La muerte y la celebración de la vida planearon en el estupendo primer concierto de la gira de presentación del nuevo disco que aparecerá en septiembre, “F.E.A.R.” (acrónimo de “Fuck Everyone and Run”).
Antes de empezar, sonaron por los altavoces el celebrado Bowie y el también añorado Chris Squire (el excelente bajista de Yes). Y uno de los momentos más intensos fue “King”, inicialmente dedicada a Elvis Presley, pero que aquí venía acompañada de imágenes de esos mitos que fallecieron prematuramente por los efectos colaterales de la fama (el club del 27 al completo, Lemmy, Prince o Marilyn Monroe). No sabemos aún si ese espíritu impregnará su nuevo trabajo, del cual interpretaron “The New Kings”, una larga e interesante pieza. Abrieron con la inquietante y sugerente “The Invisible Man” y siguieron con esa maravilla de pop estratosférico titulada “Three Minute Boy”. Sonaron piezas del imprescindible “Brave”, dieron un respiro con “Fantastic Place”, tocaron el cielo con “Afraid of Sunlight”, animaron el ambiente con “Quartz” y deslumbraron con la portentosa “Neverland”. ¿Más? Contentaron a los nostálgicos de la época Fish con los bises “Kayleigh” y “Lavender” y, contra todo pronóstico, finalizaron con la brillante suite “This Strange Engine”, con la que Hogarth (un front-man que a sus 57 años sigue sorprendiendo por su gran presencia escénica), acabó gritando de una manera casi sobrenatural. Un excelente concierto de dos horas y media donde también brilló Steve Rothery con sus inspiradas guitarras herederas del mejor David Gilmour.
Texto: Jordi Planas
Foto: archivo