el guitarrista y cantante llevan ya más de un lustro juntos, algo que transmiten en los doce temas de un álbum que no tiene desperdicio. La citada «Don’t Do It» es un blues semi-soul magnífico, «Middle of Nowhere» es arenosa música del alma que me recuerda al bueno de Chris Gaffney, mientras que con «San Miguel» se adentra con maestría en el jazz vía Van Morrison. El blues arrastrado muy Tom Waits llega con «Pulling the Strings» y se atreve hasta con el funky en «Neva». Ahora solo queda rezar para que le dé por acercarse a Europa ya que asegura que su intención es presentar este disco por todo el mundo. A ver si no se olvida de nosotros.
Eduardo Izquierdo