Este tipo del sureste británico que hace tres años publicaba un espléndido To Whom It May Concern se desmarca ahora con un álbum notoriamente superior a aquel. Y es que si en aquel debut se dedicaba a reunir unas cuantas grabaciones que había realizado en diferentes momentos provocando así una escasa sensación unitaria, a pesar de su indudable calidad, ahora se desmarca con el álbum pensado como tal de principio a fin. Incidiendo en sus influencias con un Bob Dylan de finales de los sesenta y los setenta en primer plano. Sí, el Dylan de las Basement Tapes, pero también de Desire. Sin olvidar a Neil Young o The Band, otras claras referencias que son fáciles de encontrar en canciones como «Pretty One», «Do It For Me» o «Tough Town Blues». Aunque la sombra de su dylanísima es demasiado alargada y al final, el fraseo de Denwood acaba marcando esa inevitable comparación. Pero da igual. En el fondo da igual. Porque el disco suena bien. Fresco. Y con canciones más que remarcables. Y ya que Dylan no parece dispuesto a hacer más de Dylan qué mejor que otros tan buenos como Denwood lo hagan por él.
Eduardo Izquierdo