La tranquilidad no está hecha para todo el mundo, Miguel Costas es un ejemplo de ello. Tras más de tres décadas subido en escenarios, el músico gallego vuelve con No me cuentes tu vida. Aprovechando la promo en Barcelona, nos reunimos con él para charlar y ponernos al día.
Vamos al rollo porque tampoco te quiero entretener que debes estar harto de tanta entrevista…
No no, tú entreténme lo que quieras. Para una vez que tengo promo, ¡no me jodas! [risas]
¡Te tomo la palabra! Tu nuevo proyecto No me cuentes tu vida es mucho más gamberro que el anterior…
Bueno sí, siempre he sido un poco gamberro. Tras 4 discos como Costas, he ido cambiando y evolucionando. Con el primer disco no sabía muy bien por dónde tirar, y el otro fue una recopilación. El penúltimo ya lleva una línea más o menos definida y en éste ya se confirma. De aquí pa’ lante.
Éste es el que ha marcado tu estilo y el que ha dirigido tu camino en solitario.
Sí, a partir de ahora creo que éste es un comienzo. Un nuevo comienzo para que, después de tantos años, ya siga una línea que siempre me ha gustado: canciones divertidas, potentes y que luego las pueda defender en directo. Lo que me encanta es que la gente disfrute en los conciertos, que participe cantando los estribillos y todo eso. Quiero pasármelo bien y si la gente disfruta conmigo, de maravilla.
Entonces el directo es la clave para ti.
Sí. En realidad ahora mismo poco nos queda ya. Discos no se vende, como autor prácticamente ni cobras y a mí me encanta tocar. No te creas que después de tantos años digo “Uy, tengo un concierto. Ya verás tú…” ¡Qué va! Es verdad que ahora me cansa más la furgoneta, me cansan los ensayos y todo lo demás. Pero lo que es tocar, ¡cómo el primer día, oye!
Cuéntanos algo de No me cuentes tu vida, sin necesidad de meterte en líos de estilos o etiquetas.
Podríamos decir que hacemos un “punk rock alternativo”. Y no, no me gustan las etiquetas para nada. Estamos un poco en tierra de nadie donde hay muchos grupos de “rock urbano”, y se llama punk a cosas que creo que no lo son. Nosotros estamos ahí buscándonos un hueco entre toda esta marejada. Algo que, a estas alturas, ya es decir.
Parece que a la gente le ha gustado el disco, tienen interés. Ahora sólo queda defenderlo en directo, nada más. O quizá sí: que las ventas de éste nos den para costear el próximo. Hablo de ventas y de todo lo demás, hoy en día cuenta todo: imagen, videos,… Estamos en otros tiempos y las cosas ya no son como antes.
¿Eres reacio a lo digital?
No, para nada. Al contrario, pienso que hay que actualizarse y adaptarse a los tiempos que corren. Es cierto que el digital lleva a consumir la música muy rápido, ¿no? Yo es lo que veo. Muchas veces no se presta atención ni a lo que se oye ni a nada. La gente va con su reproductor y están escuchando música constantemente pero sin parar demasiada atención.
Por ejemplo, acabamos de volver de Sudamérica. Ahí la gente sabe dónde ha estado grabado un disco, quién lo ha producido, etcétera. Eso es algo que a mí me gusta hacer aún hoy. Cuando me compro un disco, miro dónde se ha hecho, quién ha tocado,.. Y eso se ha perdido bastante aquí.
¿Crees que con este disco la gente ya te conoce como Costas? Quiero decir en singular, como Miguel Costas en solitario.
Hombre va a ser difícil, no te creas. No me quito el sambenito del ex ni de coña. Yo espero que sí. Ya hace mucho tiempo que cambié de rumbo y se hace cansino que siempre te lo recuerden…
Entonces, ¿crees que te ha perjudicado el pasado en tu carrera en solitario?
Me ha perjudicado porque, hoy por hoy, aún hay gente que piensa que toco en esas bandas. Un pequeño batiburrillo que no me ha beneficiado en nada. Mucha gente me perdió la pista cuando dejé de llamarme Miguel Costas, pero bueno…
Bueno, cambiando de tema… Cuéntanos, ¿cómo fue el proceso de grabación de tu nuevo disco?
En el disco anterior utilizamos más temas de ordenador, pero para éste cogimos los mismo amplis con los que tocamos en directo, incluso la batería, y lo hicimos a cañón. Eso refleja la fuerza que tiene el disco, aunque te digo que en directo tendrá aún más.
¿Y en cuanto a la composición y las letras?
Hemos hecho un disco de lo que nosotros tocamos, sin florituras. Ni violines ni arpas porque tampoco las vamos a necesitar después, ¿no? Somos un grupo de dos guitarras, bajo y batería, y lo que tenemos es lo que hemos grabado tal cual. Para defenderlo luego cómo se merece, que no haya carencias.
A nivel personal, después de llevar más de tres décadas dedicándote a la música,…
Bueno, este año hago 35 años del primer concierto oficial exactamente. Entonces vamos a hacer el aniversario 30 este año y el próximo, el 35. Nos ahorramos 35 años…
¡Del tirón!
¡Cojonudo! Parece que gusta más cuando son aniversarios, cumpleaños, fechas redondas. Así que ya tenemos este año y el próximo cubierto. Luego ya no sabemos qué vendrá…
Así pues, ¿qué balance puedes hacer de todos estos años?
La canción “De Palisandro” habla mucho de eso: momentos muy malos, en los que pensaba en dejarlo todo, y de hecho lo dejé durante una temporada. Luego decidí volver y claro, cuando vuelves hay que cogerlo con fuerza, ¿no?
Somos un grupo cuya intención, como te decía antes, es poder grabar más discos y seguir tocando. Ahora tenemos el apoyo de una multinacional y esperemos que esto se vea luego en el público. Si no es así, pues volveremos a la independencia que para eso siempre hay tiempo.
¿Hay algo que te lleves en especial?
Hay mil y una historias, podríamos estar aquí toda la noche haciendo una enciclopedia. Pero para mí, lo mejor es la sensación de cuando salgo a tocar. He sido honrado y podría haber tenido más pasta de la que tengo, pero sé que cuando salgo a tocar, toco lo que me gusta.
Y por eso estamos aquí.
Por eso y porque el curso de fontanería no lo acabé, así que pocas alternativas tenía…[risas]
No te veías entre tuberías… [risas] Hablando del futuro, ¿has pensado experimentar con algo? ¿Ir por otros lares que no hayas transitado aún?
No, ya he hecho canciones para más gente. A mí lo que realmente me gusta tocar es lo que hay en este disco. Canciones divertidas, sin ganas de romperle la cabeza a nadie con historias, nada más. No quiero tener ningún helicóptero ni nada de eso.
La actitud punk que tú defendías y sigues defendiendo, ¿crees que aún sigue viva hoy en día?
No, para nada. Yo veo a la juventud muy parada, cansada de tantos palos que se está llevando. Me da rabia porque en Sudamérica, por ejemplo, aún no has dado el primer acorde y la gente ya está haciendo pogos y dándolo todo desde el primer hasta el último tema. Esto aquí pasaba cuando yo empecé hace muchos años. Ahora la gente se queda mirando y poca cosa más.
Por eso insistes en hacer canciones más cañeras en los directos, que enganchen más al público y lo hagan moverse.
No te creas. Las hago cañeras porque es lo que me gusta. Con la edad parece que debes sentarte en un taburete, coger una acústica y ya está [risas], pero eso no es lo mío.
¿Hay esperanza para la juventud?
Claro, hombre. Si no hubiese esperanza en la juventud, ¿qué nos quedaría? Lo único que deben arriesgarse, no deben dejarse ir por mucho que las cosas estén mal.
Aún a riesgo de cambiar de tema totalmente, tengo que hacerte esta pregunta: ¿por qué salen Jean-Claude Van Damm y el cantante del Gangnam style (PSY) en el videoclip de “Botellón”?
[risas] Bueno vamos a ver, este es un vídeo que hemos hecho en una sola toma. Primero fue “De Palisandro”, el primer single, que es un vídeo que nos ha costado mucho pero con unas imágenes alucinantes. En cambio, con éste quisimos hacer la antítesis. “Botellón” lo ensayamos dos veces y teníamos algunas ideas. Les dijimos a la gente “bueno tú ponte ahí, tú allá” etcétera, pero está grabado de un tirón. Y luego, para más recochineo, contratamos al chino [risas] y a Jean-Claude Van Damm para que salieran en el vídeo porque somos muy fans. [risas]
Texto: María Gateu