Encuentros

O Sister!: «Enamorados de Nueva Orleans»

 

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Si nos ceñimos a lo estrictamente cronológico, este año hace ocho que O Sister se formó en Sevilla con el firme propósito de recrear el jazz vocal de las décadas de los veinte y treinta del pasado siglo. Sin embargo, hay dos fechas posteriores que suponen hitos fundamentales en la historia del grupo: el primero de ellos ocurrió en 2.014, en el que con solo un disco en su haber son invitados a Nueva Orleans para participar en un festival homenaje a sus adoradas Boswell Sisters, no dudando en aprovechar para dejar su impronta en locales míticos de la Crescent City como el Snug Harbor.

Espoleados por el buen recibimiento en la capital mundial del jazz, empieza a rondar en sus mentes la idea de cruzar la importante brecha que separa recrear un sonido de componer su propio repertorio. La segunda fecha a la que me refiero es ahora mismo, cuando presentan su tercer disco “Stompin´ In Joy” en la que cuajan sus ambiciones y firman en mayoritaria proporción las canciones que lo componen, y con más que notable nivel. Lo mismo que otras bandas patrias han alcanzado un nivel que les permite codearse con figuras internacionales en varios estilos (americana, garage, rhythm & blues) es el momento de reconocer que la banda sevillana satisfará sin lugar a duda a los viejos fans de Squirrrell Nut Zippers o a quienes aclaman a Pokey La Farge cada vez que se deja caer por estos barrios.

No dejen de comprobarlo si tienen ocasión, la gira de presentación comienza el próximo día 19 de Noviembre en el Teatro Fernán Gómez de Madrid dentro de la programación de Jazz Madrid, en el que seguro que sonará integro el nuevo disco que desmenuzamos a continuación con sus autores.

 Quizás la novedad más llamativa de “Stompin´In Joy” es que os lanzáis a la composición musical de manera definitiva, pasando de ser una banda que recrea un sonido a intentar aportar vuestra propia visión. ¿Cómo ha sido este proceso?

Bueno, en efecto ha sido como lo describes: un proceso. Después de tanto tiempo asimilando y disfrutando el estilo y, tras ocho años de trayectoria como grupo practicándolo y profundizando en el repertorio, ha sido algo bastante natural, casi una necesidad. Sí es cierto que en los dos elepés anteriores no hemos recreado simplemente temas clásicos. Siempre hemos aportado nuestra visión como banda, desarrollando arreglos propios y haciendo nuestras versiones. Es decir, intentando aportar un enfoque lo más personal posible a las canciones. Pero con este paso hacia la composición nos sentimos muy satisfechos y, de alguna manera, orgullosos. Ya estamos pensando en seguir haciendo canciones pero sin olvidar esa faceta de buscar piezas del estilo poco conocidas y, a nuestro entender, de un gran valor. Continuar esa arqueología musical nos parece también una labor fascinante.

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¿Y está toda la banda involucrada en estas nuevas tareas compositivas?

En gran medida, sí. Si bien en esta primera hornada de piezas originales el grueso de propuestas surge de Paula y Matías, todos los miembros de O Sister! han contribuido de una manera muy especial a darles forma y vida, en cada caso aportando ideas musicales claves, temáticas para las historias a contar, textos, arreglos musicales determinados, etcétera. Esta forma de trabajar es la que tenemos desde el origen del grupo: a partir de una idea básica original de alguno de nosotros, los demás solemos hacer aportes para que el resultado final suene de manera personal y, al mismo tiempo, a gusto de todos. Nos implicamos en el sonido y la orientación artística que queremos para la banda, así que puede decirse que los temas originales de O Sister! acaban viendo la luz de la forma en que lo hacen gracias a un trabajo en equipo exhaustivo.

Al inicio de esta conversación habéis subrayado que incluso en vuestro inicios versionando temas ajenos nunca os decantasteis por los más populares; quizás la excepción venga en este nuevo disco con “Bei Mir Bist Du Schoen” parte del musical “I Want If I Could”, por cierto una canción yiddish, ¿por qué la elegisteis? Es un tema bastante conocido entre los aficionados al jazz.

Efectivamente nos gusta rescatar temas poco conocidos que nos parezcan interesantes por su calidad, empezando por el repertorio olvidado de las Boswell Sisters, siempre tan sorprendente y divertido. Pero también combinarlos con arreglos propios de temas célebres y clásicos de los que no se conozcan versiones armonizadas a tres voces. En el caso de «Bei Mir», una canción que fue un hit durante la II Guerra Mundial, tiene una versión armonizada muy famosa de las Andrews Sisters, pero en su mayor parte sólo a dos voces, y nos pedía aportarle nuestra visión con un color diferente. Es un tema con una gran fuerza, venimos disfrutando de tocarla en directo desde hace mucho tiempo y pensamos que era el momento de grabarla. Además, nos gusta coquetear con otros estilos desde la base del swing, y su origen yiddish nos permite jugar con un aire más klezmer en los arreglos.

De las mencionadas Boswell Sisters os habéis convertido en toda una autoridad…

Algo que nos despertaba un gran interés al comenzar este proyecto fue el análisis en profundidad de su repertorio, para poder interpretarlo. Realmente fue un hallazgo descubrir esta música tan audaz, que mezclaba influencias de los cantos de los esclavos (el blues) con la tradición musical europea. Durante estos ocho años como banda, hemos ido empapándonos del estilo dixieland y de los códigos musicales empleados en las grabaciones de las hermanas Boswell. Todo ha sido un proceso, como la experiencia que nos llevó a New Orleans, lo que ahora nos hace sentirnos con el ánimo de alcanzar el siguiente nivel al escribir nuestros propios temas. En cualquier caso, además de la música de The Boswell Sisters, llaman nuestra atención otros muchos artistas; en mayor medida, mujeres, las cuales (como ocurriría con las hermanas) fueron olvidadas por los libros de historia del jazz y el blues, o al menos no les tomaron el reconocimiento que creemos merecen. Así que hay también en nuestro proyecto una parte didáctica y de reivindicación del rol de estas mujeres pioneras en el jazz.

Vamos a comentar algunos temas del disco, que está claramente dominado por tonos alegres y muy rítmicos, quizás incluso más que en anteriores grabaciones, ¿no es así?

Es cierto. Si algo teníamos claro desde el principio con este disco es que queríamos que tuviera un sonido, una energía y un enfoque diferentes a los anteriores. Quisimos plasmar artísticamente muchas de las vivencias y sensaciones que nos ocurrieron en el intervalo de tiempo que hay con respecto al anterior álbum. La banda ha evolucionado mucho y nos han ocurrido muchas cosas que necesitábamos reflejar. Una de ellas, sin duda muy importante como grupo, fue nuestro viaje a Nueva Orleans, y el impacto que tuvo esa ciudad en nuestra forma de entender y vivir la música que siempre nos ha cautivado. Toda esa alegría por la vida, los ritmos adictivos que te poseen irremediablemente al caminar por aquellas calles a rebosar de música, el humor y a la vez el enorme respeto por el trabajo musical… de alguna manera, intentamos contar todo eso en este disco.

Prueba de ello es el imparable arranque con dos temas absolutamente irresistibles, “Nowzah!” y “Please, Don’t TalkTo Me Before My Morning Cofee”. ¿Lo secuenciasteis así para atrapar al oyente desde el inicio?

Sí, normalmente intentamos establecer el orden de temas de nuestros discos de manera que resulte lo más agradable y atractivo al oyente, de principio a fin. Intentamos combinar bien unas texturas sonoras con otras, las temáticas, tempos diferentes, instrumentaciones distintas; son muchos factores a tener en cuenta y nos gusta ser lo más minuciosos posible al respecto. Aunque es algo bastante abstracto, subjetivo y complejo. Los dos temas que mencionas, compuestos por Paula, nos gustan especialmente: uno es muy enérgico, rítmico y contundente en todos los sentidos; y el otro es más melódico, sutil y con una carga humorística importante. El contraste entre los dos nos gustó y nos pareció un buen comienzo para este álbum.

Esta visión despreocupada que transmiten algunos temas choca frontalmente con la realidad social del país; en ese sentido, existe cierto paralelismo con la época de los años treinta en la que os inspiráis, en la que sufrían las tremendas secuelas de la crisis del 29. ¿Pensáis que vuestra música puede servir como válvula de escape o placebo para olvidar por un momento la realidad cotidiana?

La música en general (no solo la nuestra) tiene un enorme poder terapéutico, eso es innegable. Es necesaria en nuestras vidas como vía de escape. Representa para nosotros el espacio donde sentirnos libres y recuperar la alegría, que falta hace. El humor siempre ha estado muy presente en el jazz primigenio y es una de las cosas que más nos motivó desde que empezamos a hacer este tipo de música. Sentir que podemos hacer un poco más feliz a alguien poniendo humor y energía en nuestras canciones es muy motivador. Eso no quiere decir que nos olvidemos de los problemas. De hecho, dos de los temas del disco tienen letras con un claro contenido reivindicativo. El citado «Nowzah! (I don’t accept your rules)» –»¡No, señor! No acepto tus normas»– es un canto de rebeldía ante todo lo injusto que ocurre en el mundo actual y en contra de la estupidez humana, la que nos lleva a caer en los mismos errores una y otra vez. Y «Keep you head up, sister!» –»¡Mantén la cabeza alta, hermana!»– es un blues con un contenido claramente feminista.

“The Baby Rag” es una delicia rag (obvia observación) en la que destacan las preciosas armonías vocales, una de las más destacadas características de esta grabación. Imagino que conseguir esa compenetración vocal tendrá no pocas horas de trabajo en los ensayos.

Obviamente hay un trabajo fuerte detrás de ese sonido que ya es parte de nosotros, es la única manera de conseguir las cosas. Se logra con el rodaje de todos estos años ya juntos, cantando ese tipo de canciones en armonía cerrada. La experiencia hace que todo fluya de una manera más fácil.

También me gustaría destacar vuestro habilidoso manejo del scat, un recurso que aporta una pátina de clasicismo a las canciones, en el que destacaron grandes intérpretes como Ella Fitzgerald. Helena y Paula lucen especialmente usando esta técnica.

Muchas gracias, hacemos lo que podemos (risas). La mejor manera de aprender ese lenguaje es fijarse y tratar de imitar a tu manera a grandes como la que citas, Ella Fitzgerald –para quien, a su vez, fue una gran referencia Connie Boswell, como lo ha sido para nosotros.

En “I Fell In Love With New Orleans” proclamáis vuestro amor por la capital del jazz, en la que estuvisteis actuando en 2014. ¿Cómo fue la acogida allí a una banda española, y qué os atrajo especialmente de la ciudad?

La acogida fue muy buena. Fuimos a tocar allí a un evento colectivo de homenaje a las Boswell Sisters gracias al apoyo de muchos amigos y fans, y nos encantó ver que la comunidad allí valoraba nuestra aportación al estilo y al repertorio. Además, tuvimos también la oportunidad de dar un concierto propio en una de las salas míticas de la ciudad, el Snug Harbor, y fue muy gratificante ver la respuesta positiva de un público más general. Nos impresionó el carácter abierto e inclusivo de la comunidad de músicos y el valor que le dan a que te sumes espontáneamente a tocar en cualquier escenario, a hacer jams, viviendo la experiencia del momento y sin prejuicios; y, en general, la importancia que se le da a la música en directo. Es una gran ciudad multicultural con gente estupenda y muy divertida que, pese a las dificultades, sabe vivir el día a día con un carácter festivo que se contagia.

Aunque no muy numeroso, siempre ha habido interés por el jazz y el swing, artistas como Pokey La Farge llenan salas incluso aquí en España. ¿Pensáis que existe un interés creciente por vuestro estilo musical?

 ¡Sí, por supuesto! Y nos alegra mucho que un artista tan admirado logre tal éxito, igual que la gran Meschiya Lake lo hizo aquí, en el festival Sevilla Swing –evento en cuya organización estamos implicados-. Hay un interés cada vez mayor por el swing, y en concreto por la música y el baile de estas décadas, los años 20 y 30. En parte, porque es algo muy nuevo para mucha gente (en Norteamérica y también Europa) que no conocía estos estilos. Ahora, gracias principalmente a internet, se abre un canal donde esta música llega a otras generaciones. Por otro lado, crece el interés por la experiencia de escuchar la música en directo tal y como la interpretan los músicos, y no como suena en el teléfono móvil. ¡Cosas locas! Del tipo hacer música sin tocar ningún botón, e incluso sin que medie corriente eléctrica… ¿será así la música del futuro?

Para finalizar y como curiosidad, cabe señalar que cuidáis especialmente el vestuario, recreando la época en la que os inspiráis musicalmente. ¿Qué importancia tiene en vuestros shows?

¡Realmente tiene mucha importancia! Quizá en los comienzos, en los primeros conciertos del grupo, pudimos sentir que íbamos disfrazados, pero eso únicamente duró hasta que nos acostumbramos a llevar la indumentaria viejuna. Es un estilo que favorece y vuelve a estar de moda con este resurgir del swing en los últimos años. Para nuestro nuevo disco, «Stompin’ in Joy», hemos querido invertir presupuesto en hacernos un nuevo vestuario específico, más colorido y original, y para ello hemos contado con las diseñadoras Lavique y Marilene, que nos han ayudado a conseguir esa frescura que buscábamos. Después de ocho años, se nos haría extraño salir al escenario para interpretar la música que hacemos sin hacer uso de la estética que nos aporta el vestuario. El público lo agradece porque también le ayuda visualmente a trasladarse a la época, y nosotros lo disfrutamos. No podemos pedir más.

 

Texto: Manuel Borrero

 

 

 

 

 

 

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