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The Pretty Things: A Wamba Buluba, Marula (Barcelona)

 

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Ya lo advertía Alberto Lodeiros, compañero en esta casa: «Por lo que me llega de sus tres primeros conciertos, van como motos». No me pillaba por sorpresa. Algunos lo llevamos proclamando a los cuatro vientos hace muchos años, Alberto incluido. Por una razón u otra son muchos los que todavía se plantean si acudir o no a un concierto actual de los Pretty Things. Craso error. Monumental error, sería la frase exclamativa. Debe ser por los trajes que visten. Algunos los ven con ese atuendo, tipo gánster de mediados de los sesenta en los suburbios de Londres, y piensan: «Ok, otros como los Dr. Feelgood actuales o los Godfathers. Algo trasnochado». No tengo ni idea, lo comento por decir algo. Porque me sigue mareando que con discos como Balboa Island o The Sweet Pretty Things Are Now On Bed, Of Course en el nuevo milenio, el reconocimiento no sea total. Pero más lamentable aún, que sus giras no sean artículos de diarios o el nulo interés que muestran las televisiones locales.

George Woosey, bajista y valedor de que los Pretties suenen validos en la actualidad,  charlaba conmigo en la calle Escudillers de Barcelona al termino de su actuación en la ciudad. «Creo que la gente se va a arrepentir cuando en un tiempo dejemos de girar. Porque seamos sinceros, esto no va a durar toda la vida. Phil (May) y Dick (Taylor) todavía disfrutan actuando, tienen la energía para embarcarse en una gira larga. Pero no va a durar eternamente«. Evidentemente, todo esto viene procedido a la cuestión tantas veces comentada entre los pocos fans de la banda, «Deberían actuar en locales mucho más grandes y enfrente de más audiencia».

Sigue George: «De vez en cuando actuamos en festivales, pero está bien así, en clubs. Gracias a ello podemos tener un contacto directo con la gente que realmente nos aprecia. Aunque claro, un poco de reconocimiento sería mejor. Hay gente que no entiende que estemos Jack (Greenwood) o yo en la banda. Sobre todo en Alemania, no paran de preguntar por los tipos de formaciones antiguas». La misma estupidez de siempre, vamos. Uno debate este tipo de temas cuando la banda pierde la pureza, pero tanto Jack como George son lo mejor que le ha pasado a los Pretty Things desde Cross Talk, su maravilla power pop del 80. Han rejuvenecido a la banda, cuidan de ella como si fuese suya, y son miembros de la misma por derecho propio. De nuevo, busquen en los créditos del último álbum. Lo suyo no es solo testimonial y cara al directo, es una implicación total y pasional.

Respecto a la gira actual, me alegra al menos que haya caras nuevas en sus shows. Siempre hay algún listillo que te suelta aquello de «espero que me devuelvas el dinero si esto no chuta, con el coñazo que das con esta banda». En primer lugar, no soy el promotor de la banda. Lo fui una vez, pero esa es otra historia. Ja. En segundo lugar, tengo fe en mis palabras porque la banda reafirma la dicha en cada actuación, a cada paso. Así fue en Barcelona, donde volvían dos años después. Un show magistral en el que hubo tiempo para casi todo (se les olvidó rescatar algo de Parachute): los singles de la primera época, gemas de la etapa psicodélica, la pieza inicial del nuevo álbum, varias covers, caras B’s, versiones de Bo Didley… Una sorpresa tras otra, vaya. Y es que es de agradecer cuando una banda disfruta de su oficio. Pero más importante, es genial cuando una banda reescribe su historia cada noche, y los Pretty Things lo hacen continuamente. Ya lo decía el iconoclasta Flowers al día siguiente: «Grandes siempre». Tienen todavía unos días para resarcirse, pues la gira sigue hasta el 18 de noviembre. Palabra de amigo.

Texto: Sergio Martos

Foto: Fernando Ramírez

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