Los nuevos comienzos generan zozobra, pero lo cierto es que Leiva lleva ya tres discos en solitario con una puesta en escena que incluye una gran banda sobre las tablas. Algunos de los que se hicieron mayores con Pereza se han quedado, otros se han marchado. Lo nuevo del madrileño se llama Monstruos (Sony, 2016).
Quizás en Aviones cualquiera de tus seguidores ya podía notar el cariz sonoro y la complejidad de matices de lo que iban a ser tus siguientes trabajos, ¿lo ves así?
Bueno yo creo que Aviones fue el principio de algo. Aviones marcaba el final de Pereza y el principio de una búsqueda de otros sonidos, de otro tipo de canción, de otro tipo de producción. Con ese disco empecé algo que creo que estoy encontrando ahora en Monstruos, lo identifico así.
De tus producciones se extrae un cuidado preciso de los arreglos con una superposición de líneas que favorecen el conjunto de la canción, ¿es algo que trabajas personalmente o delegas parte de ello en los músicos que te acompañan al estudio?
Siempre he producido los últimos discos o los he coproducido. Mi primer disco, Diciembre, fue un disco que produje, grabé, mezclé, hice todos los instrumentos yo, fue un proceso bastante obsesivo. En el segundo disco me junté con Raya un poco para compartir, delegar y tener una opinión externa que es muy interesante. Para juntarte con alguien que controla a nivel sónico, un muy buen músico. También llevé los arreglos hechos porque yo grabo las maquetas en mi casa con baterías, arreglo incluso los metales con los míos. En este último disco me apetecía ir al estudio con guitarra, voz y mellotrón, es como tenía las maquetas para juntarme con Raya. Los riffs estaban hechos pero me ha gustado ceder la producción a Carlos para salirme de toda esa parte obsesiva que tanto me hace sufrir, porque me convierto en un tipo muy obsesivo. Pero este disco sí que lo hemos pintado y arreglado juntos, ha sido un disco muy divertido.
Uno intuye, entre otros, el Exile on Main Street de los Stones y los volúmenes de los Traveling Wilburys como una especie de manuales en tu sonido. ¿Sueles repasar con frecuencia tus clásicos particulares?
Yo suelo ir a los discos con unas cuantas referencias para hablar con Carlos. Al final escucho Flaming Pie de McCartney o escucho Let it Bleed de los Stones y me doy cuenta de que es difícil de superar. Escucho Wildflowers de Petty y pienso que ahí está todo. Escucho Harvest de Neil Young y digo esto es el manual de cómo grabar un disco y hacerlo sonar. Yo concebía este disco un poco más sofisticado, porque me compré el mellotrón y arreglé con guitarra y mellotrón. Ha habido dos discos que escuchado mucho, Mutations de Beck y Absent Friends de Divine Comedy, mientras componía. Al final nos pusimos a tocar la banda y otra vez vuelve a sonar crudo, otra vez vuelvo a identificarme con los Wilburys, vuelvo a mis referencias de siempre.
Por otro lado M-Clan y Calamaro, entre otros, aparecen en algunos pasajes, siempre esa visión en castellano de lo que es el rock and roll.
Evidentemente nuestro folclore no es el rock and roll. A nosotros nos suena menos natural y tenemos que hacer nuestra propia interpretación para que no parezca una absurda parodia de rock. Pero creo que tenemos buenas referencias de gente que ha castellanizado muy bien el rock y el rock and roll. Andrés ha dejado un legado muy importante de buen rock con buenos textos, Loquillo. Hay gente que lo ha hecho muy bien y son en los que nos tenemos que fijar.
Ya en 2014 y después de muchos boletos agotados llega uno de los momentos álgidos, al menos en lo emocional, en tu carrera cuando te toca telonear a los Stones, ¿cómo fue aquello?
Fue especialmente emocionante, más que el show. Yo he tenido la oportunidad de telonear a varios grupos grandes guiris y al final es todo un poco a matacaballo, no te da tiempo a disfrutar y sonar bien. Lo emocionante, aparte de participar en un espectáculo con un grupo que es la banda sonora de mi vida, para mí era hablar con los backliners y que me hicieran el tour, que me enseñaran las guitarras de Keith, los amplis y ver los pedales, que me explicaran donde ponían el micro. De alguna manera toda esa tarde que pase con sus técnicos explicándome. Fue muy emocionante para mí entrar en la cocina de la mayor banda de rock de todos los tiempos. Es algo que me llevaré a la tumba.
En el fondo tu concepto de banda es muy similar al de los Stones en directo, comunión de múltiples instrumentistas sobre las tablas.
Es una apuesta que ahora me puedo permitir. Con Diciembre aposté por banda de ocho músicos con sección de metales y hammond, pero los números no me salieron. Perdí bastante dinero, no me fue rentable, una gira bastante complicada. Pero es una apuesta por una banda grande, ese punto E-Street Band de poder salir con tus amigos al escenario. Mientras me lo pueda permitir es una experiencia muy potente tener a los metales bufándote en la espalda y llevar un hammond con su leslie. Mientras pueda voy a seguir haciéndolo porque es una experiencia muy completa.
En tus letras se sigue leyendo esa estética de la derrota cáustica que deja una cicatriz fresca que no es sino un impulso para continuar, ¿el día que llegue la victoria definitiva se va todo a la mierda?
No lo sé, supongo que el día que coja la ola y no me baje a lo mejor sigo en ella y aguantaré, pero tendré menos canciones. Tampoco mi vida es una espiral de dramas, de hecho en el disco hay sentido del humor y en una canción en concreto, Breaking Bad, después de cada verso termino diciendo “ya sé que no es para tanto”. No podemos llorar de éxito, yo creo que bajar a las profundidades te da más canciones y ese movimiento emocional es muy óptimo para componer, cuando uno está bien se va a tomar cervezas. Pero no sé si cuando me enfrente a esto que dice Joaquín Sabina de la “felicidad doméstica” me costará más escribir canciones. Ahora toca plantearme si prefiero tener más canciones o ser un tipo absolutamente feliz sin nada que decir. En este momento no sé contestar.
Un tercer disco en solitario suena a consolidación, ¿creíste que sería difícil volverte a ganar a tus seguidores con una línea más personal cuando abandonaste Pereza o mantenías la fe en que lo nuevo les siguiera gustando?
Supongo que visto desde fuera parece que Diciembre, como hice La Riviera, iba bien, pero fue empezar de nuevo. El último concierto de Pereza metí 16.000 personas y el primero con este proyecto fue en el Hangar de Burgos y metí 225. Por lo tanto otra vez empecé de cero, nunca jamás pensé que Pólvora fuera a hacer cuatro rivieras o un Palacio. Yo siempre creo que he perdido a mi público disco a disco, por eso cuando salgo a un escenario y veo que otra vez viene la gente me ilusiona. Me hace ilusión pensar que hay otro público que se está introduciendo, una gran parte del público de Pereza se quedó y otra se fue. Pero nunca pensé que pudiera volver a hacer otro Palacio de los Deportes, no era una alternativa. Pensé que mientras me pudiera mantener y llevar a ocho músicos yo ahí me encuentro bien. Todo lo que sea más nunca lo he esperado.
De hecho en tus directos incluyes canciones de Pereza lo cual implica siempre un guiño especial con el público que siempre agradecen.
En la gira pasada estuve metiendo cuatro. No es fácil para mí elegir canciones de Pereza que me sigan identificando y que las siga defendiendo. En algunas puedo seguir haciéndolo pero en otras no, ningún single que sonara mucho por la radio me siento capaz de tocarlo, creo que es una parte que terminó. Pero sí que Lady Madrid, Animales o Por mi tripa son canciones que a la gente le gusta seguir oyendo y yo siento que las seguimos reinterpretando y nos siguen representando.
Ya hiciste tu pequeño homenaje crepuscular a los súperhéroes con Superjunkies y el videoclip de Guerra Mundial es una sucesión de viñetas, ¿te tira el medio? ¿Algo que hayas leído recientemente?
Hay dos cómics en concreto que me leí hace poco, uno que se llama La Casa, que es una preciosidad, es de un artista catalán. Y un cómic que como tuvo un Pulitzer y como uno tiene prejuicios pero me lo leí y me encantó es Maus. Esos dos cómics me han encantado últimamente.
También te inspiran las series como demuestra uno de los cortes de Monstruos titulado Breaking Bad, ¿al fin y al cabo la música no deja de ser una ficción?
Supongo que nos metemos en personajes que nos gustaría ser. De alguna manera nos proyectamos en dramas que no tenemos. Nos comunicamos con un traje sin el que nos costaría hacerlo fuera de la música. Es un análisis muy bueno que la música es ficción. Aprovechamos para vestirnos de otros personajes para contar lo que no podemos contar en la vida real. En mi caso es así, utilizo la música para contar cosas que debajo de un escenario me costaría mucho decir.
Por último para alguien que apela con tanta profusión a los referentes, Lou Reed, David Bowie, Lemmy Kilminster y algunos otros hitos ya desaparecidos dejan un panorama a veces vacío, ¿qué perspectivas genera a los que seguís esa estela?
Ha sido una sucesión de muertes muy dramática, en concreto las últimas. Prince, Bowie, Lemmy e incluiría al Torta que es un cantaor flamenco alucinante y al Agujetas. Se está muriendo un montón de gente que ha dejado un legado muy importante con muchas cosas que decir. Pero todavía nos queda Dylan, Leonard Cohen, Neil Young, Keith Richards, Tom Waits. Hay algo que me emociona mucho pensar y es que algunos han hecho varios de sus mejores discos con sesenta años y eso es tan alentador. Yo escucho Modern Times de Dylan y me gusta igual o más que Blonde on Blonde. Tenemos tantos ejemplos de gente mayor que siguen haciendo discos y siguen buscando la canción perfecta que tenemos que sentirnos unos afortunados. De poder haber vivido en vida discos de Waits nuevos, discos de Cohen, esto es una maravilla. Toco madera y espero que sigan haciendo discos tan buenos.
Texto: Alex Jiménez