Pocas veces encontraremos en un disco tanta clase, buen gusto y calidad reunidas como en las nueve canciones de este nuevo trabajo de este oriundo de Michigan, aunque asentado en Nueva Orleans. Mucho más blues y menos enfocado a los sonidos previos a los cincuenta que en sus anteriores discos, algo que ya percibimos los que hemos presenciado algunos de sus últimos conciertos, Winslow-King se marca un disco soberbio cuyo arranque con «On my Way» nos sitúa de entrada en el Delta del Mississippi para después llevarnos a sonidos que combinan lo mejor del blues del Midwest con incluso algo de góspel. Y esa mezcla de géneros seminales será una constante en las nueve canciones del disco. La canción que da título al álbum, por ejemplo, es mucho más rocosa, más densa mostrándonos a un artista nuevo, que desconocíamos, pero cuyo nuevo traje sigue quedándole de fábula. Y así se suceden los temas, aportando algo diferente cada uno sin perder la sensación de unidad. Introduciendo el country en «Heartsick Blues», algo de rock and roll mezclado con John Lee Hooker en «Act Like you Love me» o una ligera experimentación en «Esther Please» (referencia directa a su señora esposa) que parece extraída del Kiko de Los Lobos. En definitiva, un trabajo excelente, inesperado por su evolución, aunque todos aquellos que disfrutamos de discos tan enormes como Everlasting Arms (2014) o The Coming Tide (2013) ya sabíamos que tenía muchas cosas que decir. Y vaya si las ha dicho.
Eduardo Izquierdo