El compacto se abre con un estallido de rock. Los cuatro minutos y medio de «First Time» nos trasladan a los mejores Crowes. Guitarras saturadas, potente base rítmica, estribillo cojonudo y coros femeninos aportando brío hacen pensar que estamos ante un buen artefacto de inspiración sureña.
Expectativas que se vienen abajo estrepitosamente conforme se van sucediendo los siguientes temas. Una retahíla de medios tiempos absolutamente anodinos y carentes de cualquier atractivo. Monotonía compositiva e interpretativa que lleva inevitablemente al aburrimiento y a ir pasando los temas cuando ya le has dado unas cuantas escuchas y vuelves a darle al botón del reproductor en busca de una última oportunidad. Ninguno de los doce temas que siguen a ese estimulante comienzo da la talla.Situándolos en la órbita de esas producciones country bubblegum que surgen como churros de su ciudad de origen y alejándolos de los músicos que dieron forma y gloria a un género que no merece verse empañado por discos como este.
Y, para más inri, veo por la red que los de Nashville gozan de bastante predicamento con presencia en las listas especializadas y buen acogida crítica. Bueno, que le vamos a hacer. Eso sí, pedirles que no usen en vano los nombres de Allman Brothers, Lynyrd Skynrd, Tom Petty o los Stones cuando se les piden influencias. Quizás sobre las tablas mejoren prestaciones pero ahora suena a herejía.
Manel Celeiro
Foto portada: David McClister