Pequeña, intensa y exacta, como un buen espresso, Fay Hallam ha prestado su talento al órgano –Vox, Hammond, Nord- en apasionantes proyectos propios y ajenos. Sus primeros pasos los dio con Makin’ Time, punta de lanza de la coolness mod de mediados de los 80, para luego pasar a engrosar una banda ya mítica mientras funcionaba: aquellos Prime Movers mal encarados, adictivos y ruidosos.
Después, años de silencio para volver a emerger con Phaze y The Trinity, dos proyectos que juntaban en su dinámica persona el recuerdo de Julie Driscoll y Brian Auger dando vida a aquella mezcla tan especial de Pop, Soul y Jazz. Ocasión pluscuamperfecta para cruzar unas palabras con ella, desempolvar recuerdos y que nos afile el colmillo con sus proyectos.
¿Cómo te acercaste al Hammond y al órgano eléctrico? ¿Fue a través de la escena Mod o es algo que venía de antes?
Mi padre tocaba el órgano y tenía muchos, incluyendo algún Hammond. Así aprendí y cuando tenía 15 años y quise tocar en una banda fui a comprar mi primer instrumento. En la tienda local sólo había un Hammond que estaba hecho caldo y un Vox Continental inmaculado que, por su perfecto estado, terminé comprando y tocando con un Leslie.
Mi primer Hammond lo tuve ya cuando tocaba con los Prime Movers. Fue el primero de muchos y es un instrumento maravilloso y único. Se le acerca, en prestaciones, el Nord Stage 2, que también toco.
¿Cómo empezó Makin ‘Time, tu primera banda? ¿Cuántos años tenías?
Tenía 17 años cuando conocí a Martin Blunt y me preguntó si quería tocar el órgano en una banda que estaba formando. En ese momento sólo hacían versiones lo que me pareció aburrido, porque yo ya había escrito mi primera canción a los 14, así que cuando entré también empezamos a funcionar con repertorio proprio.
Makin ‘ Time fueron un ejemplo clásico de «mala suerte mod». Con potencial y a punto de escalar las listas pero «Walking on Sunshine» se emitió justo cuando vuestra «Here is my Number» eclipsando su potencial éxito. ¿Fue ese el principio del fin para la banda?
Es muy interesante que la gente piense que íbamos a ser grandes, cuando mi única preocupación era -y sigue siendo- componer mis canciones. De todos modos, el principio del fin para Makin’ Time fue cuando Stiff Records quebró.
(Making Time)
Sí, teníais vuestro segundo disco, “No lumps of fat or gristle guaranteed”, que suena mucho más crudo y directo que el primero, “Rhythm & Soul”. ¿Cuestión de evolución musical hacia parámetros más garageros? ¿O es que reflejaba vuestro estado de ánimo?
Tras el hundimiento de Stiff, vimos que teníamos material para un segundo álbum, y decidimos grabarlo antes de separarnos. Suena y es más crudo porque si con “Rhythm & Soul” estuvimos más de un mes en el estudio de grabación, éste lo grabamos en una semana.
Fuisteis los únicos que gustaron a la facción más purista de la escena mod de la época.
Éramos una banda de Pop con una fuerte influencia del órgano y no guitarrera. No teníamos nada que ver con todas aquellas bandas que intentaban parecerse a los Jam y, por supuesto, vestíamos muy bien.
Después de Makin’ Time, tú y el bajista, Martin Blunt, os unisteis al ex Prisoners Graham Day para formar The Gift Horses, ¿qué fue aquello?
Una aventura efímera con Graham, Martin y el baterista Jon Brookes que acabaría formando los Charlatans con Martin. Juntos, grabamos un single e hicimos una gira por Alemania.
A propósito de Charlatans, Martin cosechó un gran éxito con ellos sonando mucho a lo que vosotros habíais hecho antes; como si juntos os hubieseis anticipado a lo que iba a ser el gusto de un público más amplio. ¿No te sentó un poco como haber perdido una oportunidad?
Una mañana, mi hermano me llamó para decirme que me había oído en la radio. Era el “The Only One I Know” de los Charlatans, que se parecía mucho a cuando nosotros hacíamos el “Hush”, vía Deep Purple, en directo. Martin nunca se rindió, siguió cuando los demás lo habíamos dejado temporalmente y se merece todo el éxito cosechado.
Por entonces tú te habías casado con Graham Day y juntos liderabais la gran banda de outsiders del sonido 60s, The Prime Movers…
Sí, los Prime Movers eran buenísimos. Tocamos mucho en Italia y Alemania y sonábamos mucho a Deep Purple, con increíbles duelos guitarra-órgano. Además, aquello nos enseñó que podíamos hacer nuestros propios discos sin depender de discográficas.
¿Y todo el tema Acid Jazz? ¿Cómo no te involucraste en aquella escena, teniendo las credenciales que tenías?
Verás, tuve a mi primer hijo en 1991 y al segundo en 1992 así que estaba ocupada en, digamos, otros asuntos.
Y luego llegó la cosa esa… el Brit Pop. Entre tú y yo: ¿te tomaste algo de aquello en serio?
Me gustaban mucho Blur pero es cierto que había un montón de basura descafeinada en aquello. Por otra parte, siempre es así.
De nuevo, eran como la copia mala de lo que habíais hecho diez años antes… ¡Y encima, en algunos casos, con un éxito totalmente inmerecido!
Mira, nunca he equiparado lo que otras personas hacen con lo que yo misma hago o he hecho. Por otro lado, creo firmemente que el éxito comercial es algo separado del éxito personal. Mira, para mí, el éxito es mi integridad. El tratar siempre de escribir la mejor canción, con el mejor sonido, que puedo. Para mí misma y el disfrute de otras personas de ideas afines.
Phaze y Fay Hallam Trinity significan una vuelta de tuerca en tu sonido, a partir del sonido cosechado por Brian Auger y Julie Driscoll, fuiste entrando más y más en el groove que el propio Auger desarrolló en los 70 grabando para RCA-Victor. ¿Cuál es la historia detrás de estos dos proyectos?
Después de tener dos hijos fui a la Universidad durante 4 años y, en todo, no toqué un teclado en 7 años, básicamente porque no quería. Pero había buenos músicos por ahí que querían hacer cosas y, de pronto, empecé a escribir canciones de nuevo. Hice dos álbumes con Phaze y luego me divorcié. Era 2003 y me sentí como si no quisiera volver a tocar. Vendí todo mi equipo. Absolutamente todo. Luego, en 2004, una discográfica me pidió que grabara un álbum. Les dije que ya no tenía ni equipo ni banda y respondieron «no importa, obtén instrumento y banda»; y así nacieron Fay Hallam Trinity. Fui muy feliz tocando con Russ y Sean y enfocando el sonido exclusivamente hacia el órgano, sin guitarras. ¡Se acabaron los duelos guitarra-órgano! (Ríe)
Luego te pasaste a Blow Up Records y grabaste “Lost in Sound” con Nasser Bouzida (Bongolian / Big Boss Man) que suena muy a banda sonora.
¡Precisamente, el tema “Dancing” incluido en ese álbum fue usado en una peli italiana! De todos modos fue genial trabajar con Nass. Tanto en el estudio, donde entre él y yo tocamos todos los instrumentos, como en innumerables directos, ya con banda. Genial.
¿Y qué me cuentas de “Corona”, tu siguiente LP?
Pues mira, lo pensé, compuse y grabé entero en casa cuando volvía de una gira italiana. Fue un proyecto muy mío y, si te soy sincera, me ha sorprendido la buena aceptación que ha tenido.
Bueno, ha llegado el momento: ¡tu nuevo álbum, con gente como Andy Lewis, DJ, productor y bajista en la banda de Paul Weller; y Kieran McAleer de los Dilemmas! ¡Cuenta, cuenta!
El nuevo disco se titula “House of Now” y es lo mejor que he hecho hasta ahora. Es un disco increíble. Me encontré con Andy antes de Navidad y estaba deseoso de tocar el bajo en el disco que, al final, ha acabado produciendo él haciendo un trabajo fantástico. Es un tipo con mucho talento y sé que está muy contento con el resultado. El álbum suena fresco, optimista. Mi hijo Josh toca el piano en él y, por supuesto, Kieran ha hecho un trabajo estupendo a la batería.
¡Hostia! ¡Qué ganas de escucharlo!
Tengo unos trece discos grabados y mucho material donde elegir. En esta gira pienso cubrir un poco de cada etapa de mi carrera y, para ello… ¡incluso he traído un guitarrista! (Ríe)
Texto: Alberto Valle