Otra de las grandes intérpretes descubierta y curtida en la banda de Johnny Otis, comprime este imprescindible set los cinco discos que grabó con Atlantic, cuatro de ellos consecutivos de 1.965 al 70, el último de ellos seis años después, tras su productivo paso por la escudería Kudu. Poco se puede añadir acerca de una de las más grandes vocalistas de la historia del jazz, que hubiese hecho sombra a la mismísima Ella Fitzgerald si no hubiese sido por su mala cabeza con la heroína, que acabó con ella a la edad de 48 años; en este periplo en el sello neoyorkino estuvo rodeada de lo más granado en cuanto a técnicos y productores (Ahmet Ertegun, Jerry Wexler, Tom Dowd), a sus pies un repertorio que abarcaba desde el ya remoto Tin Pan Alley -Jimmy Van Huasen, Johnny Mercer, Cole Porter- , jazz y blues a raudales o los sonidos que causaban furor en aquello momentos, prestamos de Beatles, Stones o Jobim. Cualquiera que fuese el estilo, la Phillips se movía como pez en el agua, demostrando una personalidad abrumadora con ese característico tono vocal de marcado acento nasal atiborrado de swing: hay que tener las orejas de corcho para no derretirse con sus interpretaciones de monumentales canciones como “Makin Whoopie” o “The Party´s Over”. Muestra de su versatilidad es la grabación de 1.966, “The Country Side Of Esther Phillips”, donde la menuda cantante hace suya joyas inmarchitables del firmamento vaquero como “Release Me” de Eddie Miller, uno de sus mayores éxitos comerciales, confirmando su estatus de absoluta estrella interpretativa el volumen que recoge su paso por el escenario del Freddie Jett´s Pied Piper angelino, haciendo que su título, “Burning”, parezca un apelativo modesto.
Texto. Manuel Borrero
