No realiza la música que habitualmente asociamos con Australia, pero Marshall Okell pasa por ser una de las propuestas más interesantes que recorre el país de los canguros. Su boogie-blues de tintes sureños que lo emparenta directamente con gente como Allman Brothers o Little Feat, algo que se refirma con su ya cuarto disco, Sipping On Rocket Fuel, que acaba de editar. Empezó como muchos ligado al punk, pero poco a poco fue acercándose a los sonidos de gente como Jimi Hendrix o Johnny Winter que se convirtieron en los guías invisibles de su carrera. Por eso en su debut, de título homónimo y publicado en 2007, se atreve a mezclar melodías surf habituales de su país con puro blues, opción que ganará terreno en Friend For Life (2010) para acabar haciendo una verdadera declaración de intenciones en Birdy, disco cuyo título está dedicado a su fallecido amigo y productor Brian “Birdy” Burdett. Ahora llega su cuarto paso. Una oportunidad que no desperdicia para demostrar la razón por la que Buddy Guy, Jeff Lang o Ben Harper han contado con él para abrir sus shows. Aunque mejor que sea él quien nos hable de su carrera.
¿Cómo se lleva eso de ser un bluesman australiano? A veces da la sensación de que allí solo puede existir el rock.
La cosa tiene sus altibajos, como en todos los casos.Supongo que tengo al suerte de vivir en Nueva Gales del Sur, donde hay muchos conciertos y lugares en los que tocar, con la gente ansiosa por divertirse y escuchar tu música.
Oye, tenías que estar ligado al blues desde que te pusieron ese nombre ¿no?
Te has dado cuenta (risas) Bueno, es cierto. Me llamo Marshall Dawson, que son los segundos nombres de Hendrix y Johnny Winter. Mi padre era músico profesional y ellos eran sus máximos ídolos. La verdad es que podía haber sido mucho peor ¿no? Imagina que me hubieran llamado Pignoise o ¡Peavy! Qué horror.
Te basas en el blues pero no abandonas el surf.
No del todo. Intento mantener presentes mis orígenes pero a veces están algo difuminados, la verdad. Hago música honesta con mucha presencia de solos de guitarra y ¡la presencia de mis amigos! (risas)
¿Dirías que tu música ha evolucionado desde tu debut en 2007?
eso espero (risas). Si no vaya fracaso. Todo es una evolución, tanto a nivel musical como personal. Tienes nuevas experiencias, hueles, oyes,, tocas…Todo influye. He pasado todos estos años intentando ser mejor a base de practicar mucho y creo que lo he conseguido.
¿Y cómo van las críticas de este nuevo disco?
Parece que bien. Tengo conciertos programados al otro lado del país y eso es buena señal, aunque aún es un poco pronto.
Ya has dicho que tu padre era guitarrista ¿influyó eso en tu futuro? Supongo que sí.
Claro. Él tocaba a mi alrededor mientras yo crecía, enseñándome canciones, riffs. Era una manera de divertirnos porque no teníamos mucho dinero para otras cosas. Viví la música a diario y eso me convirtió en lo que soy.
Actúas mucho en directo ¿lo prefieres respecto a grabar discos?
Me encanta ese hormigueo que se te mete en la columna vertebral, como se te erizan los pelos en el cuello,, la conexión con la audiencia…Tiene que gustarte necesariamente para acabar haciendo 30.000 kilómetros en un año.
¿Sueles tocar viejas canciones en tus shows o lo basas todo en el disco nuevo?
Siempre hacemos algo del pasado pero los temas buenos son tan divertidos que al final copan la mayor parte del set-list.
Para acabar ¿cuáles son tus planes a corto plazo?
Voy a hacer un montón de conciertos y, por lo tanto, más kilómetros. También estamos grabando un videoclip. Y espero poner mi culo sobre el mar y tocar fuera de mi país. A ver si es posible.
Eduardo Izquierdo
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