Poco o nada me interesó el anterior disco de Stonerider. Mi conexión con Fountains left to wake (2012) fue directamente inexistente. El grupo transitaba, en mi opinión, en una indefinición que no le hacía demasiado bien inclinándose más bien por sonidos duros. Pero la cosa ha cambiado con este atmosférico Hologram, álbum de esos que va calando al oyente poco a poco. Sin prisa pero sin pausa.
Definitivamente situados en una banda que revisita los sonidos de los años setenta actualizándolos, y aunque es fácil citar a Pink Floyd como principal influencia de este disco, en sus canciones hay mucho más. La lisérgica «Hologram» o la compacta y rotunda «Dayrunner» son buenos ejemplos de esa amplitud de miras. Un disco que tiene en la imprevisibilidad de cada uno de sus ocho temas su gran baza, a pesar de lo que consiguen sonar firmes y homogéneos siempre. Háganme caso, poco a poco.
Eduardo Izquierdo